Salvador Pérez Cortés: "No creo en la vocación. Creo en el compromiso con la sanidad pública"
Médico Internista y director de la Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas y Microbiología del Hospital de Jerez
Apasionado de su trabajo y de su provincia, pudo elegir cualquier hospital de España pero se quedó, sacando su plaza en 1987 en Jerez y creando años después la Unidad de Enfermedades Infecciosas
Ha jugado un papel fundamental en las epidemias del sida y el Covid-19
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Aún se le hace extraño tener las mañanas libres. Más de 40 años trabajando con su bata blanca dan para mucho. El doctor Salvador Pérez Cortés ha vivido momentos claves de la sanidad a pie de camilla, inmerso en diagnósticos, tratamientos, en una lucha a contra reloj en muchísimas ocasiones contra la muerte de sus pacientes. Médico internista, infectólogo y director de la Unidad de Gestión Clínica de Enfermedades Infecciosas y Microbiología del Hospital de Jerez. Ha sido también presidente de la Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas, impulsando la cooperación, formación y difusión del conocimiento en Andalucía.
Pero además del gran currículo profesional, quien le conoce destaca su valor humano, su trato cercano, su mano siempre tendida y su fuerte compromiso con la sanidad pública. Hace unos días colgó su bata y ahora recordamos con él pandemias, la creación de la Unidad y analizamos la 'salud' de la sanidad.
De Telecomunicaciones a Medicina por no dejar Cádiz
Salvador Pérez Cortés no quería ser médico de pequeño. Es más, comenzó a estudiar Telecomunicaciones y además con notas extraordinarias. Era scout y en los campamentos asumía, así por 'casualidad', un papel parecido al del enfermero, "me gustaba esa historia". Ya metido en Telecomunicaciones tenía que mudarse a Madrid para continuarla y se negó. No quería dejar Cádiz. Así que decidió matricularse en Medicina.
"No creo en la vocación para nada. Yo creo en el compromiso con el sistema sanitario público y la vocación, si se tiene, pues muy bien. Pero creo que es mucho mejor para los ciudadanos que una persona, llegue como llegue a trabajar como médico, se comprometa con su función en la sociedad", reconoce Pérez Cortés.
Acabó Medicina en el verano de 1979 y estuvo cuatro años haciendo la especialidad de Medicina Interna mediante el sistema MIR en Cádiz. "Yo no me quería ir y eso que saqué un número muy bueno para irme a cualquier sitio de España, pero decidí quedarme en el Hospital Puerta del Mar", recuerda. "Esos primeros años me los pasé de escándalo. La situación del médico que está haciendo el MIR, creo que es una maravilla. Porque ganas un dinero apreciable y no tienes la responsabilidad completa del manejo del paciente. Una cosa que te gusta mucho, que te notas útil y que encima te pagan. Vamos, es una situación privilegiada. Así que el recuerdo es muy bueno. El sistema estaba bastante menos sobrecargado que ahora, porque una guardia mala en el Puerta del Mar en aquellos años, en los primeros años ochenta, pues era que entraran treinta y cinco pacientes. Aquí, en Urgencias del Hospital de Jerez hoy día hablamos que de trescientos no bajan. Y en los picos no digamos, se supera con creces", añade.
El fallo en la Atención Primaria, la bolsa de empleo y el malestar del profesional
"El sistema sanitario falla claramente en la prevención. No es que no se haga nada, algunas cosas se hacen, pero por desgracia la sensación que yo tengo, no conociendo bien esa parte del sistema, es que la Atención Primaria debería estar mucho más promovida para que la mayoría de las cosas no terminen en el Hospital, que siempre está bastante sobrecargado", destaca el médico.
Pérez Cortés recuerda que en sus primeros años de profesional "los gobiernos intentaron promover la Atención Primaria y durante unos años había un gran entusiasmo entre los compañeros, algo que ahora parece que se ha perdido y en parte puede ser porque el Estado no les está apoyando".
