Tío Pepe Festival

El día que Capullo volvió a cantar en Jerez

  • El Patio de la Tonelería de González Byass cuelga el cartel de ‘no hay billetes’ con Antonio Reyes, Rancapino Chico y el cantaor jerezano a gran nivel

Capullo de Jerez, durante su actuación.

Capullo de Jerez, durante su actuación. / Miguel Ángel Castaño

Y Capullo volvió a cantar en Jerez. Apunten la fecha. 11 de agosto de 2021. Desde que pusiera sus pies en la Peña Flamenca ‘Buena Gente’ allá por el mes de noviembre de 2017, ha tenido que ser un organizador privado el que pusiera fin a la sed que tenía la afición local de poder saciar las ganas de disfrutar de la singularidad jonda de Miguel Flores Quirós ‘Capullo de Jerez’ en su tierra. Más de 700 personas fueron las que llenaron un patio de butacas que, si bien al principio se mostró algo frío, casi de forma inmediata fue entrando en ambiente conforme pasaba el tiempo, hasta llegar al punto de no querer marcharse tras el fin de fiesta que puso fin a una magnífica noche de cante en la que Antonio Reyes, Rancapino Chico y el cantaor jerezano no defraudaron en absoluto.

Con el cartel de ‘no hay billetes’, el Tío Pepe Festival se preparaba para una noche de esas que incluso hasta ha sido reclamo más allá de nuestras fronteras a pesar de calor. ‘’Hemos venido desde Madrid para verle’’ comentaban algunos aficionados que, gracias a la magnífica programación que ha elaborado la Bodega González Byass en su ciclo flamenco bajo el título de ‘Solera y Compás’, encontraban en esta propuesta la motivación suficiente para recorrer muchos kilómetros de carretera, sólo con el objetivo de ver y vivir en directo un cartel pocas veces repetible en el verano jondo andaluz. No todos los días se tiene la suerte de ver en el mismo escenario a tres grandes como a Capullo de Jerez y a los chiclaneros Antonio Reyes y Alonso Núñez ‘Rancapino Chico’. Y menos, últimamente, en Jerez.

Para abrir boca, puntual a la hora de comienzo, jamón del bueno fue el que nos ofreció Antonio Reyes. De su mano degustamos con tranquilidad esas lonchas de cantes pata negra en forma de tercios por soleá cortada con buen gusto y sabiduría, como preludio de una intervención en la que el artista chiclanero demostró que en esto de lo jondo es una primera figura y que no le han regalado nada. Fiel a sus principios, por tangos supo maridar a compás binario tanto los fandangos de Aznalcollar como las letras ‘ceperianas’ y, tras poner al público en pie, remató de forma cadenciosa por bulerías con un gran aroma a los sones del barrio de Santa María.

Como regalo, nos dejó una tanda fandangos caracoleros ‘made in Antonio Reyes’ escoltado por una guitarra justa y medida en todo momento que le ofrecía Miguel Salado, además de un soniquete que es garantía de éxito como el que le enviaban desde sus manos Tate Núñez y Diego Montoya. El público, que inicialmente se mostró algo ausente, sí que terminó enganchando con el cantaor chiclanero para despedirle como se merecía.

Antonio Reyes, junto a Miguel Salado, Tate Núñez y Diego Montoya. Antonio Reyes, junto a Miguel Salado, Tate Núñez y Diego Montoya.

Antonio Reyes, junto a Miguel Salado, Tate Núñez y Diego Montoya. / Miguel Ángel Castaño

Dicharachero y hasta felicitando a espectadores presentes por su cumpleaños, desde que se subió Capullo de Jerez al escenario sabíamos que la noche iba a ser de esas de las que no se olvidan. Minera, taranta y cartagenera de corte ‘camaronero’ porque ‘yo soy un cantaor que hago de todo, aunque digan que nada más que me meto por las cosas a compás’, arrancaba Capullo de Jerez media hora de cante inolvidable. Se acordó de letras suyas y agujeteras por fandangos y abrió el tarro de las esencias de su repertorio tanto por bulerías como por esos tangos arrumbados con los que puso una vez más, literalmente, al público en pie. Bailando sobre sus asientos durante casi media hora y coreando ‘la vida es una rutina’, ‘apágame la luz’ y otras letras marca de la casa como si de un remate de festival se tratara, el público entró en éxtasis aún cuando quedaba todavía una bala cantaora importante en la recámara.

No fueron pocos los comentarios de la difícil papeleta con la se iba a encontrar el encargado de cerrar la noche, pero como todos no son Alonso Núñez, ni tampoco tienen de nombre artístico ‘Rancapino Chico’, lo que parecía una tarea difícilmente salvable, se convirtió en una nueva victoria del cantaor chiclanero, quien supo apaciguar los ánimos y bajar las pulsaciones dejadas en el ambiente tras el paso del huracán Capullo de Jerez por el Patio de la Tonelería.

Rancapino Chico, con Antonio Higuero, José Rubichi y Manuel Cantarote. Rancapino Chico, con Antonio Higuero, José Rubichi y Manuel Cantarote.

Rancapino Chico, con Antonio Higuero, José Rubichi y Manuel Cantarote. / Miguel Ángel Castaño

Todavía convaleciente de las secuelas del ‘bicho’ que a tantos nos ha picado en esta pandemia, Alonso Núñez ‘Rancapino Chico’ calentó voz por soleá con la soberbia guitarra que le ofrecía Antonio Higuero, recordándonos de nuevo que él es el ‘tocaor de Chiclana’ en su más amplio sentido semántico de la frase. Chiclana y el decir se sus cantes encuentran acomodo en las manos del tocaor jerezano como en pocos lugares encontrará jamás. Y prueba de ello fueron tanto la simbiosis demostrada con Rancapino Chico en una soleá, tirada hacia atrás hasta el límite y en la que los silencios eran ‘de maestranza’, como los tientos sin tangos que nos dejaron ambos en los que pusieron al público en pie de nuevo.

Y si ello no fuera suficiente, las bulerías donde la dinastía ‘Rancapino’ toma una dimensión más allá de las fronteras de su Chiclana natal, así como en los fandangos caracoleros al aire – y después con micro por respeto ‘’a los que están detrás’’-, el binomio Rancapino Chico y Antonio Higuero salvaron la difícil papeleta que les habían dejando con muy buena nota. Excelente nota.

No todos pueden apechugar contra un huracán que lo que pedía era seguir de fiesta hasta que despuntara el alba y eso está al alcance muy pocos. Rancapino Chico es uno de ellos. Hay que dejar de decir que es un joven valor porque es una figura de pleno derecho. A pulso se lo ha ganado y se lo gana cada día, al igual que quienes el pasado miércoles fueron sus compañeros de batalla, con quienes puso el broche a la noche en un fin de fiesta donde la complicidad fue la mejor de las compañías que nos podía hacer de escolta a cada uno de nosotros para nuestras casas, porque a la hora que acabó el espectáculo ya poca fiesta podía tener lugar debido a las restricciones sanitarias.

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