Psicosis
Se cumplen cincuenta años del estreno del film que reformó el género de terror para siempre
Donald Spoto, el controvertido biógrafo y analista de Hitchcock, definió Psicosis como "un grito asesino". Hitch, el orondo caballero cuyo aspecto de tratante de la City ocultaba una personalidad tan escindida como la de Norman Bates, la hizo cuando cumplió la edad crítica de 60 años. Estaba en la cumbre de su carrera como director. La década de los 50 del pasado siglo había visto como producía prácticamente una obra maestra por año. Pero como persona, se daba cuenta que sus admiradas rubias sólo estarían en la pantalla y no en una vida bastante rutinaria y acomplejada. 1960 era el año donde comenzaba una época marcada por la contracultura y la violencia desatada, y como un profeta Hitch nos dio una película cruel y sangrienta, donde funcionaban a la perfección los dos niveles que marcaban su obra: por un lado, un thriller brillante, aunque provocando los límites del sistema. Por otro, una angustiada confesión privada macabra y amarga.
Y no es que a estas alturas el británico no hubiese dado alguna sorpresa que demostraba que iba más allá de ser el brillante maestro del suspense como era considerado. Ya en vísperas de Psicosis los niños terribles de la Nouvelle Vague francesa, Truffaut a la cabeza, habían reivindicado su figura, en su irrepetible revisión del cine americano clásico. Pero aún faltaba para que el gran François publicase su legendario libro entrevista con Hitchcock que puso definitivamente las cosas en su sitio, y lo que se cocía en el Barrio Latino de París aún no había llegado a California. No obstante, Hitch ya había sacado sus uñas más personales en títulos como La soga, rodado en una presunta toma. En Crimen perfecto, filmado como un Estudio 1. Y sobre todo en Vértigo, obra maestra del romanticismo necrófilo que tardaría su tiempo en ser valorada en su plena justeza. Nuestro director, que siempre tuvo el aspecto del negocio muy presente, compensó la bomba de Vértigo haciendo a continuación Con la muerte en los talones, brillantísimo film que cerró la parte más lúdica de su filmografía. Tras esto y recuperar su crédito industrial, estaba preparado para otra vuelta de tuerca.
Eligió una novela de Robert Bloch, novelista del fantástico que tras coquetear en su juventud con el clan de Lovecraft se había reciclado en bestsellero. Hitch conoció la novela Psicosis y según propia confesión lo que le enganchó fue el asesinato en la ducha y la desaparición en el primer tercio de la trama de su protagonista, dejando al lector sin asideros. Consciente de lo que se venía, el director la rodó modestamente. Usó equipos televisivos en blanco y negro, en teoría para que la sangre no cantase mucho, actores poco estrellas y un presupuesto de algo más de 800.000 dólares. Fue un pingüe negocio, ya que recaudó millones. El rodaje resultó complicado, por la precisión de algunas escenas, como el asesinato de la ducha, que llevó una semana. Aunque fue más difícil la muerte del detective Arbogast en la escalera, curiosamente. Hitch jugó con las perspectivas del espectador como nunca, pasando de la huida de Marion a la figura triste de Norman Bates que luego resulta ser peor de lo que imaginábamos.
Es curioso que los problemas con la censura, que en aquellos años empezaba a relajarse en Hollywood, no vinieran tanto del cuerpo de Janet Leigh (mejor de su doble) en la ducha, sino del esmero con que Hitch saca un inodoro y los procesos que en él se hacen. Pero Psicosis salió sin problemas con la habitual frase publicitaria de su director "No lleguen tarde o si no se enterarán de nada". Revolucionó el género de terror, en la época en que mandaba la Hammer y su brillante revisión de los mitos del susto. De Drácula y compañía se pasó a los monstruos interiores, mucho más reales y pavorosos. Se considera a Psicosis el primer Slasher, nombre que reciben los filmes de asesinos sistemáticos sanguinolientos. Medio siglo después de su estreno, la película de Hitch sigue generando hijos bastardos por doquier, y no todos con la entidad del Doctor Lecter o el televisivo Dexter. Es curioso que el propio cineasta, trece años después de rodar su obra maestra, se intentase subir con Frenesí al carro que el mismo había propiciado, y que en manos más jóvenes entonces (Wes Craven, Tobe Hooper, Brian de Palma) estaba dando sus frutos. Pero como hemos dicho más allá de subvertir brillantemente un género, Psicosis es un film profundamente personal. Además de manipular las perspectivas del espectador (De Marion al desdichado hijo, de este a la hermana de la víctima, del rudo detective que nos cae mal pero que compadecemos cuando es apuñalado, al final donde descubrimos que todo ha sido un gozoso engaño) hay unos juegos muy personales. Hitchcock le dijo a Truffaut que para él la profundidad de campo en el cine no tenia sentido y en Psicosis demuestra su propio axioma. Se juega con lo vertical y lo horizontal todo el filme, desde la postura inicial de la pareja a la que sorprendemos en la intimidad y nos convierte en mirones todo el film hasta el contraste entre el motel y la casa materna de los Bates, que sigue siendo hoy en día un reclamo turístico. Postes y todo tipo de objetos sajan las escenas, como premonición de los cortes del cuchillo de Norman. Spoto analizó todo esto a la perfección, junto con los espejos que pueblan la trama.
Y es que en el fondo Hitch era en su vida como Norman al final, no mataba una mosca en su vida pública pero en la interior bullían muchas cosas que salen a la luz e forma velada en Psicosis. Aunque hay que reconocer que gran parte del mérito es de la banda sonora del gran Bernard Herrmann. Además de conseguir inquietar con una orquesta exclusivamente formada por instrumentos de cuerda, rompiendo el monopolio del metal en crear atmósferas terroríficas, convenció al director para poner música a la escena del asesinato. Unos acordes ya míticos que el propio Hitchcock calificó como "gritos de pájaros". Con esto y las aves disecadas que tiene Norman, se estaba gestando la última obra maestra de Sir Alfred, y más radical si cabe todavía que Psicosis: Los pájaros. Pero aún quedan tres años para su cincuentenario.
800.000
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