Desde la espadaña
Felipe Ortuno
Treinta y uno de diciembre
Abogado y presidente de la Asociación Nacional de Víctimas de Delitos Violentos, José Miguel Ayllón (Granada, 1958) ha llevado asuntos mediáticos y de singular trascendencia: intervino como acusación en el caso del aceite de la colza o en la estafa a Bernadeta Lewandowska, una millonaria en la ruina, la tretapléjica polaca a la que su abogado sustrajo la sustanciosa indemnización obtenida por la invalidez, entre otros. Desde su despacho madrileño de Bufete-Legis, Ayllón asesora desde hace años a la familia de Juan Holgado.
- La Justicia no es un cachondeo, pero seguro que tiene mucho que reprochar a la Justicia. ¿Sigue habiendo mucha injusticia?
- Hay mucho que reprochar a la Administración de Justicia incluyendo en ella a la Policía Judicial. La impunidad es inaguantable. La mayoría de los delitos en España quedan impunes por falta de investigación o por falta de acusación. En el caso de las lesiones, robos y hurtos, la tasa de delitos esclarecidos y condenados no llega al diez por ciento. La sociedad tiene derecho a exigir justicia.
- ¿El caso de Juan Holgado es un ejemplo de injusticia?
- Dentro de que la Justicia está mal en toda España, el caso de Andalucía se destaca por la falta de seriedad y rigor y está salpicada de escándalos y disfunciones. El caso de Juan Holgado empezó con una pésima investigación policial-judicial. La policía empezó mal la investigación y destruyó muchas pruebas pero tampoco actuó bien el juez de instrucción que, en algunas declaraciones de los imputados o testigos, no estaba acompañado del secretario, porque se hacían en domingo o en fiestas. Debieron de expulsar del cuerpo a algunos policías. Se evidenció que Jerez estaba indefensa frente a los delincuentes pues no había una policía efectiva. Luego fueron nombrados unos policías especialistas, verdaderos profesionales, que retomaron las investigaciones y encontraron a los culpables, pero estas pruebas, plenas e incriminatorias, como la declaración de Yolanda Castro Pacheco, que estuvo con los asesinos, realizada en Comisaría y en el Juzgado y mantenida en un fortísimo careo con los autores. También hubo otros testigos importantísimos. Pero como estas declaraciones no fueron mantenidas en el juicio, lo cual toleraron los magistrados sin mandar levantar testimonio por falso, en una interpretación ultragarantista y trasnochada del Derecho Penal se exculpó a los acusados. Que eran sin duda los autores, al menos algunos de ellos, como 'Dominguín'.
- ¿Y qué más?
- En el último juicio, Yolanda, después de un fortísimo interrogatorio que fue suspendido por el magistrado Manuel de la Hera porque se puso a llorar (con grave ofensa para las víctimas), reconoció que había estado con 'Dominguín' y quedó claro que eran verdad sus declaraciones ante la Policía. También se mantuvieron otros testigos de los hechos hasta el punto de que el fiscal pidió condena... Pues nada, libre absolución. Esto fue visto con escándalo y asombro por las personas que asistieron a las sesiones y por los periodistas. En el mismo juicio se mintió por los procesados y se amenazó públicamente a testigos sin que pasara nada. Al presidente se le ocurrió hacer un careo-show entre Francisco Holgado y uno de los procesados, donde le permitió que le ofendieran. Un cachondeo. Sin embargo, el Tribunal Supremo ha mantenido la sentencia y el Tribunal Constitucional acaba de no admitir el recurso de amparo. No hay respeto por los derechos de las víctimas en contraposición con los derechos de acusados y procesados.
- ¿Las pruebas periciales que han presentado ante el juzgado para contrastar los restos de sangre de la gasolinera con el ADN de los exculpados son el 'último cartucho' o queda caso para rato?
-Estamos convencidos de que los culpables ya se han sentado en el banquillo y hubo pruebas suficientes para condenarlos o, al menos, a alguno de ellos. Ante la absolución, siendo un crimen horroroso que no ha prescrito, y existiendo lagunas, se puede mantener la apertura del caso. Hoy día hay además métodos y recursos más modernos y fiables. Entonces no podía determinarse el ADN. Ahora sí. Hubo trece huellas que no llegaron a identificarse y una gran confusión en el ADN. Se encontró el ADN de 'Dominguín' en la espalda de su propia chaqueta (él decía que no era suya, porque creía que iban a encontrar la sangre de la víctima) y sangre de la víctima en un cristal a la salida de la gasolinera, lo cual es imposible. Las pruebas que solicitamos ante el Juzgado 1 de Jerez deberían estar ya. Lo próximo será plantarnos ante el Instituto de Toxicología de Sevilla.
- ¿Sigue convencido de que las personas que acabaron con la vida de Juan eran los mismos que fueron juzgados?
- Sí. Incluso 'Dominguín' alardeaba de ello en la prisión. También Pedro Asensio amenazó a dos personas con ello. Un testigo antes de morir le incriminó plenamente. Las cintas grabadas por Francisco Holgado sirvieron para dar coherencia a esta versión.
- ¿Qué ha sido lo que más le ha 'chirriado'?
- Ha habido varios elementos que no debieron de darse en un juicio justo. La juez de Instrucción llamó a Campsa Red como responsable civil y el presidente de la sección, Manuel de la Hera, la sacó del proceso. También había denegado numerosas pruebas que había solicitado por vía de recurso, con lo cual se "contaminó". No debió de juzgar pues quedó clara su falta de objetividad. A los acusados y testigos hacía preguntas típicas de defensa como fue preguntar insistentemente a un funcionario de prisiones si no era más cierto que lo que oyó de boca de 'Dominguín' no fue más que una bravuconada o bravata en vez de un alardeo. Y otros detalles. Del cambio de declaraciones de los testigos, de los frecuentes errores policiales y judiciales, de los buenos abogados de las defensas (que algunos no eran del turno de oficio, sino de pago), desde un principio se metieron en el proceso "astillas" para fastidiarlo, como declaraciones de personas que luego decían que era mentira y que les había obligado la policía a declarar... se puede entrever una "mano negra".
- ¿Se ha encontrado con padres, como éstos, con tanta fuerza y obstinación?
- En la asociación que presido hemos asesorado a otros padres en parecidas circunstancias pero cada víctima toma las cosas de diferente manera. Hay muchas personas que ante un crimen dejan todo en manos de la Justicia e intentan rehacer su vida y superar el trauma. Esta postura es muy respetable y nosotros los apoyamos con nuestro equipo sicológico de la Asociación Nacional de Víctimas de Delitos Violentos. Esta es nuestra dirección: www.victimas.org. Hay otras víctimas, como en el caso de María del Mar Bermúdez, madre de Sandra Palo, o José Antonio García, padre de Klara, que exigen se haga justicia y una condena seria.
-Suponga que la Justicia no llegue nunca a esa familia, a ese hogar. ¿Qué consuelo puede quedarle a esos padres?
- El principal consuelo que queda a los padres que optan por exigir justicia es haber hecho en su caso todo lo posible y más allá de sus propias fuerzas. Otras víctimas buscan además el consuelo de intentar que no les pase lo mismo a otras familias al aplicarse la justicia con más rigor. Este es el caso de Mari Luz Cortés.
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