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"Esto cansa mucho, pero más calor pasa el que asa los pollos"

"Esto cansa mucho, pero más calor pasa el que asa los pollos"

18 de agosto 2013 - 01:00

Toda una vida en el centro jerezano es lo que lleva a sus hombros Juan Luis Cordero, 'el churrero de la plaza de abastos'. Conocido desde pequeño, ha heredado de su padre y su abuelo el negocio familiar de la churrería.

Acompañado de freidoras con más de treinta años de historia y a sus 62 años de edad, Juan Luis ha pasado cerca de cuarenta recorriéndose con la familia diferentes zonas céntricas de Jerez, con el negocio 'a cuestas' para vender churros.

Sin estudios pero con una labor profesional labrada por la tradición, ha vivido en su negocio la bajada que ha sufrido el Mercado. También ha notado la disminución de clientes que van a comprar ya no tanto churros, sino pescado, fruta y otros productos. "Menos, pero sigue habiendo clientes", opina de un negocio que no tiene una sede fija. Ahora se encuentra en el centro de la plaza con una estructura más sólida que hace veinte años que sobrevivía en una 'caseta de madera'.

Harina, sal, agua hirviendo, esfuerzo y paciencia, son los ingredientes que pone Juan Luis para llevar tantos años al frente de la churrería. Con un horario diario de 8 a 12 de la mañana, dice entre risas que "el que asa los pollos sí que pasa calor, yo no". Jerezano 'de pura cepa' del barrio de Santiago, tiene una hija de 19 años preparándose para ser profesora de Educación Infantil y un hijo de 30 años, administrativo, que se encuentra trabajando.

Cuando se le pregunta por su hijo y la posibilidad de que lleve el negocio familiar, Juan Luis refleja que "esto cansa mucho". Su hijo ha tomado otro rumbo pero el negocio seguirá adelante como lo lleva haciendo durante cerca de cien años que lleva cumplidos.

Todas las ciudades tienen los churros como un producto estrella y por ello qué mejor que comenzar la mañana acercándose al mercado y comprar un cuarto de kilo por 2 euros, por ejemplo, u optar por dar la bienvenida a la familia los domingos comprando un kilo de churros recién salidos del calor de la freidora, por tan solo 8 euros.

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