Aviso amarillo
Horas con más lluvia en Jerez

El ejemplo del paraguas

Manuel Moure

26 de octubre 2011 - 08:27

REPOSABA con aire de orgullo en el paragüero de la vieja casa. Allí, con su puño nacarado y la seriedad que confiere el negro, el paraguas de mi abuelo presidía la entrada, como si supiera de su importancia. Durante años ocupó ese trono. Incólume. Hasta sobrevivió a su propietario. Viene esto a colación de que estos días, con las primeras lluvias, han comenzado a aparecer en contenedores, alféizares o en el suelo decenas de paraguas que no han sido capaces de cumplir su función: proteger a su dueño de la lluvia. Estos paraguas baratos son un firme reflejo de los nuevos modelos económicos, basados en hacer caja con productos manufacturados al otro lado del globo que no valen ni para hacer puñetas. Ya lo decía una organización de consumidores hace años: “Aunque parezca una perogrullada, un abrelatas debe servir para abrir latas. Si no es así, pida su dinero, aunque sean 20 céntimos”. Es lo que habría que hacer, para evitar que, además de empobrecernos, encima nos estafen.

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