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Esta casa es una ruina

Viven atemorizados por el derrumbe y están cansados de esperar una respuesta · Vecinos de La Plata, La Alegría y La Vid reclaman que se inicien las obras de la rehabilitación de sus viviendas

Antonio Arévalo, sentado en la habitación que lleva apuntalada año y medio.
María Valero / Jerez

26 de junio 2011 - 01:00

Pocas noches no se sobresalta tras escuchar un ruido en su casa. Teme cada segundo que el techo de la habitación ceda y la angustia es tan grande que se ha visto obligada a tomar medicación por los nervios. Desde hace año y medio María Reyes y Antonio Arévalo tienen apuntalado un cuarto de su vivienda, en la barriada de La Vid, y sus continuas denuncias aún no tienen respuesta. Es uno de los muchos casos que hay en la ciudad de vecinos que están esperando que se inicie la rehabilitación de sus bloques a través de las subvenciones de la Junta de Andalucía. Pero la pela es la pela, y parece que la Administración está ahora escasa de recursos.

Ella no quiere mirar adentro. No quiere contemplar cómo una habitación que estaba destinada para sus hijos cuando venían de visita presente un aspecto tan macabro. Ahora estas 'columnas de metal' dificultan el paso por el cuarto, tanto que María ya ha tenido un accidente, y sólo Antonio se resiste a no hacer vida allí. Él pasa las horas sentado en una silla de playa, refrescándose gracias a un ventilador y viendo una televisión que está colocada sobre una pequeñísima mesa.

El caso de María Reyes lo conoce muy bien su vecina de arriba y propietaria del balcón que tiene peligro de desprenderse, María García. El 27 de junio de 2007 entregaron la solicitud para la rehabilitación de la vivienda y fueron enviando cada documento que le requerían. El proceso transcurría con total normalidad, estaba todo aceptado e incluso se aceptó el proyecto y se pidieron los permisos oportunos al Ayuntamiento para iniciar las obras, pero a la hora de hacer la última firma e ingresar el dinero se paró todo. Ahí comenzó el particular calvario de estas dos mujeres que además de compartir el mismo nombre están juntas en la incansable lucha de reclamar la seguridad que merecen en sus viviendas. "Tengo prohibido salir al balcón, pero yo salgo, ya me da igual. No me quiero hacer daño pero si me tengo que caer para que se den cuenta del peligro que tenemos no me importa. He llegado a este punto, me da igual todo", avisa García, quien a pesar de no ser la culpable de esta situación, se siente responsable del sufrimiento de sus vecinos. Tanto es así que reconoce que "psicológicamente estoy tocada" y las palpitaciones se le aceleran cada cierto tiempo al acostarse porque al tumbar la cabeza en la almohada siente que la vida se me va.

La barriada La Alegría es otro de los puntos del mapa de la rehabilitación. Los vecinos critican que sólo se ha hecho un "lavado de cara" a la zona porque se ha metido mano a los bloques que dan a la calle Puerto, una de las entradas a la ciudad. Con casi 55 años, este barrio presenta un estado lamentable en la conservación de sus edificios, lo que llevó a sus residentes empezar a mover los papeles para la inclusión en el programa de rehabilitación del casco histórico, por el que la Junta subvenciona el 75% de las obras y los vecinos, el 25% que resta. "La situación está bastante mal, tenemos problemas muy importantes y ahora nos dicen desde la Administración que la rehabilitación se hará pero que no se sabe cuándo. Y esto va cada día a peor", señala el presidente de la asociación vecinal, Juan Flores.

Una de las afectadas es Carmen Rufino. Tiene la puerta abierta de su casa y enseña con cierto resentimiento los problemas que tiene en las tuberías y las humedades del dormitorio principal. "Todas las cañerías están destrozadas y así no se puede vivir", comenta mientras señala al obrero que está trabajando en la arqueta del cuarto de baño para intentar parar la salida de residuos a la calle. Reclama que "por favor" se haga lo máximo posible para evitar vivir de esta forma porque como ella misma dice: "Esto se hunde, se hunde. Sentimos crujir cada metro de la casa y llegará el día en el que sin darnos cuenta tendremos los pies en cieno".

De los 15 bloques que compone la barriada, el de Carmen no es el único que a simple vista se vea deteriorado. Cualquiera se echa las manos a la cabeza cuando entra en el portal de otro de los edificios de La Alegría que da a una pequeña placita. Con un notable desnivel en el suelo, es difícil no caerse entre los trozos de solería rotos y unos escalones que parece que se quiere 'tragar' la tierra. Aquí viven siete familias, tres de ellas con hijos pequeños y el resto son personas mayores que temen cada día caerse en la entrada de su casa o que se hunda aún más el pavimento. "Estamos hartos de mandar escritos, que venga el arquitecto para hacer los informes pero como se basan en que no hay dinero... Esto es un peligro muy grande", avisa Flores.

Construida en la década de los 40, los edificios La Plata están calificados como viviendas protegidas. A los casi 90 bloques de cuatro plantas hay que sumarle las más de 65 casas individuales y unos 34 locales comerciales. Actualmente el 80% de los residentes son pensionistas, según su asociación vecinal desde donde también critican que desde el año 1949 sólo se han realizado dos "lavados de cara con el que se blanqueó con cal y se parcheó".

Antonio García es el presidente de unos de los bloques afectados y que está a la espera desde hace seis años de la rehabilitación. "La Junta no está para tirar cohetes y falta el dinero para que empiecen las obras, porque los papeles están todos entregados y aprobados", comenta. Después de 35 años trabajando sin parar ahora se encuentra en el paro, como muchos de sus vecinos, y denuncia que el bloque en el que vive "cada día se deteriora más, esto ya no puede esperar mucho más".

La junta directiva de la asociación vecinal, que encabeza Antonio Ramos, ha analizado minuciosamente la situación de La Plata y reclama al nuevo gobierno local "que sepa lo que quieren los vecinos y cumpla las promesas. Antonio Saldaña recriminó al anterior Ayuntamiento haber engañado a los vecinos en su compromiso de rehabilitar las viviendas. Así que ahora esperamos que él no se olvide de nosotros". Precisamente, en una de sus últimas declaraciones, el nuevo delegado de Urbanismo, Vivienda e Infraestructura reconoció que "la Junta promete mucho y después los fondos no vienen, pero estamos estudiando plantearle una fórmula para poder impulsar todas las rehabilitaciones que están paradas". Habrá que esperar para ver si estos bloques fantasmas vuelven a recuperar la vida.

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