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Jerez íntimo

'Mi querida cofradía' hace aguas

Extrapolar el mundo o submundo o trasmundo de las Hermandades -su vida interna- a las artes escénicas -léase largometraje, cortometraje, monólogo, teatro, etcétera- exige de antemano una condición sine qua non: el profundo conocimiento de las claves -del devenir cotidiano social y sociológico, costumbrista si se quiere- de la idiosincrasia de puertas adentro de las potentísimas cofradías de Semana Santa. Si no se domina al dedillo las relaciones e interrelaciones personales e interpersonales que crecen y se desarrollan en el interior de una Hermandad -con su lenguaje, con sus motivaciones, con sus empatías y antipatías, con sus floraciones grupales- difícilmente podrá traducirse y ni siquiera interpretarse sus latentes para proyectarlas sobre la gran pantalla o sobre la quinta pared de la representación teatral.

Es cuanto ha sucedido con el estreno cinematográfico -en clave de fallida comedia- de ‘Mi querida cofradía’. Porque ni el planteamiento es original ni la escritura del guión se ha mechado con la suficiente gracia humorística como para desternillar al espectador a partir de una situación con tufo de colateral feminismo demasiado forzado. La joven directora Marta Díaz de Lope ha contado de entrada con no pocos privilegiados avales. Al menos dos poderosos. El primero: el filme llega impulsado desde la ESCAC y arropado asimismo por todos los logos oficiales -que no oficialistas- del cine andaluz. En segundo término: el fortísimo empuje promocional del producto. Pero, constituyendo pilares esenciales, han servido de poco. O no han sumado los suficientes ingredientes como para al menos redondear una comedia comercial.

El argumento, de puro simple, no beneficia ni de lejos la proyección externa de la interioridad de las Hermandades pese a que, parafraseando a la directora, “la película está concebida desde el respeto a la Semana Santa”. Aseveración e intentona que ni por asomo ponemos en tela de juicio. Aunque empero resulta irreconciliable el tratamiento -la radiografía parcial- de las Hermandades, de puertas adentro, con el desconocimiento integral de su busilis y de su ringorrango. De sus más sanas intencionalidades también. Plantear una confrontación de género -mujer versus hombre y viceversa- de cara al desempeño del poder de una cofradía parece un planteamiento trasnochado. Por su simplicidad y por su irrealidad. Porque las Hermandades han trabajado a destajo de muchos años a esta parte por la inclusión y la igualdad de la mujer en todas las funciones y funcionalidades -derechos y deberes estatutarios-. Se trata de una evolución adaptada y adaptable a la realidad del día a día de las corporaciones nazarenas.

Puede que existan Hermandades ancladas en determinados reduccionismos machistas pero probablemente constituyan minoría. Reminiscencias de corto trayecto al tenor de los tiempos que corren. Con todo y con eso, una mujer no tiene más puntos para ser elegida como Hermana Mayor por razones de su género. Ni tampoco al contrario. Análisis pluralistas aparte, pudiera extraerse la nada desdeñable circunstancia de unos comicios cofradieros que enfrente a un hermano y a una hermana en las urnas y hasta que tal circunstancia -nada extraña ni aconsejable ni desaconsejable- sirviera de base -como de hecho así ha acontecido- para la sinopsis de una comedia del séptimo arte. Pero, incidimos, desde el dominio de la mundología cofradiera. ‘Mi querida cofradía’, en este sentido, hace aguas.

A tenor del resultado, vislumbramos que Marta Díaz de Lope tampoco ha brillado en el trabajo de la dirección de actores. Quizá su temor a traspasar la linde de lo irreverente haya propiciado una resultante alicorta, escasa de mordacidad, con una aspiración de humor que deviene en gags lineales. El elenco actoral aterriza ya descolocado. Fuera de contexto. Y asimismo fuera de tono. Apostar al teórico caballo ganador de un tema de masas -la Semana Santa, como la Fe, mueve montañas- es confundir el atún con el betún. Y la gimnasia con la magnesia. ‘Mi querida cofradía’ no llega a la suela del serial de vídeos en corto ‘El palermasso. Golpes de humor cofrade’ del gran actor y ejemplar cofrade Antonio Garrido.

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