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Educación | Psicología

Gratinado de madurez con textura de simpatía y admiración

Gratinado de madurez con textura de simpatía y admiración

Gratinado de madurez con textura de simpatía y admiración

Cuando escribimos artículos científicos, los llamados papers, que todos los que se dedican al campo de la investigación conocen, es casi de obligado cumplimiento justificar el trabajo que se describe, el porqué de ese trabajo. Y aunque la divulgación periodística o el ensayo nos permiten la libertad de saltarnos este paso, en esta ocasión, quisiera comenzar este artículo con una breve justificación.

Por un lado, el título de este artículo surge de un recuerdo, que tiene ya unos 15 años de edad, sobre mi primer contacto con los artículos en prensa. Recuerdo que el director de este suplemento de educación me propuso hacer unos breves recetarios sobre algunos de los principales problemas que atendemos en el Centro de psicología y salud Psicología Diez. Pues bien, el título de este artículo podría considerarse un revival de aquellos momentos en los que empezábamos escribiendo un artículo cada semana sobre hiperactividad, depresión infantil, trastornos del comportamiento, trastornos del sueño y un largo etc., que, por cierto, están a disposición de quien los necesite.

Pero, por otro lado, la justificación de este artículo se justifica, sobre todo, por la importancia de incluir a las personas mayores, a las personas maduras, viejas, ancianas o con experiencia en el ámbito de la educación. Y es necesario, sobre todo, porque cualquiera de estos términos parece tener cierto sentido peyorativo o despectivo.

Llegados a una edad, todos podemos perder ilusiones, perder las expectativas de futuro, hacer balance de lo alcanzado a lo largo de la vida y conformarnos con lo vivido. Podemos dejar de considerarnos útiles y sumergirnos en la oscuridad de un apagón emocional del que a veces es difícil escapar.

Además, el entorno en el que vivimos nos puede empujar a ese precipicio, sobrevalorando la juventud y despreciando la edad avanzada, generando así todos esos prejuicios que pueden provocar actitudes edadistas. Podemos entender el edadismo, como una discriminación hacia una persona sólo por motivo de la edad que tiene, al igual que en otros casos en los que sucede por motivos de la raza o el sexo, como en el racismo o en el sexismo.

Esta discriminación por edad se basa sobre todo en estereotipos y prejuicios, que llevan a la discriminación de las personas de edad avanzada. Algunos ejemplos de edadismo son criticar que una persona mayor pueda querer divertirse, que trabaje y le quite el trabajo a los jóvenes, que busque pareja y le apetezca disfrutar de la sexualidad o que vaya a conciertos, museos o eventos culturales.

Afortunadamente, además de muchas otras asociaciones, la OMS han iniciado ya desde hace unos años programas de educación intergeneracional que han demostrado su eficacia en la reducción de estas actitudes edadistas en quienes los siguen.

Para terminar, siguiendo el símil del artículo científico con el que comenzábamos, finalizamos con las conclusiones y sugerencias que se pueden concretar en la necesidad de afrontar esta cuestión es cada vez mayor (según el INE en el 2066 del 18% actual pasaremos al 34% de población mayor de 65 años) y que, probablemente, una buena idea sea que estas cuestiones cobren más fuerza en los curriculums escolares de los alumnos. Desde Psicología Diez, tenemos la intención de seguir trabajando en cuestiones tan importantes como la simpatía y la admiración hacia la madurez. Sin duda, una buena receta. Para ello, continuamos cada año, impartiendo talleres sobre inteligencia emocional para personas mayores de 60 años que, de formas altruista, este año hemos ofertado a la Universidad de Mayores de Cádiz.

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