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Cultura

Fatih Akin hace reír a la Mostra con 'Soul Kitchen'

  • El director presenta en la sección a concurso una comedia ambientada en el mundo de la gastronomía.

La cocina parece funcionarle bien al cine alemán de los últimos años y el último ejemplo de ello es Soul Kitchen, de Fatih Akin, una comedia presentada hoy a concurso en Venecia y que ha dejado un agradable regusto entre los dramas habituales de los festivales de cine.

Soul Kitchen recoge el testigo de películas como Deliciosa Martha (2001) o Kebab connection (2004), y se lanza al mundo de la gastronomía con una historia protagonizada por Zinos (Adam Bousdoukos), el joven propietario de un restaurante popular en el que la calidad de la cocina brilla por su ausencia.

Una novia que se va a trabajar a Shangai, un hermano que sale de la cárcel, una camarera que en realidad es una artista, un cocinero loco y brillante y un ex compañero de colegio convertido en un tiburón inmobiliario son los personajes que rodean a Adam en una historia muy bien contada y con momentos brillantes.

Con un guión muy bien construido y una estructura bastante convencional, Akin demuestra que sabe hacer mucho más que duros dramas y saca adelante una comedia sin grandes sorpresas pero con una factura impecable.

"Es el guión más difícil que he hecho en mi vida", reconoció en rueda de prensa el director de historias tan tremendas como Contra la pared, ganadora del Oso de oro en Berlín en 2004.

En su opinión, es mucho más difícil hacer una comedia que un drama y lo más complicado en su caso fue poner toda la estructura en orden, para lo que tuvo que trabajar durante muchos meses, incluidas muchas noches en vela.

"En mis películas anteriores no he utilizado los convencionalismos cinematográficos y en ésta sí", dijo el realizador, que agregó que es "más difícil respetar las convenciones que saltárselas".

Aparte del guión, el mayor acierto del filme es sin duda el reparto, con unos actores que cumplen su cometido a la perfección y sin caer en excesos ni histrionismos.

Akin explicó que tenía a los dos protagonistas, los hermanos Kazantsakis -Bousdoukos y Moritz Bleibtreu- en la cabeza mientras escribía la historia, así como a Anna Bederke, una joven estudiante de cinematografía, sin ninguna experiencia como actriz y que da el tono perfecto de camarera artista que buscaba el realizador.

Una historia que le estuvo rondando en la cabeza durante cierto tiempo pero que no se atrevía a poner en marcha porque, como señaló, "era un poco esclavo" de su propio éxito y creía que debía hacer "algo serio".

Cuando murió su productor, comprendió que "reír forma parte de la vida y del cine", se liberó y decidió hacer lo que le apetecía, que era una comedia. "Como director, quiero experimentar y no repetirme", aseveró.

Y desde luego lo ha logrado con este filme que ha sorprendido en Venecia y en el que la música es casi un personaje más de la historia, con una banda sonora muy cuidada que incluye música instrumental soul de los 70 y composiciones de Quincy Jones o Kool & The Gang.

Además de Louis Armstrong y dos versiones diferentes de la tonadilla popular La paloma, canción que aparece y desaparece a lo largo del filme.

Una comedia que ha traído un soplo de aire fresco a la competición de Venecia, en la que también se pudo ver hoy la egipcia El Mosafer (The traveller), la historia de un hombre en tres días de diferentes momentos de su vida, que se desarrollan en 1948, 1973 y 2001.

Ambiciosa historia, de más de dos horas de duración, que no consigue mantener el interés -la mitad de los asistentes al pase de prensa se fueron antes de que acabar la proyección- y cuyo único interés es ver al gran Omar Sharif.

Sharif dota de humanidad al personaje de Hassan, que sólo en su vejez asume sus responsabilidades con un nieto a cuya abuela y madre no supo o no quiso ayudar.

Un filme con escaso interés en el que una excesiva simplicidad de planteamiento contrasta con una enorme tarea de producción que al director, Ahmed Maher, le llevó nueve años poner en pie.

Dos filmes a concurso en el penúltimo día de proyecciones de la Mostra y con tres largometrajes aún por ver de la sección oficial: A single man, de Tom Ford; Mr Nobody, de Jaco Van Dormael, y una "sorpresa" aún no desvelada y que apunta al nombre del filipino Brillante Mendoza, premio a la mejor dirección en el pasado Cannes por Kinatay.

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