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Rafael Padilla. presidente del consejo social de la ciudad

"Jerez es lo que es, pero tenemos que jugar esas cartas lo mejor posible"

  • El presidente del nuevo órgano consultivo cree que es hora de arrimar todos el hombro para que Jerez salga de su situación. El Consejo que preside pondrá en ello todo su empeño, anuncia

 La alcaldesa María José García-Pelayo le ha confiado la presidencia del nuevo Consejo Social de la Ciudad,  órgano de carácter consultivo del gobierno local que sustituye al antiguo Consejo Económico y Social, que también presidió durante nueve años. Padilla afronta el reto con ilusión y responsabilidad pese a la extrema gravedad de la situación que atraviesa la ciudad.

–¿Todavía le quedan fuerzas?

–Fuerzas siempre hay que tener y lo que sí ha cambiado es la situación. Hoy estamos en una situación verdaderamente difícil y el Consejo tiene que ser, más que nunca, lo que dice su reglamento, un foro de diálogo en el que encontrar soluciones y estrategias comunes para una ciudad que necesita un alto grado de unidad para salir de la situación en la que se encuentra.

–Con qué se queda del antiguo CES.

–Me quedo en que en aquel foro se resolvieron muchos asuntos que nada tenían que ver con su cometido. Era como la pared en la que nos salvamos cuando jugábamos al escondite de pequeños. Sindicatos y empresarios resolvieron muchos problemas porque aquello era un foro neutral en el que se sentían cómodos y donde se hablaba a calzón quitado. Y me quedo con el clima y la colaboración, pues allí me di cuenta de que no es tan difícil que intereses contrapuestos puedan llegar a consensos si uno se sienta y habla. 

–Hoy parece imposible.

–Yo creo que no. Lo que menos podemos hacer cuando un bloque está ardiendo es pelearnos en la escalera. Si no apagamos antes el fuego, lo que merecemos es quemarnos. Trasladándolo a la ciudad, aquí se trata de apagar un incendio, y un incendio grave y difícil. Todo el que pueda echar una mano tiene que echarla y hay que ser optimistas para salir de esta, pero hay que salir juntos, porque por separado no se sale. Ahora toca sentarse y ver qué podemos hacer, pues hay una situación grave que tenemos que resolver. Y la situación grave no es la nuestra, sino la de la gente que no come, que no merece que nosotros no nos hablemos por tonterías. Esa gente se merece que nos sentemos a hablar.

–La nueva estructura del Consejo, con mayor representación, ¿puede dificultar su funcionamiento?

–Al contrario, lo enriquece porque más segmentos de la sociedad. Se incorporan los colegios profesionales, las asociaciones vecinales y luego la estructura clásica con los usuarios y consumidores, los expertos, y los agentes sociales y económicos. Acabamos de empezar a trabajar y el objetivo principal y básico es establecer una estrategia de empleo, un plan de empleo. Si fuéramos capaces de ponernos de acuerdo empresarios, sindicatos y demás agentes sociales presentes en el consejo sería un logro impresionante. Creo que estamos en condiciones de hacerlo, porque la fluidez del diálogo en el poco tiempo que llevamos funcionando ha sido extraordinario y la actitud de los miembros del Consejo también ha sido admirable.

–Cómo se puede abordar un plan de empleo local cuando las competencias de los ayuntamientos en la materia son muy limitadas. 

–De lo que se trata es de establecer una estrategia respecto de los sectores que tienen que decir algo en materia de empleo. Hay que redefinir el modelo de ciudad, el modelo de actividad económica, y hay que hacerlo con talento, como exigen los tiempos que tenemos, y con realismo. No me vale que se hable de crear dos mil industrias en la ciudad, vamos a ser realistas y vamos a echarle talento. Tenemos sectores en los que somos claramente competitivos, y eso hay que favorecerlo, tutelarlo y ayudarlo. Tenemos lo que tenemos y la ciudad es lo que es, pero hay que jugar esas cartas lo mejor posible. A eso es a lo que tiene que dedicarse el Consejo, a buscar cuáles son los sectores de actividad donde tenemos algo que decir y qué medidas hay que adoptar para que lo tengamos que decir lo digamos con eficacia.

