La transferencia de embriones, tema de debate en La Cartuja
La página ecuestre
La Yeguada del Bocado celebra del 22 al 26 de junio un curso sobre la técnica reproductiva que ha revolucionado la cría equina en el continente americano
La Yeguada de La Cartuja prepara para el mes de junio un novedoso curso equino que tendrá lugar en sus instalaciones y al que asistirá un reducidísimo grupo de veterinarios especializados en la vanguardista técnica reproductiva de transferencia de embriones (TE).
La transferencia embrionaria es una herramienta reproductiva relativamente reciente, pues fue en 1890 cuando el británico Walter Heape llevó a buen término la primera transferencia embrionaria en conejos. En 1974 se llevaron a cabo las primeras transferencias embrionarias en caballos, concretamente en Inglaterra y en Japón, aunque paradójicamente ninguno de estos países lidera actualmente la técnica en el mundo. En este importante ranking se incluyen tres países, a saber: EEUU, que experimenta con los ejemplares de Cuarto de Milla; Brasil, que lo hace con los Mangalarga; y Argentina con los de Polo. Los tres son países en donde la producción y la cría de caballos es masiva, mientras que en Europa los países que más transferencia embrionaria en equinos hacen son Francia y Alemania. España, por su parte, da sus primeros pasos.
Por ello, resulta comprensible que llamen la atención frases que circulan por el mundo ecuestre como esta: El año pasado, mi yegua tuvo cuatro potros con distintos padres, y además estuvo rejoneando. Javier Mota, director técnico de la Yeguada del Bocado y prestigioso veterinario, ha explicado para este periódico que sin embargo, no se trata de ningún disparate. Con técnicas tan avanzadas como la transferencia de embriones, las limitaciones para la cría en yeguas deportivamente activas o con problemas reproductivos ya no suponen un problema.
La transferencia embrionaria en equinos consiste básicamente en obtener embriones de una yegua donante y transferirlos al útero de una yegua receptora. La principal peculiaridad es que la donante no gesta en el período de once meses, que se denomina de inactividad, y es la receptora la que se encarga de llevar la gestación a término. Está científicamente demostrado que el vientre de la receptora no influye en la genética de los embriones, siempre serán descendientes de la yegua que los fecundó en su útero con el esperma del semental elegido para ella.
La vanguardista técnica está especialmente indicada en hembras que están deportivamente activas, en yeguas ancianas, en potras de dos años de edad y, en general, en aquellas yeguas de calidad genética contrastada.
El record mundial de esta práctica lo ostenta una yegua de la que se obtuvieron 16 embriones en una misma temporada. Todas las yeguas receptoras quedaron preñadas, mientras que la donante quedó vacía ese mismo periodo de tiempo.
Hay que decir igualmente que en Argentina, el 90 por ciento de los embriones es de yeguas de Polo que tienen entre 15 y 16 años de edad y que están jugando en el mismo equipo con su hija y su nieta; es más, las hay que tienen más de cuarenta hijos y no han gestado a ninguno de ellos.
Hoy en día, en la yegua, la mayoría de las transferencias se realizan a celo natural, es decir, libres de tratamientos de hormonas para lograr una mayor respuesta ovárica (superovulación). La transferencia de embriones es un delicado y meticuloso procedimiento reproductivo que está sujeto a una serie de pasos o etapas de riguroso cumplimiento: selección de hembras donantes, selección de hembras receptoras, sincronización de ambas, recogida de embriones de la donante, catalogación y selección del embrión y, finalmente, transferencia al útero de la receptora. Una yegua donante es la denominación que se da al resultado de un compromiso entre dos personas: el cliente o propietario de la yegua, que siempre tiene la potestad de elegir una yegua como donante, aunque no reúna los requisitos médico-reproductivos apropiados, y el veterinario, que examinará el estado de salud general, la actividad ovárica y los antecedentes de fertilidad para confirmar que es capaz de producir embriones viables de la mejor calidad posible. La receptora por su parte deberá ser fértil, cíclica y con buen estado de carnes, de entre cuatro y once años y se elegirá de entre las que han tenido al menos un parto. Así mismo, se buscarán animales dóciles y con buen manejo, para disminuir el efecto del estrés sobre la fertilidad tras la transferencia del embrión. Una hembra con un carácter difícil que va a criar un potro, seguramente, va a transmitir parte de su temperamento a la cría.
Debe ser una yegua de primera clase, pues se va a poner un embrión muy valioso en ella. Su tamaño debe ser igual o superior al de la yegua donante.
La transferencia del embrión al útero de la yegua receptora es una de las fases más delicadas de la técnica. Existen dos tipos: quirúrgica y no quirúrgica. La primera se realiza mediante incisión en el flanco del ijar, para acceder a un cuerno del útero. Evidentemente, tiene el riesgo de toda técnica quirúrgica, mientras que la segunda es fácil de realizar vía transvaginal, con un resultado de 50-75% de éxito. Actualmente, se realizan más las técnicas no quirúrgicas o vaginales, introduciendo el embrión en el cuerpo uterino de la yegua receptora, vía cerviz, con la ayuda de un catéter de inseminación.
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