Zambomba de Jerez, antes y después de la grabación de ‘Así canta nuestra tierra en Navidad’
COMPRENDERla trayectoria de la zambomba jerezana resulta esencial para interpretar el momento actual de esta celebración, hoy declarada Bien de Interés Cultural (BIC). Numerosos especialistas, entre ellos el periodista y actual director de la Cátedra de Flamencología Fran Pereira, han documentado cómo la grabación de la colección de discos Así́ canta nuestra tierra en Navidad supuso un punto de inflexión que transformó profundamente la Navidad en Jerez. También voces, como la de la antropóloga e historiadora Eva Cote advierten de que la zambomba ha dejado de ser una senda de identidad para buena parte de la población local, lo que invita a reflexionar sobre su rumbo.
Un origen comunitario.
La Nochebuena de Jerez, como se la conocía, comienza su andadura tras el proceso histórico de crecimiento urbano que provoca la transición desde los arrabales como el de Santiago, con sus casas de vecinos, en las que familias gitanas y no gitanas sobrellevaban la vida diaria. Una convivencia que favoreció́ la transmisión oral de romances y coplas festivas, que, llegadas estas fechas, adoptaban la temática navideña, acompañadas por instrumentos improvisados como la propia zambomba, de ahí́su posterior nombre. El tránsito a otros barrios de bloques de viviendas supuso el fin de esa vida comunitaria, lo que debilitó la continuidad natural de estos cantes navideños. A comienzos de los años ochenta, la tradición agonizaba.
La recuperación: de la intimidad al escenario.
La iniciativa impulsada por Juan Pedro Aladro, con el apoyo de la Caja de Ahorros de Jerez y la dirección de la Cátedra de Flamencología que dirigía por entonces Juan de La Plata, permitió́ rescatar gran parte del repertorio de romances y canciones gracias ala colección Así canta nuestra tierra en Navidad. Bajo la dirección artística de Parrilla de Jerez, la incorporación de la guitarra y, tratándose de Jerez, el lógico ‘aflamencamiento’ del género, derivó en un nuevo modelo que, pese a ciertas reticencias iniciales, derivó en un fenómeno social sin precedentes. Figuras como Manuel Soto Sordera, valga de ejemplo por no nombrar a los muchos y geniales artistas que aparecen en dicha colección, dejan su impronta cantaora convirtiendo aquellos cantes populares en una verdadera joya flamenca, eso sí, haciendo que la figura del solista y profesional tomara especial relevancia. Así́ pues, paralelamente a este nuevo formato, la espontaneidad original fue cediendo terreno a un formato más escénico y profesionalizado.
La transformación moderna.
La llegada de Fernando Terremoto hijo al Teatro Villamarta marcó otra etapa decisiva. Su aportación de obras propias, de gran calidad musical y poética, consolidó la figura del solista y abrió́ un ciclo en el que las composiciones nuevas fueron ocupando un espacio creciente frente al repertorio tradicional (Qué gran pérdida la de Fernando. Besos al cielo, amigo). Ya en la última década, la labor de artistas como Luis de Perikín -arreglista y motor creativo de las nuevas generaciones- ha impulsado una expansión inédita, multiplicada por el impacto de las redes sociales. Las zambombas atraen hoy a público de toda España; éxito que no ha ido siempre acompañado de una infraestructura adecuada.
Una tradición ante el espejo.
El modelo actual, fuertemente comercial, dista de aquel encuentro vecinal que motivó la declaración BIC. La celebración ha evolucionado hacia un formato escénico y turístico que convive -no sin tensiones- con el espíritu comunitario que le dio origen. La zambomba sigue viva, pero su identidad se encuentra en plena redefinición. Quizás sea momento de recuperar la memoria de por qué se le otorgó la condición de BIC y reflexionar colectivamente sobre qué zambomba quiere Jerez para el futuro.
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