"Muchas personas coinciden en que Adolfo está a la altura de su padre"
Juan José Padilla. torero
El jerezano y su mujer han vivido estos días junto a la familia Suárez
-Por su amistad con Adolfo Suárez Yllana ha vivido los últimos días de una figura de la Historia de España. ¿Qué sensaciones ha tenido.?
-Han sido unos momentos muy emocionantes, principalmente en estos últimos días de agonía, dos días de espera, y en el hospital se hace muy duro. Pero ha estado toda la familia muy unida, dando un ejemplo fantástico de unión, de fuerza, de fe. De mucha serenidad en el desenlace final, y también al comunicárselo al Rey y a las personalidades del Estado. Nos dimos un abrazo pero viviéndolo y sintiéndolo con muchísima serenidad y con mucha humanidad en toda la familia.
-Y luego la respuesta de la sociedad española.
-Te das cuenta de la persona que fue su padre, tan importante en la época de la Transición y que, pese a que por ese paréntesis de la enfermedad no ha estado con la sociedad desgraciadamente, la sociedad no lo ha olvidado. Eso demuestra primero la clase de presidente que fue y luego la clase de persona. Desgraciadamente, vivió después de después de ser presidente la muerte de su mujer y la de su hija, que es muy duro.
-La jornada del entierro en Ávila también ha sido muy intensa.
-Lo he vivido muy de cerca, tanto en el Palacio del Congreso como en el cortejo del funeral, y ha sido todo muy emotivo, muchas sensaciones, mucha emotividad, mucho cariño. Y luego en Ávila, todas las calles llenas de gente. Yo estaba en uno de los coches oficiales con su hijo Adolfo y la verdad es que era inevitable abandonarse a la emoción. Pero la familia ha estado con mucha entereza y orgullosos por todo lo que estaban viviendo en memoria de su padre.
-Adolfo Suárez Yllana fue un apoyo grande cuando usted sufrió la cogida de Zaragoza.
-Para calibrar la clase de persona que es basta recordar que cuando mi percance no se separó de mi cama. Su entereza afrontando y hacer afrontar aquella situación de cara a mi mujer, fue fundamental para mí. También en los momentos de afrontar las operaciones, de tomar decisiones. También en cuanto a la oftalmología porque fue él quien personalmente me llevó a la clínica Fernández Vega, siempre en la cabecera de mi cama. Atendía a los medios, las ruedas de prensa... Todo eso ha sido fruto de la unión, de la amistad. Estos momentos difíciles nos han unido mucho más; antes habíamos vivido momentos muy felices. Cuando toreaba festivales ha estado entrenándose conmigo y ha venido a casa, hemos ido a torear a los tentaderos como, por ejemplo, a la finca de Álvaro Domecq. Ha entrenado conmigo en la plaza de toros de Sanlúcar como uno más, con esa humanidad y humildad que tiene. Toreó un festival en Sanlúcar de Barrameda a beneficio de la capilla de La Jara, lo que es digno de mención. Y con tanta afición como humanidad porque además siempre ha tenido mucho respeto al toreo y nunca ha querido vestirse de torero, de corto sí lo ha hecho. Hemos pasado momentos muy bonitos y momentos muy duros, personales y profesionales.
-¿Como comenzó esa amistad?
-Nos invitaron a una montería y a raíz de aquel encuentro nos invitamos muchas veces: vino a casa, lo invité a tentaderos, luego fuimos a casa de su suegro, el ganadero Samuel Flores, toreé también festivales benéficos organizados por Samuel Flores, fuimos a muchas monterías juntos y se fue estrechando la amistad. Además, nuestras mujeres congeniaron mucho y también se estrechó la relación con sus suegros. Mi peña taurina de Jerez le rindió un homenaje en el año 2004 creo recordar. Y la amistad se ha hecho muy estrecha: como hermanos. Porque nos llamamos hermanos.
-¿Ha tenido la sensación de ser testigo de primera fila de un momento emocionante de nuestra Historia?
-Tengo que decir que lo he vivido aunque lógicamente no lo he deseado, pero ni nuestra amistad ni Adolfo han permitido que me quede al margen. Me lo pidió con muchísimo cariño: "A mí me gustaría, hermano, que estuvieras en el cortejo del funeral de mi padre". Y no me he separado en ningún momento y he intentado darle mi apoyo, a su lado. Y en Ávila, igual: "Lidia y tú quiero que estéis acompañándome". La verdad es que me enorgullece tener una amistad tan unida y ser tan querido por una persona a la que le caracteriza su humanidad, su humildad, su capacidad y calidad humana, y su bondad por encima de todo. Muchas personas coinciden en que está a la altura de su padre. El padre ha sido un gran presidente, por no decir el mejor presidente, dicho con el respeto a todos los que han gobernado, pero no cabe duda de que, además, ha dejado un legado en sus hijos y una huella humana tremenda como padre.
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