La batalla
Érase una vez...
... Unos niños que a través de un cuento dieron una lección a los mayores con el objetivo de poder “flipar con la vida”
‘Hace mucho tiempo en un país llamado Sangrilá, la gente era feliz y convivía en paz. El país era un precioso reino rodeado de verdes parajes en flor; los niños jugaban alegremente, respirando el aire puro que bajaba de las montañas’. Así empieza el cuento ‘La princesa del tabaco’ de Elvira Huerta López, una niña de 10 años –“pero pronto cumpliré once”– del colegio Pío XII, una de los dieciséis alumnos que ha conseguido el premio de publicar su historia en el libro de cuentos ‘Para flipar con la vida’.
La iniciativa se desarrolla a través del programa municipal de ‘Prevención de Adicciones’, adscrito a la delegación de Igualdad y Salud, y su objetivo es sensibilizar al alumnado sobre los hábitos saludables frente a las adicciones y otras dependencias. En la IX edición de esta actividad han participado 31 colegios, 678 alumnos entre los 10 y 12 años. Las drogas, el alcohol, el tabaco, la obsesión por la comida y la adicción a las nuevas tecnologías son algunas de las temáticas que los jóvenes han desarrollado en sus cuentos. En estas páginas no se reflejan todas las historias, pero sí muestra la capacidad y la visión de los más jóvenes ante la vida poco saludable. Ahora inmersos en el verano y la lectura se hace el mejor compañero, este libro muestra un pequeño reflejo de cómo ven los pequeños la realidad que les rodea.
“Creo que la gente que fuma no sólo se está haciendo daño a sí mismo, sino que también está perjudicando al planeta y eso no se valora mucho”, comenta Elvira con voz firme. En su cuento relata la vida de una princesa que inventa el tabaco para tener más ‘seguidores’ en su país. “Primero la princesa pone normas que las convierte en leyes y luego se da cuenta que el motivo de que la gente fume es porque lo hace la mayoría de las personas y se inventa otra cosa que se ponga más de moda, porque los adolescentes creen que eso es guay, pero se equivocan”, declara la joven escritora, quien reconoce que “se fuma sólo por el gesto de llevarse algo a la boca, no porque guste. Yo no lo he probado, pero seguro que es un sabor muy malo”. La imaginación de Elvira se mezcla con la madurez que desprende cuando habla. Segura de lo que dice, no titubea cuando critica la postura de los jóvenes con las adicciones.
Su facilidad para la escritura se debe, según ella, a su padre. “Desde pequeña me inventaba historias porque mi padre también lo hacía. Así empecé, porque quería hacer lo mismo que mi padre. ¡Ah! Y me encanta la lectura desde que era muy chica, igual que mi padre, tanto, que tenemos en casa una biblioteca enorme”, señala orgullosa. Pero el trabajo para Elvira no ha sido del todo fácil, “he tenido que hacer muchos borradores hasta que encontré el cuento que más me gustaba. Se lo enseñé a mi madre, que me corrigió algunas faltas de ortografía, y lo presenté en clase”. Y para quien le diga que ha tenido mucha suerte de ganar en este concurso –junto a los demás alumnos a los que se le han publicado el cuento– ella contesta rápido que “no es cuestión de suerte, sino de mucho esfuerzo”.
La tutora de Elvira es Manuela Guerrero, una maestra que reconoce que la joven es una “niña madura para su edad, con ideas muy claras, abierta y participativa. La verdad es que tengo mucha suerte con todos mis alumnos, y ella es una representación de mi clase”. La profesora cree que esta iniciativa municipal es “muy positivo a nivel didáctico, ya que los alumnos reflexionan tanto en clase como en casa, propiciando una actitud crítica”.
¿Cómo ves el botellón entre los ‘mayores’?, y Elvira responde: “Veo que deberían reservarse un poquito. No está mal beber de vez en cuando, en ocasiones especiales, pero yo me lo pasaría mejor bebiendo refrescos”. ¿Y sobre la adicción a los videojuegos?: “He visto familiares y amigos que han pasado por eso y lo veo muy mal. A mí me gustan mucho los ordenadores, pero no estoy todo el día frente a la pantalla, prefiero la lectura, así que animo a todas las personas que lean este artículo a que lean”.
