La uva vale más de lo que cuesta

Hay muchas maneras de enfocar este asunto, pero probablemente lo más fácil sea ir de frente: con los precios que hoy en día se pagan por la uva en el Marco de Jerez no se sostiene que se apele al prestigio de la denominación de origen. Aparte de que los viticultores tienen que sobrevivir, ¿no?, es insostenible -en el orbe vinatero mundial, no se trata de lo que le parezca a este humilde cronista, que dicho sea de paso, también le parece- que se insista en las bondades y en el papel preponderante de un vino cuya uva se está pagando sobre los 12 céntimos el kilo, o lo que es lo mismo, unas veinte pesetas. Sin entrar a analizar el precio en el club de las grandes denominaciones europeas de las que el jerez forma parte, vemos en un simple vistazo a lo que se paga por la uva en España que el precio del Marco no se sostiene. Según información facilitada por Coag, la uva en La Rioja (tempranillo) se ha pagado a 57 céntimos; Rueda a 40 céntimos; albariño a 1,14 (en Ribeiro), cifras a años luz para la uva de Jerez. En realidad, los precios del Marco se corresponden -incluso por debajo- con zonas como La Mancha (12 céntimos); Valencia (tempranillo, 14 céntimos) o Penedés (parellada, 18 céntimos). En un mundo en el que la uva es cada vez más valorada, hablar de un precio para Jerez a la altura de La Mancha (con todos los respetos) hace que esa afirmación caiga por su propio peso, sobre todo si se habla de vinos VORS por los que se pide (con razón) más de sesenta euros.

Es cierto que las bodegas siempre pueden apelar a que el jerez es un vino básicamente de enología, pero bueno... También las bodegas pueden decir que, en su gran mayoría, todas tienen viñedos propios y que solo compran uva o botas de mosto en función de sus necesidades y que en otras denominaciones de origen las bodegas tienen menos propiedades, pero no deja de ser un tema menor.

No se trata, claro está, de subir precios por subir, pero Jerez debe reflexionar muy profundamente sobre las causas de su crisis, unas causas que van mucho más allá de la actual coyuntura de precios de la materia prima y del vino (sobre todo la línea blanca) en las estanterías.