El Rebusco

Así nos vieron, así lo bebieron

  • Recuerdos de viajeros ilustres por Jerez

  • Pioneros en el turismo del vino

Vista (de una estereoscopía) del Alcázar desde el cuartel de San Agustín, principios siglo XX.

Vista (de una estereoscopía) del Alcázar desde el cuartel de San Agustín, principios siglo XX.

En mi viaje por Andalucía he estado también en Xeres. (Carta de Verdi a Mariani, 1863). 

stereoscopía de las bodegas González Byass, finales del XIX. stereoscopía de las bodegas González Byass, finales del XIX.

stereoscopía de las bodegas González Byass, finales del XIX.

Hace ya sus años, la Biblioteca Municipal de Jerez montó una exposición bibliográfica con la temática de Jerez en los libros de viaje, en la cual nos proponía ‘un recorrido por la mejor literatura viajera que detuvo su atención en la comarca jerezana’; remarcando que ‘dichos testimonios escritos son hoy un testimonio eficaz para tener una visión de la evolución de la ciudad de Jerez y su término de influencia a lo largo de los siglos XVIII y XIX especialmente’.

Se nos mostraba una selección de obras publicadas por destacadas personalidades que nos visitaron en los últimos siglos, y que dejaron memoria de sus experiencias vividas en esta parte de Andalucía: Lord Byron, Richard Ford, David Roberts, Gustave Doré, Théophile Gautier, etc. Era un reconocimiento a ‘ellos por el legado que nos dejaron, y que hoy nos permite acercarnos al pasado más cercano y colorista de este trozo andaluz que representa la comarca jerezana’.

En 2010 y 2012, la Universidad de Cádiz organizaría dos ediciones del Congreso Internacional Multidisciplinar de Historias de viajes, en el que tuve la oportunidad de participar con una comunicación que titulé 'Jerez y sus vinos vistos por los viajeros'. Un asunto que traté unos años antes, en mi conferencia impartida en la Real Academia San Dionisio, el 22 de mayo de 2007: 'La mirada extrañada'.

Más recientemente, mis artículos publicados en esta misma sección de El rebusco sobre las mujeres y los escritores sudamericanos que se acercaron por estos lares.

Programa de la exposición Jerez en los libros de viajes. Programa de la exposición Jerez en los libros de viajes.

Programa de la exposición Jerez en los libros de viajes.

De estas atrevidas aventureras por Jerez, y en los siglos XIX y XX, hemos contabilizado unas catorce. Un asunto al que cada vez se le presta más atención, el de las mujeres viajeras, que queda plasmado en trabajos como: 'Andalucía y las viajeras francesas' (1995), 'Viajeras románticas por Andalucía' (2008), 'Mujeres viajeras recorren la Andalucía del XIX' (2011), 'Andalucía vista con ojos de mujer, estudio sobre testimonios de viajeras francófonas en el siglo XIX' (2015).

Aunque aquí y ahora haremos una necesaria selección, es obligado reseñar que encontraremos una gran variedad de casos en obras de imprescindible consulta. Es el caso de la recopilación hecha por Raymond Fouché-Delbosc, 'Bibliographie des voyages en Espagne et en Portugal' (1991), y el magnífico de Carlos García-Romeral, 'Diccionario biobibliográfico de viajeros por España y Portugal' (2010). Ambos autores me han proporcionado la mayor parte de los nombres, una recopilación de unos 250 de estos “turistas”, atraídos, sobre todo, por la fama de los vinos elaborados en esta zona, destacando a británicos, franceses, americanos, alemanes y a propios del país.

Solo en el libro colectivo, 'Viajeros francófonos en la Andalucía del siglo XIX' (2012), he podido contabilizar que unos 55 de ellos incluyeron Jerez en su ruta. En este punto coincido con la experta en esta temática, la malagueña Blanca Krauel, cuando afirma en su tesis doctoral 'Viajeros británicos en Andalucía: De Christopher Hervey a Richard Ford' (1760-1845), publicada en 1986 por la Universidad de Málaga que: “De las restantes ciudades andaluzas, Cádiz, Sevilla, Málaga y Granada son sin duda los lions favoritos de los viajeros británicos de la segunda mitad del XVIII y primera mitad del XIX; seguidas a cierta distancia por Córdoba, Jerez y Ronda’. Confirmando que ‘el lugar que sin duda llama más la atención es Jerez de la Frontera, y por razones que son fáciles de imaginar’.

Esta afirmación no es compartida por el historiador local Ramón Clavijo, quien en su libro 'Viajeros apasionados. Testimonios extranjeros sobre la provincia de Cádiz, 1830-1930' (1997), expone al respecto: ‘Si bien coincidimos con Blanca Krauel, cuando afirma que ‘Cádiz, Sevilla, Málaga y Granada son las ciudades andaluzas favoritas de los viajeros británicos’, la inclusión de igualmente en esta categoría, por la citada autora, de otras poblaciones gaditanas como Jerez, creemos que no es acertada. No es posible comparar el número de testimonios dedicados por los viajeros, a Ronda o Córdoba, por ejemplo, a los existentes sobre poblaciones gaditanas, exceptuando la capital y por supuesto Gibraltar’.

