Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
Educación
De todos es conocido el mito griego de Pygmalión y Galatea. Pygmalión, rey de Chipre, mandó esculpir una estatua de mujer tan perfecta que acabó enamorándose de ella. Tan grande fue el enamoramiento que los dioses movidos por sus ruegos hicieron que la estatua cobrase vida y se convirtiese en una mujer de carne y hueso, a la que Pygmalión llamó Galatea y con la que contrajo matrimonio.
El sentido del mito puede percibirse claramente: las esperanzas que concebimos acerca de una persona que apreciamos, se comunican, de un modo u otro, y acaban por convertirse en realidad. En otras palabras, las expectativas que una persona tiene sobre el comportamiento de otra pueden convertirse en una mediación de su realización. Y esto es, sin lugar a dudas, extrapolable al ámbito escolar según mostraron los estudios de Rosenthal.
Sus conclusiones apuntaban a la importancia de expectativas positivas y realistas del educador a la hora de influir positivamente en el alumno, mostrando como las negativas lo hacían en dirección contraria. Así, los educadores más eficaces se distinguían por su calidad de Pygmaliones Positivos tendiendo un puente que llevaba a sus alumnos a realizar estas expectativas, hacia un polo u otro dependiendo de la valencia de las expectativas de estos educadores. Es necesario tener esto siempre presente pues se mostró que las expectativas negativas se comunicaban con mayor facilidad. Mostró dos conclusiones más de importancia: cuanto más jóvenes son los alumnos más susceptibles son de cumplir las expectativas de uno u otro signo además de señalar que el comportamiento no verbal del profesor, y éste es un dato que no debemos subestimar, era más influyente que el verbal en la comunicación eficaz de expectativas. Como colofón a sus investigaciones podríamos decir que todo depende del grado de autoestima del profesor. El Pygmalión Positivo de sí mismo es el mejor Pygmalión Positivo de los demás.
La tarea del profesor que pretende producir en sus alumnos los efectos positivos descritos es una tarea que supone una ambientación, un clima en el aula, una actitud de acercamiento al alumno tratando de percibir sus aspectos positivos, interesándose por su mundo, por sus cambiantes altibajos. Es una actitud que motiva y se traduce en una serie de palabras, gestos y otras manifestaciones no verbales, que ayudan al alumno a descubrir y potenciar sus propios recursos, a aceptar las medidas disciplinarias, suficientemente razonadas y motivadas. No se trata, evidentemente, de abrumar a los alumnos con expectativas irreales o sacadas de contexto, cuyo resultado sería la ineficacia y la negatividad emocional. Tampoco de la verbalización de unas expectativas positivas tan genéricas y faltas de convencimiento en el que las formula, lo que de por sí eleva la semilla de su ineficacia. Por tanto es necesario afirmar que la tarea del Pygmalión Positivo no es una tarea fácil, aunque sea verdaderamente hermosa y merecedora de esfuerzo.
Para concluir me gustaría señalar que estas ideas plasmadas en esta hojita de papel tan insignificante no tienen por qué circunscribirse al ámbito escolar. En más, quiero pensar que se encuentran leyendo este modesto artículo muchos Pygmaliones Positivos que hacen que el devenir del día a día suponga un océano de expectativas positivas para las personas de su entorno y que, casi sin quererlo, son capaces de sacar todo lo
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