Gato Banderas

Carlos Colón

29 de noviembre 2011 - 05:00

Animación, EE UU, 2011, 90 min. Dirección: Chris Miller. Guión: Tom Wheeler, basado en un argumento de Brian Lynch, Will Davies y Tom Wheeler. Intérpretes: Antonio Banderas, Salma Hayek, Zach Galifianakis. Cines: El Centro, Bahía de Cádiz, Bahía Mar, Ábaco San Fernando, Las Salinas, Al-Andalus, Victoria, Multicines Jerez, Yelmo, Ábaco Jerez y Cinesa Los Barrios.

Es un acierto haber sacado este personaje de la (al menos para mí) antipática saga Shrek, a la que esta película supera al rescatar a la que, junto al burro, era su más lograda y divertida criatura para dedicarle un largometraje que demuestra merecerse. Porque tienen su gracia este gato con botas que habla en exagerado andaluz y sus aventuras, filmadas como si en vez de los dibujos animados de un gato parlante se tratara de un espagueti western interpretado por el Cuchillo de la trilogía que interpretó Thomas Milian, con añadidos de las acrobáticas películas de capa y espada (como si se sumaran El halcón y la flecha y El halcón y la presa); y al final hasta con un guiño al Gorgo de Eugene Lourie -la mamá dinosaurio que destruía Londres buscando a su cría- aquí reproducida en versión gansa en los dos sentido de la palabra.

Tiene su gracia la retórica grandilocuente del minino, tan dado a auto compadecerse como a exagerar sus modestas hazañas. Tiene su gracia la gata ladrona que compite con él en el amor y en la guerra (más bien el robo). Tiene su gracia meter en el lío a Humpty Dumpty, el huevo parlante de las canciones infantiles inglesas que Lewis Carroll metió en el país de las maravillas, convertido en un resentido y esférico villano. Y tiene su gracia fundir el personaje del gato con botas de Perrault (o lo que los guionistas dejan de él: poco más que las botas) con el de las habichuelas mágicas de Andersen (del que también dejan poco).

Todo sumado hace de El gato con botas una muy divertida película de animación que también se abre a públicos adultos, no por la vía de la refinada inteligencia del guión, como sucede con las de Pixar, sino por la de una comicidad disparatada y una acción desenfrenada que, sin renunciar del todo a la inteligencia, divertirá a niños, acompañantes y adultos que vayan solos a disfrutar de este gato gamberro muy bien animado, especialmente en sus gestos y miradas, al que Banderas ha doblado con profesionalidad hollywoodiense y gracia malagueña. Aunque lo que se gana en la versión española, el acento andaluz, es a costa de la pérdida de su inglés con acento latino y sus parodias de otros actores que han sido muy celebradas en la versión original.

Pese a los importantes nombres que ponen voz a los otros personajes, de los que en la versión española sólo sobrevive Salma Hayek, gato Banderas es el activo más importante de la película por su gran sentido del humor que llega hasta la auto parodia de ese latin-lover que -desde Valentino hasta el propio Antonio Banderas, pasando por César Romero o Gilbert Roland- parece ser el destino fatal de todo latino que aterrice en Hollywood.

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