"No sé cómo fue, perdí la cabeza y cuando me di cuenta, ya estaba todo hecho"
El joven que le dio 19 puñaladas a su ex novia en Jerez admite la agresión pero asegura que no se encontraba bien psicológicamente · La víctima, en silla de ruedas, dice que él cumplió sus amenazas
Eran las doce y cuarto de la mañana. Las puertas de la sala de vistas se abrieron y entró la joven. Iba en silla de ruedas. La situaron frente al tribunal, se identificó, juró decir la verdad y comenzó a responder a las preguntas de la fiscal. A cuatro metros de ella, detrás de una mampara, la escuchaba su ex novio: el joven que el 31 de mayo de 2007, la abordó en una calle de Jerez y le dio 19 puñaladas. Sentado en una silla, esposado, Manuel Adán Balboa, nacido en 1986, mantenía la cabeza gacha mientras la chica relataba su tragedia.
"En cuanto lo vi, empecé a gritar", contó la joven. Sabía lo que se le venía encima. Eran las ocho de la mañana. Ella tenía 17 años recién cumplidos y caminaba hacia el colegio. "Vi que esa persona salía del coche e intentaba cogerme. Grité socorro. Intentó meterme dentro del coche. Como no podía, empezó a darme puñaladas en la espalda. Entonces caí al suelo inconsciente".
El acusado había relatado minutos antes su versión. Había dicho que fue a Jerez a hablar con su ex novia, a que le explicara por qué lo había dejado. Que llevaba un cuchillo para defenderse si la familia de ella lo atacaba, como habían anunciado. Y que cuando la vio, se acercó a ella, le dijo vamos a hablar, ella comenzó a gritar como una loca, él le dijo que no le iba a hacer nada, que callase por favor, que fuese con él al coche... "Había un montón de gente. Ella gritaba más y más. Yo le pedía que se callase. Me vi envuelto en esa situación, yo no estaba bien psicológicamente. Me vi con una impotencia grandísima. No sé cómo fue. Perdí la cabeza. Cuando me di cuenta, ya estaba todo hecho". ¿Todo hecho? ¿El qué estaba hecho?, quiso saber la fiscal. "Que la agredí con el cuchillo", respondió el joven.
La fiscal no pudo contener la ironía. "Vamos, que intenta usted calmarla y como no lo consigue, le da veinte puñaladas". "No, no. Perdí la cabeza. No recuerdo nada", insistió el acusado.
El juicio quedó ayer visto para sentencia en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz. La fiscal pedía en principio 23 años y 8 meses de prisión pero subió a 28 por intento de asesinato y otros delitos, entre ellos el de amenazas: por las que considera acreditado que el procesado hizo antes de pasar de las palabras a los hechos. La acusación particular también elevó su petición, más alta aún que la de la fiscal. La defensa se sumó a las modificaciones: aceptó tentativa de homicidio y pidió al tribunal que condene al procesado a seis años de prisión. Con una atenuante muy cualificada: estima que el joven padece un trastorno de personalidad esquizoide y que cuando apuñaló a su ex novia sufrió un episodio psicótico.
Ese diagnóstico lo sostuvo ayer una psicóloga que trató al acusado. Pero dos forenses explicaron, por su parte, que ellos no ven trastorno por ningún lado. Ni trastorno ni episodio psicótico. Ninguna patología. La fiscal y la abogada de la acusación particular se apoyaron en esa opinión al rechazar que el acusado se beneficie de esa atenuante.
La fiscal fue más allá y retiró incluso la atenuante de confesión que llevaba en su calificación provisional. Tras apuñalar a su ex novia delante de un amplio grupo de testigos, el joven se subió al coche, arrancó y se fue camino de Úbeda, en Jaén, donde reside. Allí se cambió de ropa, tiró a un contenedor la que vestía manchada de sangre ("para que mi madre no al viese", dijo) y llevó el coche a un olivar y lo dejó allí. Luego se dirigió al cuartel de la Guardia Civil y comunicó que había apuñalado a su novia.
La fiscal considera que eso lo hizo sabiendo perfectamente que estaba ya identificado como el autor de las puñaladas que había dado delante de un montón de testigos. Por eso retiró la atenuante de confesión. No le da valor a ese gesto.
La agresión tuvo unos precedentes sobre los que aportaron versiones distintas el procesado y la joven que va en silla de ruedas: sólo el azar impidió que no muriese en el ataque (19 puñaladas, 20 heridas, algunas defensivas) pero le han quedado secuelas permanentes y una minusvalía de un 92%. La chica explicó que decidió dejar a su novio porque él se enfadaba mucho, no la dejaba ir a ningún lado, la insultaba y una vez le pegó. Él reaccionó con amenazas constantes. Muchísimas amenazas. Cuando vio que ella no quería volver a salir con él, le dijo que iba a comprar una pistola y matar a toda su familia delante de ella y ella la última. Se lo contó a sus padres y pusieron dos denuncias.
El acusado negó las amenazas. Dijo que sólo quería que ella le explicase qué había pasado: por qué no quería seguir con él. Dijo también que la denuncia lo deprimió. "Yo estaba hundido", aseguró.
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