Don Periquito y otras delicias gráficas

Lectores sin remedio

07 de febrero 2020 - 06:00

Don Periquito 2.
Don Periquito 2.

“Una equivocación en un periódico contenida es una mentira permanente que siempre está haciendo daño…, el periodista tiene que ser persona de talento, limpio de corazón, firme de voluntad, de juicio claro y de conciencia recta”. Parecen frases sacadas de un manual de deontología periodística, pero proceden del primer número de ‘Don Periquito: revista semanal instructiva y recreativa dedicada a la infancia’, publicada en Jerez entre 1912 y 1913 en la Litografía Jerezana y dirigida por Manuel Olías.

Tiempos revueltos para España (para variar), con dos presidentes del gobierno asesinados en poco más de diez años a manos de pistoleros anarquistas, los talibanes del momento, y una sucesión de cinco gabinetes en tres años. Aun así, el nivel cultural se intentaba mantener, a la par que el recreativo, surgiendo semanarios que procuraban entretener además de educar al público, como el referido, en cuya presentación ya avisaba: “vengo a distraeros sabiamente”. La primera lección que imparte versaba sobre cómo debía ser un periódico y cómo un periodista, de donde hemos entresacado las frases del comienzo.

El editorialista acababa advirtiendo que “si algún hombre malo se disfraza de periodista no dejen ustedes que ande por ahí mucho tiempo disfrazado, quítenle la careta enseguida que puedan y denle al momento una buena mano de azotes”. Actualmente aunque el nivel de los profesionales de la información es alto, másteres a pares incluidos, aún queda alguno por ahí (y alguna, lenguaje inclusivo que no falte) al que habría que “correr a gorrazos”. Y a algún que otro columnista que nos tortura una vez por semana, también.

El ‘Don Periquito’ ilustraba sobre literatura, música, ciencias, alimentación…, con alguna que otra poesía y chascarrillos adaptados a los menores. Por la misma época apareció ‘Don Fastidio’, que se refería a la corporación municipal como colección de animales salvajes (“menagerie”) y del que ya hablamos en este mismo espacio. Llama la atención comprobar cómo unos calificativos que hoy conllevarían denuncia segura, eran adjudicados por los medios a los personajes públicos sin pudor alguno y sin represalias legales. Será que vamos progresando.

El periodismo gráfico español había empezado a modernizarse con publicaciones como ‘Nuevo Mundo’, ‘Estampa o Crónica’, aunque los antecedentes haya que buscarlos en las caricaturas creadas por John Leech, para ‘Punch’, un magazine satírico-humorístico fundado en 1841 en Londres. Pero nuestro ‘Don Periquito’ tiene su más claro precursor en ‘The boy’s own paper’, también londinense, que con una longeva existencia (1879-1967) se dedicó a la educación infantil con historias, técnicas de estudio, juegos, deportes o concursos de ensayos. Personajes inolvidables como Corto Maltés, Roberto Alcázar y Pedrín o semanarios como ‘Flechas y pelayos’ conviven estos días con los usuarios de la Biblioteca Municipal Central, en la muestra “Del comic a la novela gráfica”, un ejemplo más de la riqueza patrimonial que atesora. Natalio Benítez Ragel

Disperso

Te noto disperso, father”. Mi hija y su ojo clínico. “¿Y eso?”, le pregunto sorprendido. “Es que te he visto de acá para allá, que si ahora coges un libro, que si después otro… La edad, father, esos años de más, como los kilos”, mi hija y sus magníficos métodos de motivación y autoestima. Y la verdad es que razón no le falta, lo reconozco (no los años, que también).

Desde que le dieron el Premio Nobel a Peter Handke he intentado leer al menos tres novelas y de ninguna de ellas he logrado pasar de la página veinte. ¡Yo, que no cerraba un libro hasta que no me lo hubiera metido entre pecho y espalda, aunque no me hubiera enterado de nada! ¿La edad? Pues habrá que concederle toda la razón a mi hija. Uno se da cuenta de que ya no tiene tiempo suficiente para perderlo en libros o, más extensamente, en una literatura que tiene la descripción por castigo del lector (algún ejemplo podía poner del tal Handke que roza casi lo absurdo). ¿Nobel? Pues con su pan se lo coma. No será el alemán el primero ni el último de una cada vez más larga lista de escritores indigestos.

