Dictatus Papae
A la vuelta de la esquina
El 25 de mayo de 1085 moría en Salerno, Italia, el Pontífice Gregorio VII. Papa reformista de la Iglesia Católica, con el que culminó la separación Iglesia-Estado y el celibato obligatorio de los sacerdotes, entre otras cosas.
Antes de este Papa, al Obispo de Roma lo ratificaban los nobles romanos, y esto estaba motivado porque era el pueblo romano el que lo elegía. Esta elección provocaba auténticas batallas ciudadanas, con nulo cuenteo de votos y muchos muertos. En la práctica eran los que designaban a los Pontífices.
En la Edad Media, una cantidad enorme de pequeños reyes nombraban a los obispos, para atraerse la obediencia de los súbditos. Era una auténtica suerte ser nombrado obispo porque aseguraba un gran estatus social y económico debido a los bienes que poseía la Iglesia; y para los nobles, un buen negocio porque recibían a cambio del nombramiento cuantiosas cantidades (simonía).
Con la caída de Roma como imperio, lo único ‘universal’ que quedaba era la organización eclesial y ésta estaba en manos de los nombramientos episcopales por parte de los numerosos príncipes. El papado instaura el imperio bajo el título de Sacro Imperio Romano, con lo que se crea el ‘cesaropapismo’: el Papa consagra al emperador y éste puede convocar concilios y protege a los pontífices.
Pero la venta de nombramiento de obispos, abades y párrocos traía la corrupción a la Iglesia, y el colmo de esta situación llegó con la venta del puesto del Arzobispado de Milán por parte del emperador Enrique IV de Alemania, y a la cual se opuso el Papa. Ahí empezó la guerra porque los acuerdos se rompieron. El emperador convocó un sínodo y destituyó al Papa y éste excomulgó a Enrique IV. En este conflicto ganó la separación de Iglesia-Estado, en una lucha de la Iglesia para dejar de estar subordinada al poder político.
Este Papa, en 1075, promulgó el “Dictatus Papae”, de 27 órdenes, donde se proclama la superioridad del poder papal sobre el poder civil. En su dictado 12 dice que sólo al Papa le es permitido deponer a los emperadores, ya que a través de su consagración, por el Papa, les otorgaba poder. El proceso de independencia de la Iglesia ante el poder político tiene también en Thomas Becket, canciller de Inglaterra, un mártir: fue asesinado por sugerencias de Enrique II de Inglaterra en 1170.
Un paso atrás fue el nombramiento de obispos durante la dictadura de Franco: éste elegía entre una terna presentada por el Nuncio.
Hiere mi sensibilidad católica ver a La Legión pasear al crucificado en Málaga. Igual que “rendir honores” al paso de la procesión del Corpus que tuve que soportar en mi servicio militar. Las blasfemias de los soldados casi se oían, además de las caídas por desmayos. La separación Iglesia-Estado es un largo proceso con injerencias de ambos lados. Muy interesante.
No hay comentarios