Inteligencia emocional
Reflexiones sobre psicología
Existen correlaciones entre emociones positivas y rendimiento académico
Resulta de una severa y trascendental complejidad seleccionar el contenido del curriculum de nuestros alumnos. Es más acertado, con seguridad, dar prioridad a unos contenidos y abandonar o eliminar otros, antes que saturar a los estudiantes y provocar en ellos el más absoluto de los rechazos hacia la actividad académica.
Sin embargo, y a pesar de los continuos esfuerzos, el sistema educativo sigue fallando. Una tasa excesivamente alta de abandono y fracaso académico dejan al sistema educativo en evidencia. Parece entonces claro que siguen siendo necesarios cambios importantes en el mismo. No me refiero a reformas, como se suele promulgar desde los distintos ámbitos políticos, sino a cambios. Cambios en todo el significado de la palabra.
Educar es enseñar a los menores a ser adultos responsables, los cambios en educación no deben evitar tan sólo el mencionado fracaso académico, sino que al mismo tiempo deben hacer descender las estadísticas e índices de delincuencia, violencia de género, infracciones de tráfico, inestabilidad o absentismo laboral y, aspirando ya a todo, mejorar el autocuidado, es decir la salud, tanto física como psicológica.
Una alimentación adecuada, la práctica regular de ejercicio físico, el rechazo de las drogas, las habilidades para relacionarse e integrarse socialmente, las habilidades de resolución de conflictos y las habilidades para manejar las emociones propias como estrategia de erradicación de los distintos tipos de violencia debieran de ser objetivos específicos de la educación reglada.
Como reconocen algunos autores, los sistemas de aprendizaje en nuestra sociedad han cambiado. En la actualidad no es necesario almacenar información, ya que las nuevas tecnologías la ponen a nuestra disposición en cualquier momento, los esfuerzos se deben dirigir a saber localizarla. Esto deja obsoletos muchos de los modelos de enseñanzas actuales, encontrar la información hoy es bastante sencillo, lo que permite dar paso a priorizar nuevos objetivos dentro del aula.
Diferentes equipos de investigación de numerosas universidades nacionales e internacionales de reconocido prestigio e impacto científico, llevan más de dos décadas aportando resultados sobre las correlaciones positivas entre inteligencia emocional en la infancia y ajuste psicológico en la edad adulta.
La inteligencia emocional fue ya definida en 1990 por dos de los autores que más han aportado a su estudio, Salovey y Mayer, como la habilidad para manejar los sentimientos y emociones propios y ajenos, discriminar entre ellos y usar esta información como guía para los propios pensamientos y acciones.
Efectivamente, las emociones son guías determinantes en la toma de decisiones y en la elección de todos nuestros comportamientos.
Para no aburrir no detallaré la lista de autores que han encontrado correlaciones entre emociones positivas y rendimiento académico, y entre emociones positivas e inteligencia.
Igualmente sería extremadamente largo el listado de grupos de investigación que encuentran una influencia directa de una inteligencia emocional alta sobre la salud física y psicológica.
Afortunadamente disponemos de instrumentos que, en muy corto periodo de tiempo, nos permiten a los psicólogos valorar las diferentes áreas de la inteligencia emocional de un menor, para determinar si es necesario trabajar en la estimulación y mejora de alguna de ellas.
A la vista de los datos, parece entonces claro que los futuros modelos educativos tendrían, al menos, que considerar entre sus prioridades el trabajo sobre la inteligencia emocional.
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