La CEC se renueva desde la paridad

Hace meses, la Confederación de Empresarios de Cádiz cambió su denominación: ahora, la CEC son las siglas pertenecientes a la Confederación de Empresas gaditanas. Asimismo, el órgano ejecutivo de la entidad en su conjunto presentó un incremento de la participación de mujeres, de 5 a 9, respecto al anterior mandato. El cambio obedecía tanto a una voluntad de fomentar la paridad, como el relevo generacional o el equilibrio entre comarcas y sectores. Así, la mesa del comité ejecutivo, compuesta por seis personas, tiene desde entonces carácter paritario, con la presencia de tres hombres y tres mujeres: Begoña Romero, Laura Bahamonde y Gemma García. Además, por primera vez, la plataforma empresarial cuenta con dos mujeres en sendas vicepresidencias, junto con la secretaria general, Carmen Romero, como máxima responsable el equipo técnico.

"El suelo habrá que limpiarlo y el techo, romperlo", afirma Gemma García respecto a la conocida frase de que el techo puede ser de cristal, pero el suelo es pegajoso. "Está en nuestras manos hacer esos cambios, aunque sea muy cansado estar siempre demostrando que nadie nos regala nada y que tenemos la misma capacidad". Gemma García es de las veteranas en la CEC (forma parte del comité desde 2016, donde ocupa el cargo de contadora), preside la Asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales de la Provincia de Cádiz (AMEP) y se muestra satisfecha con una renovación que permite "nuevos puntos de vista a nivel profesional y de género, ya que las mujeres pueden tener unas problemáticas distintas al frente de las empresas".

"Siempre, cuando en un sitio entran personas nuevas hay una renovación, pero la de la CEC ha sido una renovación completa, de género y generacional. Y cambio de sectores, más allá de los tradicionales de construcción, energía, química...", añade Laura Bahamonde, una de las dos vicepresidentas de la ejecutiva. Bahamonde es también gerente de La Maga, empresa de trabajo social que organiza desde 2006 campamentos, animaciones y actividades extraescolares. Cuenta con 118 empleados y varias delegaciones repartidas por toda la provincia. "Todo ello , sin tener tradición empresarial ninguna, mi padre era patrón de pesca y mi madre, ama de casa", apunta su responsable.

Un perfil distinto es el que ofrece la otra vicepresidenta, Begoña Romero, que preside además la Comisión de trabajo sobre la Empresa Familiar. Como empresaria, Romero es gerente de Transfrutalla, una firma con más de cincuenta años de antigüedad. El año pasado fue ganadora del Premio Mujer Empresaria CaixaBank 2021 en Andalucía Occidental y Extremadura.

En España, nueve de cada diez empresas son familiares, "y a la tercera generación -añade Begoña Romero-, sólo llegan un tres por ciento. Hoy día, las empresas familiares suponen más del 57% del PIB nacional: somos las que más capacidad de facturación tenemos, y generamos en torno a seis millones de empleos. Pero, como arrojan estos datos, los cambios generacionales son muy duros".

Romero es consciente de que, aunque la mayoría de empresas "estén apostando cada vez más por el ámbito de la igualdad, sólo el 19% de puestos directivos están ocupados por mujeres. Y sigue existiendo una brecha salarial importante, a pesar de los innegables avances, con cambios en áreas donde la presencia era esencialmente masculina -señala-. Espero que cuestiones como la discriminación positiva poco a poco vayan dejando de ser necesarias".

De momento, comenta Laura Bahamonde, lo son. Una convicción que ha adquirido con el tiempo: "Si no existiera la paridad, las mujeres no habríamos alcanzado los espacios que estamos alcanzado jamás. ¿Por qué? Porque te rodeas siempre de iguales y te sientes cómodo con la gente que es igual".

"Ahora, igual que te digo lo de la paridad, una vez dentro jamás he tenido que hacer más -continúa-. Yo me siento a una mesa con diez hombres y estoy tranquila, porque mi empresa habla por mí misma. Luego, eso sí, está el sentimiento de culpa, el exceso de responsabilidad y el machaque, la sensación de todo lo podríamos estar haciendo mucho mejor. El nivel de autoexigencia de las mujeres es brutal".

A las mujeres "se nos exige más, porque hemos entrado en un segundo barco -comenta Gemma García-. Hay que estar demostrando cosas constantemente. Sobre el papel, a la hora de hacer los cálculos, las cuestiones son las mismas: proveedores, local, gastos, bancos... Ahí no hay género, pero después vamos encontrando algunos escollos".

Otro de los clichés que a menudo surge cuando se habla de mujer y empresa es el de mujer y tipo de mando: "Hay dos modos de liderazgo, silencioso o autoritorio -indica Begoña Romero-. Yo me identifico más con el primero, elevar el trabajo y cumplir objetivos junto con la gente que trabaja conmigo, haciendo de los méritos algo común".

"No sé si mandar, pero sí que creo que las mujeres, dentro de todo lo que conlleva toda generalizacion, somos más organizadas y mucho más prácticas. Lo mismo porque estamos acostumbradas a llevar también una carga familiar", apunta Laura Bahamonde.

"Aunque pueda ser un tópico eso de que somos más organizativas o concienzudas, vamos a tomarlo como algo positivo. Lo cierto es que las empresas de mujeres han mostrado ser empresas consolidadas, con buena trayectoria", indica por su parte Gemma García, administradora única de Atenea Salud, una empresa de Fisioterapia, Psicología, Nutrición y Podología.

"Normal que haya un conflicto respecto a la conciliación, porque en vez de algo a compartir o a disfrutar, la percepción es que es un coñazo todo -reflexiona sobre el tema Laura Bahamonde-. La palabra que más me gusta al respecto es corresponsable".

"La pandemia nos ha mostrado las costuras, e incluso nos ha hecho dar un par de pasos atrás en el tema de quién cuida a los niños, o a los enfermos, quién renuncia. En la puja, en general, las mujeres volvimos a ceder -señala Gemma García-. El día que montas una unidad familiar, no firmas algo que diga que el trabajo de la casa es cosa de todos. Se dan por hecho muchas cosas y, al final, todo va a depender de la educación que se reciba entre el colegio y casa".

¿Qué tiene en común un día tipo para las tres? El madrugón. "Se trabaja mucho -comenta Romero -, pero lo importante es tener un buen equipo alrededor en el que puedas delegar". Laura Bahamonde se levanta a las seis y media para poder acompañar a su hija al instituto. "Hay dos días de ruta a la semana, y ratos de teletrabajo desde casa por la tarde pero, a partir de las cinco o seis, ya no trabajo. Para mí, lo importante es trabajar por objetivos, no cumplir un horario estricto cada día", subraya.

"Al final, después de mucho hablar sobre ello, la pandemia nos ha hecho inventar el teletrabajo sobre la marcha, y cuestionar rutinas -indica García-. Ahora sería el momento de sentarse sin prisas a pensar cómo diseñar un nuevo sistema de trabajo, con horarios conciliadores, o con la implantación de otros tipos de horarios, pero dependerá mucho del sector. Ahora ya le hemos visto las orejas al lobo y es la momento de replantear cosas".