Objetivo Birmania
No voy a escribir de cine, ni de música, ni mucho menos. No se asusten. Aunque haya nombrado la columna con el título de la famosa película protagonizada por Errol Flyn y dirigida por Raoul Walsh, o con el nombre del grupo musical de la movida madrileña, no tiene nada que ver con el séptimo arte, ni con la música moderna, aunque la página que ustedes amablemente leen esté dedicada a otro tipo de Arte. Resulta que mi amigo Adrián Fatou, colaborador en materia fotográfica de este medio, está en estos momentos, nada más y nada menos, que en Birmania, ¡ahí mismo! A mí, que soy el más asustón del mundo y el menos aventurero que existe, me maravilla que alguien se eche el petate a la espalda y se vaya a la aventura a un país, como este, que casi no viene en los mapas. Si a eso se añade, que es artista y ha ido a la busca de fotografías, el valor, para mí, es mucho mayor porque, además, el objetivo de su viaje ha sido para aprehender la extraña y esquiva realidad que allí pueda existir.
La aventura viajera de Adrián le va a servir a él como objetivo creativo y a los demás de objeto artístico cuando venga y positive todo el material - a lo mejor el término no es el más adecuado con las nuevas tecnologías, pero yo soy muy antiguo y todavía no me he enterado de que ya no existen cuartos de aquellos con la luz colorada y fuerte olor a los líquidos de revelados -. Lo cierto es que Adrián Fatou está en Birmania buscando una realidad distinta, ajena y remota; una documentación que le permita abrir sus horizontes fotográficos, como ya hiciera con la India, Cuba o la más cercana Venecia, y desarrollar un nuevo y valioso trabajo artístico, a la vez que documental. El otro día lo vi tremendamente ilusionado. Me habló de un universo desconocido, con infinitos atractivos y lleno de posibilidades para recrearse y hacernos recrear en ellos, me contó de unos templos budistas a muchos metros de altura, de unos horizontes imposibles para los urbanitas pusilánimes como yo y… de muchas cosas de una Birmania que a mí sólo me sonaba a película de los años cuarenta. Me alegré infinitamente por él y también por nosotros que vamos a ser destinatarios de mucho del material que traiga. El arte en general y la fotografía en particular están necesitados de aventureros que hagan cosas distintas. Si no es así, estaremos siempre en lo mismo. El extranjero no empieza en El Cuervo.
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