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lola yllescas | coordinadora de ecologistas en acción

"La siguiente especulación ya ha empezado, y es la energía solar"

  • Del lado del medio ambiente, estuviera o no de moda, la activista lamenta que los políticos no respondan a la sensibilización social: "O se modifica el sistema, o el planeta se muere"

Lola Yllescas, coordinadora de Ecologistas en Acción, durante la entrevista.

Lola Yllescas, coordinadora de Ecologistas en Acción, durante la entrevista. / Fito Carreto

–Licenciada en Ciencias Geológicas por la Complutense. No sé cómo de lejos le suena.

–Mi primer trabajo fue en Canarias, como profesora de Geología en La Laguna. Era esta época de finales del franquismo en la que existía la figura de los profesores no numerarios en universidades e institutos y, como no tenía la tesis, hice las primeras oposiciones abiertas que se convocaron. Desde entonces, he sido profesora de instituto en cátedra de Biología y Geología.

–Y, ¿cómo llegó la concienciación medioambiental? ¿Antes, después, durante...?

–Pues fue una confluencia de cosas. Estábamos muy metidos en el tema de las nuevas pedagogías, y pensaba que tenía que motivar a los alumnos desde cerca, con ejemplos del medio natural. Creo que fue esencialmente esto lo que nos movió a distintos profesores del ramo (Juan Clavero, Pepe Osuna...) a formar el primer grupo ecologista importante de la provincia (además de Agaden), un grupo que bautizamos con un nombre impronunciable en siglas:Federación Ecologista Pacifista Gaditana (FEPG). De ahí, pasamos al activismo en otros escenarios más allá de la enseñanza, que concluiría en la formación de una red a nivel andaluz y luego, más tarde, en la unión con EA.

–Encontraría que era una provincia... interesante.

–Y una época. Ahora la ecología está de moda pero te aseguro que entonces, a mediados de los ochenta, no era una buena época. Recuerdo que cuando queríamos mandar notas aquí, al Diario, las teníamos que entregar en mano donde estaba la antigua redacción, en Ceballos.

–Entrega Pony Express.

–Exacto. Pasando las notas a máquina, a toda velocidad, porque más allá de las tres ya no salían. Aunque bueno, era una lucha, porque nunca salía nada. Pero en ningún sitio: yo vivía justo encima de la SER entonces, y tampoco. Estaba especialmente mal visto hablar contra el desarrollismo o contra el turismo porque parecía que hablabas contra la poca cuota de prosperidad o progreso que nos podía tocar. Pero hemos insistido, y hecho las cosas bien, y creo que nos hemos ganado cierta credibilidad.

–Pero los logros han sido bastantes:comparada con otras zonas turísticas y costeras, la de Cádiz no está tan malograda.

–La verdad es que hemos recogido muchos sinsabores pero, también, triunfos (con mucho esfuerzo). Entre los más importantes, yo creo que está la concepción del Parque Natural de la Bahía de Cádiz. No sé si recordarás, pero los planes primigenios contemplaban una serie de espacios naturales reducidos, protegidos, entre núcleos urbanos e industriales. Al fin, conseguimos que todo se reuniese bajo la figura de Parque Natural. Yalgo parecido pasó con La Breña. De hecho, en medio de la campaña contra su urbanización, acampamos en la zona y nos multaron los mismos que querían construir ahí casas. También considero que algo tuvimos algo que ver en el Plan del Corredor del Litoral:pienso que conceptualmente es importante, porque nunca se había pensado algo que tuviera en cuenta toda la línea de costa.

–Quiero creer que hay evolución, que sí que valoramos lo que tenemos.

–Creo que la provincia es cuna natural de ecologistas por su propia diversidad. Es “natural”, por decir, ser defensor de la naturaleza, porque está muy al alcance, y de muy distintas formas. Desde entonces, pienso que ha habido una evolución, también dentro del movimiento:primero, se partía de bases bastantes naturalistas, y ahora consideramos lo que llamamos una filosofía ecosocial.

–Precisamente, en este momento lo medioambiental está muy de moda y mucho de moda. Para su bien y para su mal.

–Yo ya no hablo de cambio climático, sino de crisis climática. Es algo evidente. Hemos visto imágenes distópicas durante el último año. Tomemos, por ejemplo, los incendios de Brasil, que tienen origen directo en la fagocitación del propio sistema, los intereses de Bolsonaro. En un escenario distinto, pero no totalmente desvinculado, están los incendios de Australia: que, ojo, también son consecuencia indirecta de lo mismo. Sabemos que hay eventos cíclicos, que una cosa es el tiempo y otra el clima, que hay zonas con periodos de sequía... Pero también estamos viendo que los episodios son cada vez más exagerados y frecuentes, tal y como llevan advirtiendo los científicos.

–Ocurre que una cosa es negar el cambio climático y otra... ver el ecologismo como algo ajeno a la realidad. Esa es la última incisión:el ecologismo caviar. Un poco en la línea de los chalecos amarillos: ¿me mandas al extrarradio, sin conexiones, y me penalizas el diésel? ¿que haga 40 km diarios en bici?

