Malacatín, Madrid y Jerez

km. 0

Antonio Manuel Porro

02 de junio 2018 - 01:39

El pasado jueves, 31 de mayo, Madrid estaba en plena ebullición. Mientras que en el Congreso de los Diputados los independentistas catalanes y vascos nos ganaban la partida al resto de españoles, a unos metros de distancia, en el barrio de La Latina, se produjo un encuentro inmejorable, casi planetario como decían los ministros del pasado. Y es que, en uno de mis restaurantes favoritos de Madrid, 'Malacatín', se organizó una cata de vinos de Jerez a cargo de la bodega del Tío Pepe, González Byass, a la que fui invitado.

Les confieso que llevaba tiempo esperando la oportunidad de contarles la existencia del restaurante 'Malacatín', donde se prepara, y está certificado, el mejor cocido madrileño de la capital. Para los que no lo sepan, este cocido es la versión castiza de nuestro puchero. Desde que llegué a Madrid con diecisiete años - ya tengo treinta - he sido fiel seguidor de este cocido, cuyo mejor acompañante, digan lo que digan, es el vino fino que además de todas las propiedades que cuentan los enólogos, cuando se mezcla con la 'pringá' tiene otra adicional: desengrasa. Desengrasa el corazón y el espíritu. Y así puedes compensar el exceso de las manitas, el tocino y el morcillo, con el frescor y la potencia de nuestro vino más vivo. El equilibrio perfecto para lograr el culmen gastronómico.

'Malacatín', al igual que González Byass, es una casa histórica y familiar. Abrió sus puertas en el año 1895 y hoy en día está regentada por José Alberto Rodríguez, cuarta generación al frente. Por su parte, la bodega jerezana, como comentó su sumiller al cargo de la cata, Juanma Terceño - un palentino a la jerezana -, tiene unas décadas más, y ya van por la quinta generación.

El local estaba lleno de amantes de la buena mesa, que disfrutaron mucho, conociendo algunos, recordando otros, el sabor del oloroso, los secretos del palo cortado, la chispa del fino en rama y la potente dulzura del Pedro Ximénez con el que los de González pusieron el broche final a su sesión didáctica sobre nuestro vino.

Aunque desgraciadamente, en lo que al jerez se refiere, todavía, resulta de aplicación la máxima del poeta de que "cualquier tiempo pasado fue mejor" - esperemos, por el bien de todos, que en lo político no nos pase lo mismo-, nuestro vino poco a poco vuelve a estar de moda. Después de mucho esfuerzo, ya se puede decir que es la referencia para sumilleres, enólogos y demás entendidos del vino. Lo que toca es que lo sea también para la "gente corriente", como nos llaman ahora en los debates televisivos.

De entre los asistentes a esta cata llamada ingeniosamente por sus organizadores, 'Malacata', aprovechando el histórico nombre de su restaurante, hubo una señora que desde el primer momento me llamó la atención. Su cara se iluminaba sólo de escuchar hablar de Jerez y de nuestros vinos. Y cuando dijo: "Esto es un Alfonso", no me cupo duda. Era jerezana. Al terminar me acerqué a ella y le dije: "Usted no es la única, de Jerez ya somos dos", "¿tú de dónde eres?, yo de la Plata", me respondió. Y enseguida conectamos y comenzó a contarme su interesante historia, que mejor, la dejamos, para una próxima ocasión…

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último