Portada del libro de Ramón Clavijo Jerez y los viajeros del XIX. Portada del libro de Ramón Clavijo Jerez y los viajeros del XIX.

Portada del libro de Ramón Clavijo Jerez y los viajeros del XIX.

Esto lo argumenta en otra de sus publicaciones, en 'Jerez y los viajeros del XIX' (1989): ‘Hay una posible explicación a esta escasez de visitas por parte de estos viajeros, y es la de no estar la ciudad jerezana incluida en las dos rutas más tradicionales seguidas hasta entonces por estos viajeros’.

El mismo Clavijo expresa su frustración al considerar ‘que no son tantos ni tan variados los aspectos de la vida tratados, como en un principio pudiera deducirse del número de viajeros llegados a la ciudad’.

Por su parte, el profesor Antonio López Ontiveros opina que: ‘Jerez, de la que es tanto el material disponible que merecería una monografía, y en la que sin duda los tópicos, casi siempre elogiosos, están claros: algunas calles tortuosas y escarpadas, pero en general bien construido, término el más grande de España, viñedos y bodegas, caballos, Cartuja cercana, mucha nobleza. En este siglo es sin duda la agrociudad más prestigiosa de Andalucía y comparable a algunas de sus capitales’. Texto recogido de su artículo Caracterización geográfica de Andalucía según la literatura viajera de los siglos XVIII y XIX, Revista Eria, nº 54-55, 2001.

Jerez sí era, por tanto, una de las ciudades preferidas por estos trotamundos, y en sus escritos no solo prestaron atención al ‘tema vinícola’ sino a otras cuestiones de interés.

Con pincel y cámara de foto

El escritor y filósofo español José Ortega y Gasset dejó escrito: ‘...en los viajes se hace extremada la momentaneidad de nuestro contacto con los objetos, paisajes, figuras, palabras, y paralelamente crece y nos acongoja la pena que sentimos que así sea. Quisiéramos de algún modo fijar alguna de aquellas cosas que pasan a escape, como si tuviesen una cita allá lejos, con alguien que no somos nosotros.

Fotografía de la torre de la Atalaya, años 20 del siglo pasado Fotografía de la torre de la Atalaya, años 20 del siglo pasado

Fotografía de la torre de la Atalaya, años 20 del siglo pasado

A este fin llevamos un cuaderno y un lápiz; apuntamos unas breves palabras, y cuando un día, andando el tiempo, las leemos, el paisaje, la palabra, la fisonomía que desapareció adquiere cierta supervivencia, una como espectral vida que conserva de la real vagos ecos, remotos latidos’.Los viajeros que visitaron Jerez, y la zona del Marco, no solo lo hicieron pertrechados de un cuaderno y un lápiz, sino de pinceles, algunos, y de cámaras fotográficas, otros.En la primavera de 1832 el pintor francés, Eugene Delacroix, realiza un boceto de la muralla de Jerez, concretamente de la torre albarrana del Alcázar. En su corto periplo por Andalucía, cuando viajaba desde Cádiz hacia Sevilla, para brevemente en la ciudad. Una torre que destaca en una de las estereoscopias que de la ciudad guarda la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en su colección fotográfica. Estas imágenes datan de principios de siglo XX.

Un años más tarde, pero con más tiempo, vendría el artista inglés David Roberts. También pintaría la muralla, pero esta vez apostado en uno de los torreones de la calle Muro, además de otros lugares emblemáticos de la ciudad, entre ellos una bella vista, poco conocida, de la torre de la Atalaya, que se conserva en la National Gallery of Scotland. El mismo Gustave Doré, que acompañaba al barón de Davillier, ilustró L'Espagne, publicado en 1874. El capítulo dedicado a Jerez contiene varios grabados.

Del dibujo pasamos a la fotografía, de la mano del famoso fotógrafo Jean Laurent. Éste vino por la provincia en varias ocasiones, tomando de Jerez una treintena de fotos, las cuales serían publicadas en 1879, en la Guide du touriste en Espagne et Portugal, ou itineraire a travers ces pays, y en la Noveau Guide du touriste en Espagne et Portugal.

Entrado el siglo XX, exactamente en 1904, se pasearía por las calles de Jerez otro fotógrafo de renombre, el germano-americano Arnold Genthe.

La torre de la Atalaya, por David Robert, en 1833. La torre de la Atalaya, por David Robert, en 1833.

La torre de la Atalaya, por David Robert, en 1833.

Su colección de fotos hechas en España se conserva en los archivos de la Library of Congress, de Washington. Sin embargo, en ese ese fondo no se hace constar la referencia a Jerez, tan solo aparece con la categoría de Views of Europe.

