La  política de recortes en la Sanidad Pública comienza a ser peligrosa en este país, donde la barrera de la mediocridad está a un paso de superarse. No hay día que pase en el que no se produce un colapso en urgencias, donde los pocos médicos existentes, los que quedan de la última criba del SAS, no dan abasto ni pueden paliar la enorme demanda de los usuarios. Lo último, lo que tienen que padecer algunos centros de día en los que los pacientes se topan en la misma puerta con un cartel en el que les recomienda ser breve: “Contrato al setenta y cinco por ciento, por favor sea breve”. Todo este cúmulo de circunstancias acabará por romper por algún lado, sobre todo si aparecen situaciones como la ocurrida en Barcelona en la que a un paciente se le llegó a retirar la rodillera ortopédica por no poder abonar su coste. La calidad de nuestra sanidad decrece a pasos agigantados sin que nadie ponga remedio. ¿Pondrá alguien freno a esto?