–No es tarea fácil para una ciudad que no encuentra su modelo desde que la industria bodeguera se vino abajo.

–Jerez tiene que darse cuenta que es una ciudad turística, que está a diez minutos de la playa y no se lo ha llegado a creer definitivamente. Es también una ciudad universitaria, es uno de los centros mundiales del flamenco, tiene una industria equina que está todavía por desarrollar y tiene, sobre todo, una agricultura que necesitaría ponerse al día en los métodos más avanzados sobre todo de distribución. Hay cosas que hacer y podemos hacerlas, pero hay que echarle talento tanto por los políticos como por los empresarios y sindicatos.

–Por su experiencia anterior, ¿se dejan asesorar los políticos?

–A veces sí, a veces no. A nadie le gusta escuchar lo que no quiere oír, pero mi experiencia con los tres (Pacheco, Pilar Sánchez y Pelayo) es que han sido respetuosos con las opiniones del Consejo. Unos más que otros, pero todos atentos a lo que dice el Consejo, porque en él están representados los agentes que intervienen en la actividad económica y desoír las voces de sindicatos y empresarios no es fácil. Hemos vivido alguna situación tensa, pero normalmente reciben la opinión. Otra cosa es que luego adopten las medidas que se les pide, pero sobre todo en materia de ordenanzas fiscales, las sugerencias siempre han sido atendidas.

–Como asesor de economía que fue del PP de Jerez antes de las elecciones, qué le parece la gestión del gobierno local en la primera mitad de legislatura.

–En situaciones de emergencia no hay política, sino que hay que atender los problemas que surgen y no es nada fácil con tan pocos recursos. Eso es lo que se está intentando, pero hay que trascender de eso. Creo que es la hora de buscar nuevos objetivos, pero tampoco es fácil, porque un Ayuntamiento tiene que atender muchas funciones que no son suyas. Si se fija en la política que se está realizando hoy en Europa es muy parecida, probablemente porque es la única política posible ahora mismo o por lo menos la única que ven como posible. A mí esta crisis me recuerda a una frase que utilizaba mucho Kennedy: “no se pueden utilizar soluciones antiguas para problemas nuevos”. Tenemos problemas nuevos, problemas muy graves y no coyunturales, sino sistémicos.

–Puede que haya recortes nuevos, pero sin duda que no hay medidas nuevas de crecimiento.

–Alemania está empecinada en una política de recorte que acabará afectándole. Que ningún país crear que está a salvo del desastre. Aplicar medidas de crecimiento no es gastar dinero porque sí. Ya tuvimos la experiencia del Plan E y vimos cómo funcionó. Aplicar medidas de crecimiento es favorecer el crecimiento y eso se hace abriendo líneas de créditos. ¿Están las entidades financieras en condiciones de abrir líneas de crédito para que nos desarrollemos? Yo creo que no porque sus números todavía son complicados. ¿Hay que hacerlo?, por supuesto, pero también hay que adoptar medidas que favorezcan el consumo, porque en una sociedad del consumo, como nos definimos, si cae el consumo no queda nada. Y el consumo se incentiva abriendo líneas de crédito, bajando los impuestos, que me parece una medida absolutamente lógica. Esta maquina tiene que volver a funcionar y para ello es necesario que el ciudadano se sienta tranquilo y empieza a vivir como antes, no a sobregastar, pero sí a cambiar de coche cuando tenga que hacerlo, a irse de vacaciones cuando pueda... Cuando Rajoy dice que ha tenido que subir los impuestos contra su voluntad, posiblemente dice la verdad.

