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4 toreros de Jerez 4

Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

Venturita, o el pundonor; Juan Antonio Romero, el valor; Rafael de Paula, el arte; y Juan José Padilla, el resumen y compendio de los tres nombres anteriores1.- Venturita, el pundonor torero. 2.- Juan Antonio Romero, recibiendo la alternativa de manos de El Litri. 3.- Paula, el arte del toreo, reflejado en su media verónica. 4.- Juan José Padilla, citando a banderillas, desde el estribo.

4 toreros de Jerez 4

05 de octubre 2009 - 01:00

A Juan José Padilla que me inspiró este artículo, viéndole torear el otro día, en Granada, y deseándole una pronta recuperación.

EN lo que un o lleva viendo torear, desde toda su vida, los cuatro toreros de Jerez que más me han impactado han sido mis tres buenos amigos Venturita, Juan Antonio Romero y Rafael de Paula. El primero, del que fui vecino, de muy joven, en la calle Ancha, y al que entrevisté cuando aún toreaba, hace más de medio siglo, podemos identificarle como el pundonor en persona; además de ser un verdadero estilista del toreo. A Juan Antonio Romero, al que también entrevisté, y del que fui muy amigo, le podemos representar con el valor más decidido; un hombre que iba a por todas, a entregarlo todo, cada vez que toreaba. Y a Rafael de Paula, al que seguí desde sus comienzos y con el que me une aún una buena amistad, toda la afición de España está de acuerdo en definirlo como el arte del toreo por excelencia. Claro que, de unos y otros, hablamos como matadores de toros, en sus mejores momentos.

Nos queda el cuarto torero, en activo en estos momento, porque desgraciadamente los dos primeros hace tiempo que fallecieron; y Rafael se encuentra ya fondón y totalmente retirado, viviendo felizmente de sus recuerdos. Este cuarto torero puede ser, y así modestamente lo estimo, como el compendio y resumen de los tres anteriores. Es Juan José Padilla, al que únicamente conozco de sus grandes proezas en los ruedos. Porque aún no tuve ocasión de conocerle personalmente, aunque en mi libro de la "Historia del Toreo en Jerez" (Editado en. 2004), ya tuve ocasión de decir de él que es un "torero muy valiente, ejecutando todas las suertes el toreo, como matador y colocando banderillas; sobre todo haciendo la suerte del "violín" de su invención. Ha sufrido numerosas y muy graves cornadas a lo largo de su carrera taurina, toreando las corridas más duras, en todas las plazas, en la mayoría de las cuales llegó a triunfar. Especialmente en Madrid y Pamplona, donde es - en esta última -todo un ídolo de la afición Navarra".

Y recordaba, entonces, su proeza de la plaza de El Puerto, cuando hace cinco años mató seis toros de la ganadería utrerana de María Luisa Domínguez y Pérez de Vargas, que dieron desigual juego. Gesta torera en solitario, como único espada, llevada a cabo el día de la Virgen de Agosto de 2004, en la que Padilla toreó de capa y muleta, ejerció de picador, en uno de sus toros, los banderilleó y mató a todos, cortando un total de tres orejas que le abrieron la puerta grande del coso portuense.

Padilla, que tomó la alternativa, en la plaza de Algeciras, hace ya quince años, es, al mismo tiempo, un diestro con mucho pundonor, enorme valentía, y arte de lidiador clásico; habiendo sido calificado por algunos como un guerrero, y por otros como un luchador y como un gladiador del toreo. Gladiator Padilla lo han llegado a llamar los críticos; porque realmente realiza un toreo heroico, de gladiador, peleándose con todos sus enemigos; con arriesgada y total entrega, en el ejercicio de su profesión; como lo demuestran las numerosas cicatrices que condecoran su cuerpo y las veces que ha pasado por las enfermerías y quirófanos de las plazas. Un torero que nunca se va de rositas de los ruedos, porque siempre los toros le bordan con sus cornadas claveles de sangre sobre sus ternos de luces.

Tal ocurrió el otro día, en Granada, en cuya plaza él mismo se hizo un torniquete para cortar la sangre que le brotaba, bajo la ajustada taleguilla. Otro torero se hubiera retirado a la enfermería; tal vez para no salir más; pero Juan José, que además de valiente es un hombre con mucho pundonor y vergüenza torera, no quiso pasar por la enfermería, hasta que terminó su actuación. Un gesto que le honraba como torero y como persona responsable, que saber ser y sabe estar en la arena, en todas las circunstancia de la lidia, pase lo que pase y como pase. Aunque al término de su hazaña, aplaudida insistentemente por todo el público, el presidente de la corrida fuera tan cicatero que le negara los trofeos que, con tanto esfuerzo, supo conquistar a costa de su sangre.

Ante su pundonor, su arte y su valentía, los aficionados no tenemos más remedio que descubrirnos; señalarlo con orgullo y aplaudirlo, con admiración y respeto, como el mejor y más completo torero de Jerez del siglo XXI. ¡Va por ti, Juan José! Recupérate pronto y que Dios reparta suerte, para que los toros te respeten de ahora en adelante.

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