Un aeropuerto abandonado a su suerte

El aeropuerto de Jerez se la juega. Literalmente. Mientras sus rivales hace ya tiempo que empezaron a moverse con el objetivo de alcanzar el mejor puesto en la ‘’parrilla de salida’ para cuando la crisis sea solo un mal recuerdo, en la provincia de Cádiz la descoordinación política, la nula unión, en la búsqueda de soluciones condena a esta importante infraestructura a continuar su caída libre. Quien viene a invertir prefiere la unidad, el mensaje único antes que la división.

Aena, la gestora de los aeropuertos españoles, anuncia que el tráfico subirá a lo largo de este año. En Jerez, por el contrario, las previsiones apuntan a una nueva caída de entre 4 y 5 puntos. Y eso que el turismo subirá 6 puntos a nivel nacional. Quizás la caída se quede en sólo 2 si Vueling obtiene buenos resultados a fin de año. ¿Qué hacen los partidos para solucionarlo? Básicamente nada.

Este mes de marzo debería haberse reunido por segunda vez esa Mesa por el Aeropuerto que con toda pompa y boato convocó la Junta en la Real Escuela para, simplemente, responder al Comité de Coordinación Aeroportuaria creada por el Gobierno de Madrid mediante un Real Decreto. Hasta que no se demuestre lo contrario, esa Mesa de la Junta, inaugurada por el mismísimo consejero de Turismo, el izquierdista Rafael Rodríguez, está condenada a ser un intento de montar una foto paralela. Ciertamente la Junta no tiene competencias aeroportuarias, si bien en consejero dijo que estas mesas tenían por objetivo colaborar en la recuperación de estas importantes infraestructuras. El PP dio plantón generalizado en una decisión, cuando menos, discutible. Nada habría perdido por acudir a esas sesiones de las que el propio consejero dijo que son una especie de ‘brainstorming’ (tormenta de ideas) de las que sacar acciones que trasladar al Comité de Coordinación.

La descoordinación política en la provincia es total, con un PSOE y una IU que gobiernan desde Sevilla y un PP que lo hace desde Cádiz. Es tal que hay departamentos que se quedan sin presupuesto, caso por ejemplo del Patronato de Turismo de la Diputación Provincial tras invertirlo todo, y otros como la Delegación Territorial de Turismo que en noviembre del año pasado aún disponía de medio millón de euros. No se invirtieron y se perdieron. ¿Se podrían haber buscado fórmulas de colaboración? Evidentemente, pero no fue así. Mientras tanto, valga repetirlo, el aeropuerto sigue en caída libre.

Las causas de la caída —nada menos que 600.000 pasajeros desde 2007 a la actualidad— no son todas achacables a la crisis. El aeropuerto es una de las grandes puertas de entrada a la provincia, pero cada vez que una mano política pone la mano en el pomo para abrirla otra mano hace todo lo posible porque no sea así. Por uno y otro bando. La política de los palos en las ruedas.

La unidad de acción que se ha visto en otras provincias (que no en las famosas mesas de la Junta) brilla por su ausencia en Cádiz. Mientras en Granada, PSOE y PP fueron en principio de la mano en su Mesa, en la de la provincia hubo notables ausencias. Bajo la excusa de que se trata de un órgano duplicado Ayuntamiento, Aena y Subdelegación se ausentaron de la misma aunque el empresariado acudió y dio tanto el visto bueno como su ‘bendición’ a la idea.

Otra de las causas de la caída libre del aeropuerto de Jerez tiene nombre propio: Iberia. La otrora omnipotente primera aerolínea nacional ha tomado decisiones que la han condenado. La más grave de ellas, elevar de forma desorbitada los precios en los vuelos a Madrid, precisamente el trayecto estrella de su principal competidor: la Alta Velocidad Española (AVE) y la Alta Velocidad. Cuando alguien se acostumbra a algo es difícil hacerle cambiar de opinión a menos que las ventajas sean notorias. Y en esta provincia nos hemos acostumbrado al tren. 400 euros por volar a Madrid es excesivo. Más aún en estos tiempos.

Resulta realmente curioso comprobar que la cifra de viajeros de la provincia que van anualmente a Madrid es en la actualidad prácticamente la misma que en 2007: unos 800.000. ¿Qué ha cambiado entonces? Pues simple y llanamente que la opción aeropuerto ha ido perdiendo adeptos mientras el tren los ganaba.