Omisión que se está subsanando gracias a la información remitida por el que esto escribe. Las revistas ilustradas europeas de la segunda mitad del XIX enviaban sus corresponsales para reproducir acontecimientos relevantes, en este caso la visita de los duques de Montpensier a las bodegas Domecq en 1848 recogida por el The Ilustraded London News.

Vino y turismo

Las viñas, el vino y sus bodegas han sido de siempre los alicientes principales para atraer a estos “curiosos” turistas.

Se puede afirmar que la zona fue pionera en esto de lo que conocemos actualmente como enoturismo.

El camino para llegar no era fácil, a caballo o carruaje si venías desde Sevilla, o cruzando la bahía en barco para terminar el viaje en calesa desde El `Puerto. Todo cambiaría con la llegada del ferrocarril.

Había que planificar y organizar con detalle. Más fácil lo tenían aquellos que desembarcaban directamente en Cádiz, Gibraltar o Málaga. De ahí que se concluya que la intención de estos viajeros de llegar hasta Jerez sea valorada de distinta manera, y que los inconvenientes persuadieran a más de uno.

Los motivos que alentaron a Leopoldo Alas ‘Clarín’, Blasco Ibáñez o Azorín  para venir a Jerez no fue realmente la fama de sus vinos. A pesar de ello susfirmas adornan el frontal de botas en bodegas de la localidad.En cambio, para Ernest A. Vizetelly, y James Busby, este último padre de la vitivinicultura en Australia, era éste su principal interés.

Boceto de la torre y muralla del Alcázar por Eugene Delacroix, 1832. Boceto de la torre y muralla del Alcázar por Eugene Delacroix, 1832.

Boceto de la torre y muralla del Alcázar por Eugene Delacroix, 1832.

Centraremos nuestra atención en algunos de ellos, británicos para la ocasión.El primero en nuestra relación es el inglés Richard Twiss. Este viajero dejó recuerdo de sus idas y venidas a la Península en su libro Travels through Portugal and Spain in 1772 and 1773.El 27 de julio de 1773 llega Twiss a Jerez, después de pasar por Cádiz y El Puerto de Santa María, y escribe: ‘Entré por la población a través de una puerta árabe doble, sobre la cual hay una inscripción en árabe...Presenté mis respetos al Sr. John Brickdale, que es el único comerciante inglés de vino de esta población’.

Hay que decir que esta inscripción se conserva actualmente en el Museo Arqueológico Municipal.Uno de estos viajeros, el que más hizo por dar a conocer nuestro país entre sus paisanos, fue el hispanista Richard Ford. Se instaló en Sevilla en 1830, donde permaneció durante unos cuatro años.De Jerez dejó recogida una amplia información en sus manuales para viajeros: Handbook for Travellers in Spain amd Readers at Home (1844), y Gathering from Spain (1846).

Plaza del Arenal fotografiada por Laurent, segunda mitad del XIX. Plaza del Arenal fotografiada por Laurent, segunda mitad del XIX.

Plaza del Arenal fotografiada por Laurent, segunda mitad del XIX.

Otra visión, por esos años, nos la ofrece el oficial de ingenieros, y cartógrafo, Charles Rochfort Scott.Aprovechando su destino en Gibraltar entre los años 1822 y 1830, realizó varios viajes por Andalucía. Su experiencia se plasmó en su libro titulado Excursions in the Mountains of Ronda and Granada with Characteristic Sketches of the Inhabitants of the South of Spain (1838).

Aunque presta especial atención a los vinos no olvida detalles interesantes de la ciudad y su entorno. De él nos quedamos con esto: ‘El número de bodegas en Jerez es extraordinario. De éstas, unas veinticinco creo, se dedican a exportar exclusivamente a Inglaterra. Los propietarios son muy hospitalarios. Viven desahogadamente y cuidan mucho de la calidad de los vinos que aparecen en su mesa’.De finales del XIX es la estancia de William Somerset Maugham por estas tierras de la baja Andalucía cuando era un curioso veinteañero.Maugham fue un escritor renombrado y el mejor pagado de su época, autor de  The Land of Blessed Virgin. Sketches and Impressions of Andalusia, editado en Londres en 1905.

Grabado de la comitiva de los duques de Montpensier dirigiéndose a las bodegas de Domecq, 1848. Grabado de la comitiva de los duques de Montpensier dirigiéndose a las bodegas de Domecq, 1848.

Grabado de la comitiva de los duques de Montpensier dirigiéndose a las bodegas de Domecq, 1848.

Antes de volver a Inglaterra, después de medio año en Sevilla, pasa por Jerez en el verano de 1898. El capítulo dedicado nuestra ciudad lo cierra de esta manera: ‘And Jerez was wrapped in a ghostly shroud. Ah, the beautiful things I have seen wich other men have not!’.

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