Pero para el especialista el compromiso del médico debe ir más allá del apoyo estatal: "No comulgo para nada con los profesionales que, sintiéndose maltratados por la administración, dejan entrever parte o todo ese desencanto a los pacientes. Yo creo que eso hay que separarlo radicalmente. Si tú estás disgustado con cómo te trata la empresa, cualquier empresa, pero en concreto la sanidad pública, tienes que protestar a través de los sindicatos. Próximamente hay una huelga de cuatro días. Esa es la forma de protestar, no en la consulta o en la planta de hospitalización con los pacientes siendo menos empático a consecuencia de ese malestar".
Sobre la bolsa de empleo, Pérez Cortes reconoce que "he sido director de la Unidad mucho tiempo, y con frecuencia por baja o por aumento de la plantilla, he tenido que buscar personalmente médicos porque la bolsa de empleo del SAS no tiene una agilidad suficiente. Te queda un hueco libre pero sigues teniendo la misma presión asistencial. Es una urgencia encontrar a alguien que haga eso. Te mueves a través de tu sociedad científica, a través de tus conocidos de otros hospitales: 'Mira que me hace falta un internista'. Y no es fácil, no hay muchos. En algunas ocasiones hemos estado unos meses esperando que alguien saliera para poderlo contratar".
La creación de la Unidad de Enfermedades Infecciosas en el Hospital de Jerez por el sida
Durante sus años en el Puerta del Mar, el doctor Pérez Cortés estuvo muy cerca de una sección de Medicina Interna que se dedicaba fundamentalmente a la enfermedad infecciosa: "Me encantó porque es realmente la única especialidad médica en la cual curamos a los pacientes. Bueno, no a todos, por desgracia, pero a la inmensa mayoría sí, porque nuestro enemigo no es el paciente, no es algo propio del paciente, sino un microorganismo, un microbio que le está afectando y para los cuales afortunadamente hace unos años casi podíamos decir que podíamos tratarlos a todos. Ahora ya no es tan estupendamente debido al problema de la resistencia a los antimicrobianos, pero de todas maneras seguimos tratando".
Tras el Puerta del Mar, sacó su plaza en 1987 en el Hospital de Jerez y comprobó que el servicio de Medicina Interna estaba "un poquito dejado de lado. Había pocos internistas y muchos especialistas. O sea, bastantes cardiólogos, bastantes nefrólogos, digestólogos, neumólogos... Sin embargo, de internistas había poco y eso es un modelo nefasto. Pero fuimos poquito a poco luchando con el apoyo de la Administración sanitaria, de los directores del hospital, que tuvimos algunos en esa fase estupendos. Gente muy comprometida con Jerez y con el Hospital como mi amiga y compañera Carmen Páez Moreno, que desempeñó un papel magnífico en esto que estamos hablando".
El escenario en ese momento en la ciudad y en el Hospital estaba marcado por el sida: "Teníamos bastantes camas de Medicina Interna, pero entonces nos llegó ya lo gordo de la epidemia del VIH. En aquel momento, lo peor casi no era el VIH, que ya era complicado y daba mucho miedo, sino que esa infección se daba en drogadictos por vía parenteral, adictos a la heroína. Entonces claro, en los primeros años de los 90 fue una auténtica epidemia".
¿Qué ocurría en el Hospital? Pues que los pacientes de Medicina Interna 'convencionales' compartían espacio con estos pacientes "y la convivencia era terrible". "Entonces decidimos hacer una zona de Enfermedades Infecciosas. La planta grande de Medicina Interna la partimos en dos, se quedó una parte mayor para medicina interna convencional y le dedicamos 21 camas para enfermedades infecciosas. Estas 21 camas estaban en otro lugar bastante separado y en esos momentos prácticamente estaban todas las camas llenas de enfermos de sida terminal", recuerda.