La historia de Noelia Ortega, Marina Méndez y Bernardo Soto tiene mucho que ver con las nuevas tecnologías. Joaquín es el personaje de ‘Vaya cambio’, un cuento que relata cómo un joven tras un intercambio con una familia de la India, consigue que en su casa en lugar de ver la tele se pongan todos a jugar juegos de mesa. “Cuando Joaquín fue a la India aprendió que se puede ser feliz sin tener consolas, ése es el mensaje de nuestro cuento”, declara Bernardo. Mientras se les pregunta cómo se les ocurrió la historia y cómo se sienten tras verla publicada, estos tres alumnos del colegio Hijas de San José se miran entre ellos sonriendo algo nerviosos. “Cogimos este tema porque hay mucha gente adicta a las máquinas y hay más cosas aparte de los aparatos electrónicos, como jugar en el parque y con la familia. Hemos querido tratar el tema de los padres porque también hay muchas familias que están separadas y los hijos no hacen nada con ellos”, señala Noelia sujetando el libro, quien apunta que “nos interesan las cosas de actualidad, no sólo hay que jugar, sino también estudiar y aprender”.
La tercera del equipo es Marina, una joven que con una amplia sonrisa declara que sus padres tras leer el cuento “ya no se ponen a ver la televisión en cuanto llegan a casa, sino que dan paseos y están conmigo”. La alumna reconoce que en ocasiones se ha inspirado en vivencias y en situaciones de gente conocida para escribir ‘Vaya cambio’, “no todo son las nuevas tecnologías y mucha gente se está perdiendo momentos muy bonitos con sus hijos y padres”.
Pero si orgullosos están los papás de los iniciados escritores, Loles Vázquez, su tutora, no puede evitar una amplia sonrisa cuando habla de sus alumnos. “Me siento muy satisfecha. Este grupo es de niños maduros, que le gusta la lectura y los programas informativos y eso le hace darse cuenta de la realidad. Supongo que algún valor le he transmitido en clase”, declara la maestra.
‘Diario de un mundo perfecto’ es la tercera historia que resaltamos en estas páginas. A las autoras, Inés Aitana Rodríguez y Trinidad Camacho, del CEIP Torresoto, no se les ha olvidado el ejemplar del libro para su cita con la prensa. Casualidad o no, van vestidas casi iguales, y juntas han escrito la historia de una adolescente ‘metida’ en el mundo de las drogas y el alcohol. “La niña se escapa para irse de fiesta, beber, drogarse... Esas cosas. El padre la encuentra en la calle y le dice que se está equivocando, lo que pasa es que la protagonista no le echa cuenta, porque piensa que en el mundo donde se está metiendo es perfecto”, relata Inés.
Durante ocho páginas describen la situación de muchos jóvenes de hoy día, donde la bebida y las drogas toman el protagonismo frente a los hábitos saludables. “Lo mejor es no consumir nada, porque puedes ser feliz sin nada de estas sustancias y lo mejor es seguir el camino correcto y no desviarse por las drogas. Los jóvenes tienen que darse cuenta que el tabaco y el alcohol son muy malos, lo único que están haciendo es desperdiciar la vida con estas cosas”, señala Inés como mensaje a las ‘protagonistas’ de la historia.
Su compañera reconoce que se inspiraron en gente conocida. “Vemos a los amigos de mi hermana mayor y a esos adolescentes por la tele que lo que hacen es el botellón y algunos consumir drogas, y eso que dicen que daña la mente para los estudios”, declara Trinidad, quien también se da cuenta del difícil papel de los padres ante esta actitud. “Los padres lo que quieren es lo mejor para ti y no me parece bien que los adolescentes no les hagan caso. Queremos decirle a los mayores que están echando la vida a perder cada vez que toman algo de alcohol o consumen”, apunta la joven.
Éste es el resultado de un importante trabajo en las aulas. Su profesora Pilar Luque señala que “intentamos en el colegio educar en valores y esto es una actividad más para enseñarles”.
En la última página del cuento, Inés y Trinidad se hacen una serie de preguntas: “¿Qué es un mundo perfecto? ¿Qué necesitamos para ser feliz? ¿Por qué caemos en las dependencias? ¿Habrá alguna vez un mundo sin adicciones?”. Ahí queda eso.
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