–Pero la distancia crece cuando a la subida de impuestos se une la bajada de los salarios

–Eso desemboca en otro debate, y es la viabilidad del Estado de Bienestar, pero ese es un debate mucho más complicado. Cuando decimos el mundo está en crisis, no es así, el mundo no está en crisis, está en crisis Europa y quizás EEUU y Japón, pero el resto del mundo está creciendo. La crisis se focaliza en Europa porque ha llegado a unos niveles de bienestar que en el tablero económico actual no puede financiar, pero ni los españoles, ni los alemanes, ni los noruegos, ni los suecos. También hay mitos que atacar. Por ejemplo, pensamos que en  países como Alemania o Inglaterra la gente vive muy bien porque todos trabajan, pero tengo alumnos que hacen estancias Erasmus comentan cuando vuelve muchos son trabajos de cuatro horas a la semana. Los minijobs sostienen una paz social, la mayoría de la población trabaja, pero en qué condiciones, aunque tampoco sé si eso es bueno o es malo, pues no sé si es mejor tener un parado a una persona que trabaja cinco o seis horas a la semana. 

–Desde ese punto de vista el trabajo es un opio para el pueblo.

–No lo sé. Pero los esquemas que tenemos corresponden a problemas antiguos y hacen falta nuevos esquemas, nuevas soluciones, porque lo que no va a cambiar es que el mundo se ha globalizado. Ese es el progreso entre comillas, porque a veces el progreso técnico no supone el progreso humano, no son dos líneas paralelas. Pero son las cartas que tenemos, pues no se puede pretender ahora apagar internet y llenar las oficinas bancarias de empleados. Eso se ha acabado.

–Ha notado un cambio de actitud en sus alumnos universitarios a raíz de la crisis.

–Sí, sí he notado cambio porque la juventud de ahora tiene claro que su futuro no está aquí, sino en América. Los más optimistas piensan en Europa. Volvemos a hablar de hacer las Américas y gente que piense que tiene su futuro aquí hay muy poca. Tampoco sé si es bueno o es malo, porque en un mundo global el mercado de trabajo también es global, pero es un cambio importante de mentalidad.

–Y cuántas generaciones se van a perder por el camino

–No tengo una bola de cristal. Primero, no soy economista. Segundo, tampoco creo que ellos tengan la respuesta. Es lo mismo que preguntar ¿cuándo vamos a salir de la crisis?. Hay ciertos datos que indican que la crisis está quizás en su final, al menos de su momento agudo, pero no voy a vender brotes verdes porque lo peor que podemos hacer ahora es tirar las campañas al vuelo y generar falsas esperanzas. Pero creo que la situación puede revertir en 2014, ahora bien, ¿eso es definitivo?, ¿con eso acabamos con la crisis?, no, porque no es una crisis coyuntural, sino de sistema y los problemas graves de verdad, los de sistema,  no se van a resolver tan fácilmente.

–De vuelta al ámbito local, ¿qué le parece la solución intermedia del catastrazo, sobre cuyas graves consecuencias alertó al Ayuntamiento, sin éxito, el antiguo CES?

–Mi opinión personal, no como presidente del Consejo, es que hay que hacer una nueva ponencia. Los valores catastrales tienen que estar ajustados a la realidad, entre otras cosas, porque medidas lineales como la bonificación del 27% que se anuncia ahora, que son estatales, parten de realidades distintas, porque no en todas las ciudades están inflados como en Jerez. Hay que volver a la realidad y la realidad es que aquello fue y sigue siendo una barbaridad, por lo que cueste lo que cueste, hay que hacer una nueva ponencia porque es absurdo y lesivo el valor de muchos inmuebles de la ciudad. La mejor prueba de que aquello estaba mal hecho es que hay 700 u 800 sentencias que demuestran que los valores estaban inflados y si eso no sirve para aplicárselo a todo el mundo, pero me lo pinta, porque resulta que hay pisos puerta con puerta que pagan distintas cantidades por el Catastro.

– Tiene que ser frustrante que en algo tan clamoroso y grave el gobierno local hiciera caso omiso a la recomendación del CES.

–Sí, fue frustrante porque además el CES puso de manifiesto por unanimidad lo absurdo de la ponencia

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