De estos años, el doctor Pérez Cortés tiene guardada una de las imágenes más "emotiva" de su carrera profesional. El especialista recuerda que estos pacientes de sida, por lo general, estaban "abandonados" por sus familias. Si bien el padre y los hermanos del enfermo no iban al Hospital, "la madre estaba permanentemente sentada al lado de la cama del hijo que se estaba muriendo, vestida de negro. Estaba al pie del cañón hasta que, por desgracia, el hijo normalmente terminaba muriéndose. Esto es lo que tiene la práctica de la medicina hospitalaria, que ves las cosas más terribles, pero también ves las partes más preciosas de la naturaleza humana, como el vínculo entre una madre y un hijo".
Él sabía que estaba "predestinado" a las enfermedades infecciosas, pero no lo podía hacer solo. "Tuve que preguntar a la plantilla de internistas a quién le apetecía dedicarse a eso también. Afortunadamente tres compañeros decidieron venirse y empezamos el rodaje. Y con Enfermería ocurrió igual. Creo que al ser una elección voluntaria hace de la unidad algo especial. El personal tiene un fuerte compromiso con el paciente. Hace bastantes años puse oficialmente que la misión o la característica de esta Unidad era que nos esforzábamos en tratar a cualquier persona que nos llega a la consulta o a la planta como si fuera un pariente directo nuestro. Nunca he querido diferencias de trato y es más, nosotros nos enorgullecemos de que prácticamente no tenemos listas de espera", subraya.
"El internista es capaz de tratar cualquier enfermedad compleja, empezar con el paciente y pedir a lo mejor la colaboración de un especialista. Pero lo que es el manejo global del paciente es el trabajo del internista. Y es muy eficiente, porque lo hace todo él con estas colaboraciones puntuales. Ese modelo en Jerez estaba al contrario, pero ahora yo diría que está bastante equilibrado", destaca.
Y llegó la pandemia del Covid-19 a Jerez
El jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas iba escuchando la radio camino de Ronda en coche cuando por Algodonales se dio la vuelta y volvió a Jerez. "Nos habíamos preparado algo por los casos de China e Italia, pero creo que fuimos excesivamente optimistas sobre el control con medios disponibles en ese momento. Habíamos hecho algunas reformas en el Hospital para aislar a los pacientes que nos pudieran llegar con Covid, hicimos simulacros de la llegada de un paciente a Urgencias... Gracias al jefe de Medicina Preventiva, Juan Antonio Córdoba, recibimos información previa y su experiencia y serenidad fueron extraordinarios para formar un equipo. Pero pensando en la llegada de un solo paciente a Urgencias por la mañana, empezaron a llegar decenas por las mañanas, decenas por la noche... Y de unas cuantas habitaciones en mi planta, nos fuimos extendiendo una planta, otra planta, y al final teníamos casi todas las plantas del Hospital a nuestro cargo, con la ayuda increíble de muchos especialistas ajenos a la especialidad que se volcaron", subraya.
"A lo mejor teníamos que ver en la mañana a 200 pacientes complicados, en situaciones muy graves. Informar por teléfono a las familias... Fue un momento muy triste y al final, años después, se ha demostrado que fue un modelo de colaboración total. En España cuando hay una alarma, todo el mundo, menos los políticos, se olvida de las diferencias y acude a ayudar", destaca el doctor.
Salvador Pérez Cortés es un apasionado de su trabajo y no desaprovecha la oportunidad de poner en valor a su Unidad. Se va del Hospital de Jerez sin que el colectivo haya logrado el reconocimiento del título de especialista en Enfermedades Infecciosas, "algo importantísimo para la formación de futuros especialistas". Pero también se va orgulloso de que su hijo eligiera ser médico, además internista, y desde hace varios años es Adjunto de Medicina Interna en el Hospital Universitario Virgen Macarena: "La sucesión profesional está asegurada y es muy satisfactorio saber que uno se va, pero queda su hijo haciendo la misma labor".
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