–Mira, yo veo esto mucho en Latinoamerica, que les nombras a Greenpeace, por ejemplo, y no quieren saber nada. ¿Por qué? Probablemente, porque nos hemos centrado mucho en lo puramente conservacionista y no es eso, o no es sólo eso. Lo ecológico, a medio y largo plazo, será económico: eso es lo que hay que hacer entender sin dejar desabastecida a la gente. Eso sí, el desarrollo permanente no va a ser posible. Igual que estamos en una crisis climática, estamos en una crisis general de recursos.

–Bueno, se propone el crecimiento como objetivo pero la desigualdad cada vez es mayor.

–La cuestión es: ¿cuáles son los límites para convivir en paz y civilizadamente? Ya tenemos inmigrantes climáticos, pero somos tozudos ante la realidad:incluso en pleno estallido de la burbuja, 2008-2010, nosotros vivimos años muy duros denunciado el ladrillazo. Algo parecido pasó con el boom los campos de golf: apenas un 1% de la motivación de nuestro turismo extranjero, y tan delirante como querer mantener una pista de hielo en Córdoba en pleno mes de julio.

–Otro punto sería si esta es una provincia preparada para la presión turística.

–Es lo de siempre: si te opones a un hotel, estás mentando ruina. Nosotros lo que intentamos decir es que hay que asegurar el trabajo, pero un trabajo que deje dinero aquí: no que se lleve el grueso de los beneficios y de aquí obtenga los recursos, el medio y la mano de obra precaria. Queremos un desarrollo endógeno, más para nosotros, que podamos vivir en y con nuestro medio ambiente, conservándolo. Un “yo vivo por mí mismo, no para que me vean”. Somos la provincia con la máxima insolación de España, podríamos ser punteros en energías renovables. El litoral no es sólo para bañarse: podríamos tener una política costera conservacionista y sin sobrepesca porque tenemos una situación envidiable, el puerto más importante del sur de Europa... Y se vuelve a lo mismo. El turismo nos despoja, nos manda al extrarradio, y lo más valioso se lo damos a los turistas. Por eso hablaba antes de la conciencia ecosocial: la lucha medioambiental no será posible sin la lucha social. Hablamos de energía, por ejemplo, y hablamos de recursos que son de todos, y de los que podemos vivir todos.

–Busca romper con el reproche clásico: a ti qué te interesan más, los linces o las personas.

–Claro, seamos justos. No podemos ir contra el bienestar de las personas ni el de la naturaleza. Pero mira, de la parte minúscula al todo. Si yo quiero defender, digamos, la presencia de una lapa en una playa... el hilo me irá llevando a estar en contra de los grandes cruceros y de la explotación que hacen del litoral. Si, por ejemplo, la población de linces se resiente, lo hace por una presión urbanística y agrícola brutal:es un animal especialmente sensible a esto. Pero no te quepa duda de que, si el lince vive peor, tú vives peor. Desde el inicio de la RevoluciónIndustrial, nos hemos cargado a un millón de especies. Vivimos en la quinta extinción, no por nada es el antropoceno. Como decía Carl Sagan, el ser humano es la única especie que destruye el medio en el que vive.

–Ante espectáculos de humo y espejos como las Cumbres del Clima, no hay quien culpe a los escépticos.

–En esta COP 25, nosotros participamos mucho en el espacio que dio la Complutense a la cumbre social, con grupos de todas partes y en donde podías escuchar, no sé, 70 charlas al día. Casi hablábamos de una contracumbre, claro. Lo más sorprendente era ver la esponsorización de las grandes energéticas, en un greenwashing a gran nivel. Había un momento en el que llegaba a parecer que los mayores contaminantes de España estaban apoyando la cumbre.

–¿Conclusiones de esa contracumbre?

–Las conclusiones de esa contracumbre no son muy optimistas. Los protocolos están claros, las cifras... pero las actuaciones se van postergando encuentro tras encuentro. Es desolador. Había un indígena del sur de Brasil que decía: vengo a hablar con los políticos porque nunca en mi vida voy a tener otra oportunidad, el viaje me lo he pagado yo. No se toman medidas económicas, no se se habla de planes nacionales. Ni siquiera algo tan básico, que tampoco es perfecto, como el llamado mercado de emisiones. Es una pena está ausencia de respuesta, porque la sociedad está muy sensibilizada.

–La presencia de las energéticas en la cumbre trae una reflexión incómoda: ¿cómo hacer posible una transición energética sin su colaboración?

–Bueno, es que ellos no van a renunciar a nada: van a estar en el oligopolio y en lo verde. De hecho, la siguiente especulación ya está empezando, y es la solar: se compran y venden los permisos de huertos solares. Como decía uno de los memes sobre Australia: no es el fuego, es el capitalismo.

–Anatema.

–Sí, entiendo que te tachen de loca. Pero, o modificamos este sistema, o el planeta se muere.

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