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Jerez

"Sentí el golpe, me quedé sin visión e hice lo que tenía que hacer: frenar"

  • El conductor del autobús al que se le cayó parte del techo en la cabeza asegura que le sorprende que sucediera "en uno de los autobuses más nuevos de la flota urbana".

Adolfo Delgado posa ayer en una parada de autobús urbano de Jerez.

Adolfo Delgado posa ayer en una parada de autobús urbano de Jerez. / vanesa lobo

Lo lógico hubiera sido que una de esas 'tartanas' chirriantes con las que el Ayuntamiento castiga a sus ciudadanos en forma de autobús urbano hubiera sido la que diera el disgusto. Pero no fue así. Resulta que fue uno de los autobuses más nuevos de que dispone la empresa Autobuses Urbanos, concretamente uno de esos vehículos de la marca 'Volvo' que Los Amarillos aportó a la flota durante el tiempo que dirigió la compañía.

Un conductor de autobuses, Adolfo Delgado, se encuentra de baja después de que se desplomara sobre su cabeza una trampilla. Cayó sobre él en la plaza de las Marinas, después de sobrepasar un badén, llevándose un golpetazo tremendo que le hizo frenar en seco. Once pasajeros se golpearon con los asientos delanteros o, si iban de pie, acabaron por los suelos. Ninguno de ellos acabó herido grave.

"En el autobús había gente que iba y venía del hospital, de Jerez y de las pedanías"

Como suele ocurrir, hubo suerte. De un lado está el hecho de que Adolfo el conductor es un hombre grande, con 1,90 metros de talla. Además, no conducía especialmente pegado al asiento trasero. Todo ello hizo que la tapa no le pegara en la cara con toda la fuerza de la que hubiera sido capaz en su movimiento oscilatorio. Además, en ese momento llevaba la cabeza gacha, lo que impidió que el golpe le diera en el rostro y en los ojos que protegía con unas gafas de sol. El daño podría haber sido irreparable.

Ayer mismo, Adolfo Guerrero, conductor de autobuses municipales de Jerez desde hace 18 años, reconocía a este medio que no tenía la menor idea de que la electrónica del autobús iba sobre su cabeza, "porque en otros modelos como por ejemplo los Iveco están en un lateral".

Fue una concatenación de circunstancias. De un lado está que las calles de Jerez y su nefasto estado provocan unas vibraciones en estos vehículos pesados. De otro, que en esta ocasión no sólo cedieron los dos tornillos sino también el amortiguador de que dispone dicha trampilla.

El conductor reconoce que "cuando recibió el golpe no sabía qué había pasado, si se trataba de una agresión, de un accidente... Lo único que acerté a hacer fue lo que hice: dar un volantazo a la izquierda, frenar y en cuanto pude quitarme la tapa de la cara".

Reconoce que el susto fue enorme. "El autobús lleva y recoge gente en el hospital. Los hay de Jerez, de las pedanías... También mucha gente mayor. Me quedé aturdido". No en vano, destaca que ayer tenía el estómago cerrado del susto, que apenas pudo comer y mucho menos descansar. "Lo que menos me duele es la cabeza", reconocía ayer, para añadir que "lo más dolorido que tengo ahora es el cuello y la espalda". Quiso la causalidad que el día de ayer estuviera de descanso, aunque de relax ha tenido bien poco pues tuvo que emplear la jornada en acudir a la mutua para que le hicieran una revisión con varias radiografías craneales. Como prevención, los médicos le han dado la baja. En su estado actual no puede conducir un autobús urbano.

Fue una usuaria del autobús la que alertó a los servicios de emergencia, que se personaron de inmediato de la plaza de las Marinas. "El médico revisó a las personas que habían sufrido golpes y ordenó el traslado al hospital de aquellas que consideró conveniente". También revisó su estado de salud tras el tremendo golpetazo.

Hasta el día de ayer no había sufrido percances similares a éste. "Como mucho algún frenazo porque algún peatón o ciclomotor se te cruzaba por el camino. Nada fuera de lo habitual", reconocía a este medio mientras añadía que "hice lo que tenía que hacer. Sufrí un golpe en la cabeza, me quedé sin visión y frené, que era lo más aconsejable. No soy un héroe ni nada por el estilo".

Desde ayer ha recibido numerosas llamadas para interesarse por su estado, desde la alcaldesa de la ciudad al director de Autobuses Urbanos, así como del sindicato Comisiones Obreras y un sinfín de compañeros que le han mostrado su apoyo y disposición a ayudarle en lo que sea.

"Lo más importante de todo este asunto -se sinceraba ayer- es que no ha pasado absolutamente nada grave".

Eso sí, lo que le costará un tiempo quitarse de la cabeza es el 'panorama' del autobús tras el frenazo. "Los clientes gritaban, todo el mundo estaba muy asustado. Había tráfico en la zona pero afortunadamente no hubo terceros implicados", señaló a este periódico mientras reconocía que tras el incidente se marchó por su propio pie a la mutua Asepeyo donde fue atendido. Fue al buen rato cuando su esposa se enteró de lo acontecido y fue a recogerle. El prefirió no decirle nada para no preocuparla.

De lo que se puede sacar como conclusión es que cuando Jerez se dedica a comprar autobuses nuevos (que buena falta van haciendo) es seguro que estos no llevarán la electrónica sobre la cabeza del conductor, el hombre o mujer (no hay que olvidarlo) en cuyas manos está la vida de decenas de pasajeros.

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