Jorge Pardo y Juan Diego inauguraron el pasado domingo el ciclo de conciertos de las Fiestas de la Vendimia 2009. La flauta del madrileño y la guitarra del jerezano se dieron la mano en una actuación que se prolongó durante algo más de una hora y que convenció absolutamente a todos los presentes.

Y eso que muchos aún dudaban de la capacidad de componer y de sincronización que pueden llegar a tener dos instrumentos completamente diferentes y que, en términos flamencos, no han tenido demasiada tradición histórica. Sin embargo, la cohesión fue tal que la totalidad de la Plaza de la Asunción, escenario recuperado este año para la celebración de este tipo de eventos y que registró una buena acogida de público, insistió para un último bis al término de su puesta en escena.

Jorge Pardo es un artista curtido, que ha recorrido medio mundo con nombres del prestigio de Paco de Lucía y Camarón y que es capaz de sacar el máximo provecho y el sonido más flamenco a una nota musical. Primero con la flauta travesera y luego con su saxo, el madrileño catapultó al público hacia la catarsis en cada uno de sus temas, desde la taranta inicial hasta la particular versión que ha hecho de la Danza del Fuego de Falla pasando por las alegrías 'A mi mare Rosa', aquella que hizo célebre el gran Camarón de la Isla. Y es que su acercamiento a este último hace que sus emisiones sonoras compartan o más bien conserven reminiscencias del cantaor isleño dotándolas de un contenido desgarrador.

Su flauta puso voz a la guitarra de Juan Diego, un tocaor emergente y con una capacidad para fusionar sonidos poco corriente. El jerezano hace tiempo que rebasó la barrera de lo clásico y su guitarra abarca fronteras de todo tipo, desde el jazz hasta la más pura soleá, como pusieron de manifiesto ambos en el tema 'Homenaje al Chaqueta', parte implícita del último disco de Pardo: 'Vientos Flamencos 2'.

Conforme fue avanzando la actuación se fueron incorporando más músicos a la cita. Primero fue la percusión de Juan Peña 'Chispa', otro artista de la tierra, junto a las palmas de Juan Grande, El Ale y el Bo. Posteriormente tocó el turno al trompetista Enrique Rodríguez, otro virtuoso cuyo instrumento se entendió a las mil maravillas con la flauta y el saxo de Jorge Pardo, al menos en los tangos donde los aires extremeños se pasearon por el cabildo jerezano.

Con la espontaneidad y la gracia del Bo, imprevisible en cada uno de sus bailes, y algún que otro solo de los músicos terminó una primera noche espléndida. Y es que cuando se apuesta por artistas de primer nivel, el éxito está plenamente garantizado.