Diario De las artes

Ritmos de delicadas formas

AUNQUE su nombre permanezca al margen de los mentideros artísticos - eso que gana -, aunque no sea conocida en los embaucadores corrillos que tanto desvirtúan el verdadero sentido de la creación, aunque su pintura no se encuentre en ese segmento ruidoso - que no significativo ni de válida referencia - que con tantas exuberancias dialécticas faltas de razón pretenden manejar los estamentos artísticos de esta ciudad donde existen muchos desinformados, patéticos y fantasmones, Ángela de la Sierra es una artista que ofrece mucho; yo diría que más, incluso, que muchos de los que tanto vociferan sin nada que ofrecer. No hay nada más que ver esta exposición para darse cuenta de que sus planteamientos artísticos no son frutos del azar ni promovidos por una experimentación más o menos afortunada. Ella maneja con solvencia la forma plástica y la manipula con justeza hasta dotarla de una dimensión estética muy bien definida desde unas bases sustentantes con el color como ideal arquitectura compositiva.

Ángela de la Sierra, formada en el taller de Luis Grajales, ha aprendido bien las enseñanzas dimanadas del estudio de la calle Gaitán y ha puesto en evidencia un entramado artístico que suscribe una realidad formal abstracta, con leves evocaciones a una representación que queda supeditada dentro de unos envolventes y muy bien estructurados episodios coloristas.

La exposición que encontramos en la galería de Carmen de la Calle, sabiamente distribuida en el no fácil espacio museográfico de la calle Santo Domingo, nos presenta una serie de obras sustentadas desde el ritmo de unas formas cambiantes que interactúan en una equilibrada composición de rojos, amarillos y verdes en una superficie de humedales azules. La autora da rienda suelta a su imaginación y recrea un universo de sutil referencia orgánica como si sus voluptuosas formas hubiesen sido extraídas desde el cristal desvirtuante de un microscopio. En ese espacio de naturaleza líquida se sitúa un universo de formas y colores que se yuxtaponen generando una arbitraria escenografía de imposibles. Tales formas promueven desenlaces de gran sensualidad, de equilibrados ritmos compositivos y posiciones plásticas que generan referencias presentidas como extraídas de recovecos oníricos y de sueños bellamente transmitidos.

Hemos descubierto a una Ángela de la Sierra convencida y convincente, a una pintora que se nos antoja disfruta con la recreación de ese universo mediato donde la pureza del color establece diferencias y por el que ella nos hace transitar para dispersarnos de tanto prosaísmo reinante.

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