Quizá ya no le encuentre tanto gusto (¿o masoquismo?) a los libros de escritores que como el citado o, por poner un ejemplo patrio, Juan Benet, tienen por uno de sus principales objetivos la tortura lectora. Y sin embargo, siempre he admirado a Bernhard o a Juan José Saer, por citar escritores de estilo poco condescendientes con el lector. Es posible que mi dentadura lectora ya no esté para carnes demasiado duras. Pero ha dado la casualidad de que al mismo tiempo que mi dispersión de Handke, me he topado con ‘Génie la loca’, una novela de Inès Cagnati (reseñada en esta misma página). ¡Y con cuánta sencillez, con cuánta simplicidad se puede transmitir tanta sensibilidad y estremecedora belleza! Y aunque todo estilo es respetable y tiene su lugar, muchos de privilegio bien ganado en la historia de la literatura, uno no puede por menos que preguntarse si es necesaria tanta complicación, cuando Cagnati nos da una lección de lo que es una literatura que está al alcance de muy pocos por su extrema y conmovedora sencillez. José López Romero

Reseñas

A sangre y fuego

Manuel Chaves Nogales. Renacimiento, 2013

Con el subtítulo ‘Héroes, bestias y mártires de España’ y con prólogo de Andrés Trapiello, la editorial Renacimiento publicó hace unos años esta visión descarnada de episodios de la Guerra Civil, once relatos en concreto, que nos ofrecen lo peor, lo más abyecto, y lo mejor, lo más humano de la contienda civil. Chaves Nogales, republicano de convicción y periodista de éxito (viajó a la Unión Soviética, lo que plasmó en varios libros; y entrevistó a Joseph Goebbels), vivió y sufrió la Guerra Civil en Madrid, ciudad en la que ambienta buena parte de estos relatos, en los que mezcla odios, rencores, personajes sin escrúpulos con obreros que luchan por su libertad o inocentes que mueren bajo las bombas. Un cuadro final de destrucción total y en todos los aspectos que nos hace recapacitar sobre una memoria donde tantos verdugos como tantas víctimas hubo por ambos bandos. J.L.R.

Génie la locaInès Cagnati. Errata Naturae, 2019

Pocas historias puede uno echarse a los ojos en estos últimos tiempos tan conmovedora como esta que nos presenta Inès Cagnati, escritora francesa pero de origen italiano, fallecida en 2007 y con una obra realmente corta aunque bien galardonada. Marie, hija de Génie la loca, nos va narrando el devenir de una vida marcada por la desgracia y la tragedia. Aunque de familia rica, Génie, al ser madre soltera, ha caído sobre ella el oprobio y el repudio; se gana la vida trabajando en todas las labores del campo: la siembra, la recogida, el cuidado del ganado…; ella va donde la llaman o hay labores por hacer, siempre incansable. Y con el “corazón loco” le sigue en su trabajo o la espera todos los días la pobre e inocente Marie, que sale al camino ansiosa por la vuelta de su madre. Una historia de amor materno-filial contada con tanta sencillez que estremece. Una magnífica novela. J.L.R.

El infinito en un junco

Irene Vallejo. Siruela, 2019

No es usual que un libro que trata de libros –en este caso de una parte significativa de la historia del libro- alcance el beneplácito de los lectores, y menos con la rapidez y unanimidad de este, que llega a la quinta edición tras cinco meses escasos desde su aparición. Quizás por ello me traiga a la memoria otros que también lo lograron, desde aquel apasionante “Pasión por los libros” de Maroto hasta el más reciente “La biblioteca en llamas” de Susan Orlean, entre otros. En esta ocasión nos topamos con un texto que desde el principio capta la atención del lector, y lo hace con un lenguaje que va recreando escenas y acontecimientos que nos ayudan a comprender la pasión por ese objeto, el libro, que lleva con nosotros desde los inicios de la historia. Un libro de historia, sí, pero que la autora logra que se lea como la más apasionante de las novelas. R.C.P.

A plena luz

J.R.Moehringer. Duomo, 2019

Desde su fulminante éxito con ‘El Bar de las grandes esperanzas’, no ha dejado este autor de cosechar éxitos. Personalmente creo que ninguno de sus libros posteriores alcanzan la altura literaria de la mencionada novela, pero no nos equivoquemos, Moehringher sigue planteando propuestas atractivas, historias que si ya de entrada tienen un especial poder de seducción, este se acrecienta con ese estilo tan particular con el que este escritor logra la complicidad de un cada vez mayor número de lectores. Ahora nos acerca a la figura de Willie Sutton, aquel legendario atracador de bancos en la Norteamérica de la Gran Depresión hoy olvidado, y lo hace con un original planteamiento, de tal manera que mientras rescata su singular historia va contrastando esta sociedad actual con una época que ya no existe. R.C.P.

stats