"Un policía termina de formarse en la universidad de la calle"
Francisco Álvarez · Segundo comisario del CNP de Jerez
En diciembre del año próximo Francisco Álvarez se jubilará tras haber dedicado más de cuatro décadas al Cuerpo Nacional de Policía.
Francisco Álvarez es el segundo comisario del Cuerpo Nacional de Policía en Jerez desde tiempos ‘inmemoriales’. Este leonés de 63 años lleva más de media vida en Jerez. No en vano, hace ya 36 años que recaló en una ciudad donde, uno de los primeros mensajes que recibió por parte de un jerezano, en una sobremesa en pleno agosto, fue: “A estas horas lo mejor que hace usted es echarse una siesta”. Y reconoce que siguió el consejo en los meses de estío. Con 42 años de servicio a sus espaldas, Francisco Álvarez afronta la recta final de una intensa carrera profesional que concluirá con su jubilación en diciembre de 2016. Activo, jefe con mayúsculas y perfecto conocedor de la ciudad que es su hogar, el segundo comisario reconoce que “Jerez es una ciudad tranquila, por la que se puede pasear y salir a cualquier hora del día y de la noche. Es así porque entre todos lo hemos hecho posible”, metiendo en ese ‘entre todos’ tanto a los agentes que tiene a su mando como a los ciudadanos de bien.
- ¿Cómo se tomará la jubilación tras una vida profesional tan intensa?
- Pues bien. Considero que llevo acumulados muchos años de trabajo y de sacrificio. Es un merecido descanso. Además, ya va siendo hora de darle paso a las nuevas generaciones.
- ¿Qué aspecto profesional hace a un agente un buen policía?
- La universidad de la calle. Ahí, en las aceras, en los fregados, a las duras y las maduras es cuando te enteras perfectamente de qué es lo que te traes entre manos.
- ¿Cuánto tiempo pasa desde que un joven sale de la Academia de Ávila hasta que se ‘doctora’ en la universidad de la calle?
- Pues entre cinco y seis años aproximadamente. En España los policías salen perfectamente formados, con una calidad profesional estupenda, pero es en el ejercicio profesional cuando se forman definitivamente.
- Son 42 años de servicio en la Policía. ¿Alguna espina que se haya quedado clavada en todos estos años?
- Por desgracia sí. La asignatura pendiente es la resolución del asesinato de Juan Holgado. A todos los profesionales nos duele enormemente que quedara impune.
-¿Considera que fue un caso excepcional?
- Jerez es una ciudad tranquila de la que se puede disfrutar, por la que se puede pasear, en la que se puede convivir. Y es así porque todos hemos puesto los medios para que sea así. A cada día que pasa vamos avanzando. Parece que el año próximo ya comenzará la construcción de la nueva comisaría. No tendré el privilegio de trabajar en ella pero pueden tener por seguro que en cuanto esté operativa me pasaré por ella.
- ¿Cómo era la comisaría de Jerez a la que llegó usted allá por 1979?
- Voy a serle absolutamente sincero. Llegué y a los dos meses ya me quería ir. Era una comisaría repleta de gente mayor, pero llegamos una hornada de jóvenes profesionales con ganas de hacer cosas nuevas. Quería irme y, al final, Jerez me absorbió. Lo que son las cosas.
- ¿Cuando llegó a Jerez de dónde provenía?
- De la Jefatura Superior de Bilbao, donde estuve de 1973 a 1979. Eran los años de plomo, con el terrorismo en todo su auge... Fueron años duros, muy duros.
- ¿En qué ha ganado el Cuerpo Nacional de Policía en todos estos años? ¿Cuáles considera que han sido sus mayores avances?
- Hemos mejorado en todo. Los policías están mucho mejor preparados que hace 40 años. La academia es especialmente dura. Allí aspiran a ser agentes hasta licenciados en Derecho que ansían entrar en la Escala Básica. Las oposiciones son igualmente duras y los compañeros que pasan por la Escala Superior cursan una carrera universitaria. Los medios de trabajo no tienen ni comparación. Los laboratorios están dotados de los mejores medios y sus profesionales están súper especializados. Yo aún recuerdo aquellas patrullas de antaño en los Seat 1.500, sin ningún tipo de confort y los turnos 24-48, que suponían trabajar un día entero y descansar el día de salida y otro más. Afortunadamente ya no hacemos eso. Era infrahumano.
- Imagino que la informática también supuso igualmente un avance importantísimo en el trabajo policial...
- Por supuesto. Antes por ejemplo las huellas se cotejaban por ficheros. Muchos buenos agentes se han dejado la vista en aquellas fichas aunque alcanzaban tal grado de especialización que echándole un somero vistazo ya sabían a quien correspondían las huellas al tratarse de delincuentes habituales.
- ¿Prefirió no ascender para poder seguir en Jerez?
- Podría haber ascendido hace un montón de años pero estoy casado con una jerezana y, sobre todo, estoy muy satisfecho con el trabajo desarrollado. La ciudad de Jerez ha tirado mucho de mí. Soy muy feliz aquí.
- Multitud de comisarios han pasado por Jerez y lo han tenido de segundo. ¿Que destacaría de ellos?
- Pues que todos han dejado algo de su impronta. Quizás el que más Andrés Garrido, que estuvo con nosotros 8 años, así como Carlos Pérez Martín, que estuvo cuatro... Andrés dejó Jerez para ir de comisario de Seguridad Ciudadana a Madrid con 3.000 hombres y mujeres a su cargo. Ahí es nada. Seguimos guardando una gran relación.
- Una anécdota de esa relación es que usted comenzó siendo su superior y los papeles al final se cambiaron...
- (Sonríe) Ciertamente. Él venía como inspector de la Unidad de Intervención Policial con ocasión de los Grandes Premios de Motociclismo. Él era quien llamaba a mi puerta. A los años, era yo el que llamaba a la suya.
- ¿Qué destinos ha tenido en la comisaría de Jerez?
- He hecho casi de todo. Con 34 años se me encargó la coordinación de los Grupos de Investigación Ciudadana y monté tres equipos con lo mejor que había en la casa. En los años 90 se me encargó la jefatura de la Brigada de Seguridad Ciudadana, donde tenía al mando a 199 profesionales, prácticamente dos tercios de los efectivos de la comisaría. Durante 18 años me hice cargo de la seguridad en el interior del Circuito de Jerez y durante 10 fui jefe de Policía Judicial. Hace dos años me hice cargo de nuevo de Seguridad Ciudadana.
- Dicen que es un amante de su trabajo...
- Si no amas tu trabajo no haces las cosas bien. Quienes vienen a trabajar con ganas y ánimo obtienen grandes resultados, mientras que los que vienen a rastras tan sólo hacen aquello que se les manda. Yo, por ejemplo, vengo todos los sábados y domingos del año a la comisaría para dar una vuelta y saber si ha pasado algo destacable.
- ¿Es un policía nacional de vocación?
- Pues sí. Mi padre quería que fuese militar, pero acabé saliéndome para hacerme policía. Este trabajo me ha dado y me da muchas satisfacciones. Le puedo asegurar, con el corazón en la mano, que contra más trabajo tengo entre manos más disfruto.
- ¿Cómo se le da a usted eso de mandar?
- Mire: mandar mal lo hace cualquiera, pues pocas personas saben mandar bien. Debes empatizar con las personas a tu cargo. Recuerdo que las nochebuenas y nocheviejas, cuando Miguel Arias era ministro, me escapaba de casa y me iba a visitar a los agentes que ejercían labores de vigilancia ante su domicilio. Veinte minutos de charla hacen milagros y ayudan a saber que no estás solo.
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