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Made in Jerez

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Made in Jerez, por Cristina Ramírez Astorga

25 de noviembre 2019 - 02:00

Se acerca la señalada fecha de la llegada del Niño Dios y, como no podía ser de otro modo, empieza a celebrarse en nuestra tierra la tradicional víspera o antevíspera navideña. ¿De qué modo? Pues de la manera que nos enseñaron nuestros mayores y como así también nosotros transmitimos a nuestros hijos: en el disfrute y en la conservación de las zambombas. Zambomba jerezana con su denominación de siempre.

Desde finales de noviembre nuestra tierra se llena de arte y encanto por cada rincón, de cante de villancicos. Risas y reuniones inundan nuestra ciudad. La ciudad se ilumina. Luz sobre Jerez. Lo mejor de nosotros sale a flote. La tradición regresa con todo su empaque y con toda su empatía. Nos reunimos amigos, familias, todos en torno a una candela, con cantes populares. Con cante flamenco. Degustando dulces navideños, pestiños, bebiendo anís y con el carrizo de una zambomba bien mojado. ¡La costumbre manda!

Esta magia la encontramos en cualquier espacio de una ciudad que otra vez vuelve a enamorarnos y que, con todos los merecimientos, ha alcanzado su renombrada fama internacional. Y así de nuevo nos visitarán también turísticamente, culturalmente, para contemplar y para disfrutar del arte, del arte a raudales, del arte a mansalva, de este rincón de España. ¡Que suenen con alegría! ¡Un pastor lleva una burra! ¡Los caminos se hicieron! ¡Venga que empezamos, qué deseando estamos!

El origen de las zambombas se desconoce. Se cree, según investigadores, que empezaron en el siglo XVIII, aunque no se puede comprobar documentalmente. Es en el siglo pasado cuando alcanza su mayor apogeo, coincidiendo con la época de reunión familiar, de cantos populares, que han ido pasando de generación en generación, donde además el flamenco no puede ser menos y juega un papel fundamental.

Se han producido a lo largo de todos estos años cambios socioculturales, desde que se ha iniciado esta forma de expresión popular, alterando sustancialmente lo que fueron en sus orígenes. Su principal evolución se localiza a finales de los años 70, según consideran los estudios de los especialistas en la materia. Han pasado de una reunión familiar, vecinal en patios, a reuniones en todo tipo de ámbitos, siendo en algunas ocasiones criticado porque se pudiera haber perdido la magia que en sus orígenes tenía. Cabría preguntarse hasta qué punto nuestra cultura, nuestra tradición se está distorsionando, se está tergiversando: ¿se está llevando al extremo de un negocio? ¿Se están mercantilizando nuestras zambombas? ¿Las estamos manipulando en pro de una comercialización impura? ¿Hasta dónde la vamos a transportar? ¿No existe ningún control vigilante?

Esto es lo que debemos cuidar todos los jerezanos. Para que no se pierda su idiosincrasia, su seña de identidad. Esa distinción que nos pertenece. Los tiempos evolucionan y nuestra cultura y tradición también: no lo descuidemos. Somos únicos.

Lo que si está comprobado es que la Navidad jerezana, en su expresión, ha experimentado un gran impulso junto a las peñas flamencas, asociaciones, reelaborando los repertorios, y letras de nuestros cantes y haciendo una más amplia participación, fomentando el flamenco y haciendo así que se extienda a otros sectores como el mundo hostelero, asociaciones vecinales, culturales, ámbitos religiosos como las hermandades... La implicación se ha ampliado. Y esto es positivo. Pero conservemos sus formas. ¿Más participantes? Siempre. Pero sin transformar el espíritu de la tradición.

¡Bienvenida Navidad! ¡Tu Jerez ya está preparado! Con ganas de empezar y disfrutar. Ya está aquí una de nuestra mejores tradiciones, haciendo que nos visiten cada vez más personas de otras localidades. Ya está aquí nuestra esencia. Nuestra genuina víspera de la Navidad. ¡Ya está aquí la zambomba made in Jerez!

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