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Obras del nuevo acceso a los Claustros

Otro sentido para los Claustros

  • Las obras del nuevo acceso al monumento dejan al aire un deambulatorio, muros originales del siglo XIII y una lápida que el Arqueológico está investigando

Imagen del nuevo acceso a los Claustros, por la antigua Capilla del Dulce Nombre.

Imagen del nuevo acceso a los Claustros, por la antigua Capilla del Dulce Nombre. / Pascual (Jerez)

Las obras del nuevo acceso a los Claustros de Santo Domingo han abierto la puerta a diversos hallazgos arqueológicos. En los estudios paramentales que se han realizado, es decir, lo que es picar los muros y dejarlos en su estado natural, se ha podido seguir el rastro cronológico de la zona intervenida y, de hecho se pueden ver distintas fases constructivas. Además, se han realizado sondeos para ver qué había debajo y, entre tanto ‘relleno’, se encontró un fragmento (64 x 53 x 9 cm) de una lápida. En ella puede leerse: “(E)ntierro y altar/ ... Francisco Pacheco/Es... 24 perpetuo de es/(ta) ciudad y de doña Bea/(triz) de Miranda su muger/... Vose esta lapi/(da) don Bar/...”.

“La lápida se encuentra en el Museo Arqueológico, donde se está estudiando. Será de la capilla, pero por donde se ha hallado está totalmente descontextualizada. Habrá que ver si las medidas coinciden con la entrada a la cripta y quiénes eran las personas que aparecen en ella: Francisco Pacheco y Beatriz de Miranda, y un nombre más que hay de descifrar”, explica Rafael Jorge Racero, de ‘Xerflón Arqueólogos’.

Estas intervenciones afectan a dos capillas, la que pertenecía a la Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús y a la llamada de Ribadeneira (pequeña). Dicho estudio paramental ha dado pie a conocer la evolución de ambas. En su origen, siglo XV, los dominicos ceden la primera a los cartujos para cuando vinieran a la ciudad y así poder rezar. Posteriormente, los cartujos se marchan, a finales del XVII y principios del XVIII, que es cuando ya se construye los que es la segunda parte y la cúpula.

Junto a esta capilla está la de Ribadeneira, que es independiente y a la que los dominicos le hicieron un acceso. En las obras también se ha ‘destapado’ un deambulatorio, o paso, desde la iglesia hasta la capilla del Dulce Nombre. “Se sabía que había un paso, pero se ha visto que se tapó en el siglo XX, época en la que se ha hecho de todo en los Claustros, había hasta oficinas. De esta manera, se dejará abierta con el sentido original de la capilla”, añade Jorge Racero.

Otros hallazgos interesantes son la aparición del muro primitivo de los Claustros, finales del XIII y principios del XIV, aunque también ha aparecido un muro de ladrillo (siglo XIV) que está en relación con la puerta almohade de los Claustros y con esa construcción original.

“Cronológicamente están muy ligados en el tiempo, aunque quizás no sean de la misma construcción. Son contrafuertes del primitivo claustro, que aún se mantienen y que han enmarcado la capilla de Ribadeneira, donde se celebraba la eucaristía, cuyas pinturas han sido restauradas por Agustín Pina”. Muchos de los materiales que se han hallado en esta intervención han sido reutilizados, como las piedras de canto. De hecho, también se supo que hubo un altar, que pasó luego a ser acceso en el siglo pasado. Hay testigos de cemento que lo demuestran.

Hay que recordar que los dominicos llegan a Jerez en el siglo XIII, ocupan un adelantado defensivo de Puerta de Sevilla, que les dona Alfonso X ‘El Sabio’, y ellos lo van transformando a su gusto a lo largo de la historia. Esta primera capilla surge cuando se empiezan a levantar los Claustros, en el siglo XIV-XV, que no se construyen de la nada, o sobre la nada. Los muros son los de ese adelantado (que podría ser de finales del XII ó XIII).

El nuevo acceso a los Claustros convertirá al anterior en salida para cumplir así con la normativa de seguridad. Los espacios hallados se mantendrán pero los paramentos no están para ser visto, como no estaban antes, y para que no se degraden. Antes de finales de año será una realidad.

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