Iberia tiene gran parte de la culpa. Decisiones tales como la supresión del vuelo de primera hora de la mañana no hicieron sino agravar la sangría.

Hay un dato que lo resume todo: en 2007, antes de que crisis aterrizase, Iberia movía anualmente casi 400.000 pasajeros al año en Jerez. El año pasado no llegó ni a los 200.000. Y además no lo hizo como tal sino a través de dos filiales, Iberia Express y Air Nostrum, que operan con aviones mucho más pequeños. Dice Aena que a lo largo de 2014 volarán más pasajeros, pero lo cierto es que el pastel se lo repartirán los grandes aeropuertos. Los pequeños y los medianos lo seguirán pasando mal. Es más, se critica que los Comités de Coordinación Aeroportuaria no hacen otra cosa que cuidar a las grandes instalaciones, condenando al olvido al resto.

Ante esta tesitura tan sólo resta que cada cual se busque las habichuelas en forma de aerolíneas de la mejor forma que puedan. Y ahí es precisamente donde los partidos provinciales, que tienen las herramientas para hacerlo, no se ponen de acuerdo, no colaboran, contemplando el declive desde la barrera. La imagen, patética donde las haya, hace que quien decida venir a Cádiz a través de ‘La Parra’ se lo piense dos veces.

Inmaculada Oliveros es clara: “Hay que pedir un compromiso firme a Turismo Andaluz para que cuando firmen convenios incluyan al aeropuerto de Jerez. Ellos sólo miran por el aeropuerto de Sevilla y el de Málaga”. Curiosamente es la misma crítica que desde PSOE e IU se hace de la Mesa de Coordinación creada por el Gobierno central: “Sólo mira por los aeropuertos grandes”. Este medio intentó repetidas veces contactar con el delegado territorial de Turismo, Manuel Cárdenas, para conocer su opinión, pero resultó imposible.

Ante la tesitura descrita, la única solución pasa porque en esta provincia se alcancen acuerdos y se trabaje por esa lujosa ‘puerta de entrada’ capaz de recibir tres millones de visitantes al año. Pero por el momento, nada de nada.

Prosigamos con la radiografía del aeropuerto de Jerez. Si Iberia era la reina en 2007 ahora lo es Ryanair. Diferencia notable. La low cost ha pasado de manejar 308.000 pasajeros en 207 a hacer lo propio con 145.000 en 2013. En la actualidad los siguientes dos puestos del ranking, el segundo y el tercero lo ocupan dos touroperadores: TUI y Condor, cuando hace siete años tras Iberia se posicionaban Spanair y Ryanair.

“El riesgo implícito de los touroperadores es que hoy están pero mañana puede dejar de estarlo. Eso, todos los que viven del turismo lo tienen presente, y se hizo patente en Canarias”, asegura el profesor de Turismo Antonio Arcas. La conclusión es clara: los resultados del aeropuerto están en la cuerda floja. Nadie es capaz de asegurar que un par de firmas por una repentina pérdida de interés puedan dejar a ‘La Parra’ bajo mínimos, en la UCI, en muerte cerebral y sin esperanzas de recuperación.

Otro asunto largamente debatido por los políticos (que cambian de opinión dependiendo del sillón en que se sienten) es si se debe pagar a las aerolíneas por traer pasajeros, por atraer turistas. Lo cierto es que tan sólo en el IVA que genera el consumo del turista durante su estancia recupera claramente la inversión. Y es que la Administración también tiene que tener ojos de negociante. Si se incluye el gasto del turista en impuestos indirectos (alcohol, tabaco, combustibles...) se demuestra que es rentable, muy rentable, colaborar con las aerolíneas.

Pese a todo, en esta provincia, la más meridional de Europa, con el aeropuerto más meridional de la Unión junto con el de Gibraltar, hay algo que falla. ¿Cómo es posible que mientras Europa se hiela la provincia que más horas de sol le ofrece pueda permitirse el lujo de mantener buena parte de su planta hotelera cerrada? Hechos como éste lastran la actividad de un aeropuerto que, básicamente, centra su actividad entre finales de marzo y mediados de octubre? Después, durante el invierno, sólo toca una cosa: invernar.