Cultura

El colegio de estudios mayores de la Santa Cruz, Fundación de San Juan de Ávila (II)

La ciudad de la historia

LA comisión creada al efecto propone que el local en el que radicara la escuela debía ser céntrico, para facilitar la concurrencia del alumnado. Se consigna en el acta del Cabildo del 28 de febrero de 1541 que se elige una zona intramuros, inmediata a uno de los boquetes de la medina y que limitaba con los dos populosos arrabales de San Miguel y Santiago, cerca de la puerta de Sevilla, a la espalda de San Cristóbal. A pesar de que en el Concejo se respira un ambiente favorable generalizado, no faltaron las voces críticas, así uno de los veinticuatro se mostró contrario al sitio escogido por estar pegado a una vetusta muralla que dificultaría su edificación, lugar a trasmano, sucio y transitado en las noches por maleantes. Estas objeciones serían premonitorias, ya que su ubicación junto al convento de San Cristóbal le traerá contrariedades, y su desaparición tras medio siglo de existencia. Con todo, a pesar del apoyo del Consistorio y del patronazgo municipal, no podemos dudar del eminente carácter eclesiástico del colegio, ya que su sostén debía recaer en principio en rentas eclesiásticas.

Conocemos la ubicación de este antiguo colegio, aunque de su fábrica podemos decir muy poco, quizá su obra se realizó con rapidez, por lo que estaríamos hablando de un edificio sumamente modesto. No sabemos nada de sus dimensiones, distribución, condiciones higiénicas, características arquitectónicas o la forma de vida del profesorado y del alumnado entre sus muros. Si analizamos las características que conocemos del colegio jerezano, éste se amoldaba a las ideas organizativas de su creador. Estaba instalado en un lugar céntrico, lo que era esencial para atraer alumnos a sus aulas. Comienzan su actividad literaria al amanecer, y si no se dispone de otro local, en un aula anexa a una iglesia de la población. Los alumnos son de dos clases: unos naturales de Jerez, que viven con sus familias, aunque pasen casi toda la jornada en el centro, cuyos maestros los llevan incluso a oír misa, y otros son forasteros y viven bajo la tutela de sus educadores, lo que les resuelve a los padres y tutores el problema económico y educativo.

La estructura docente se completaba con un maestro de Humanidades, un lector de Artes y otro de Teología, que dictaban cíclicamente su curso entero de tres años, para las Artes, y tres o cuatro para la Teología. Quizá en Jerez, este organigrama se simplifica aún más, existiendo en amplios periodos de tiempo un solo profesor, el más conocido y persistente es el maestro Gaspar López, que fue el que estuvo más años seguidos, y que enseñaba primero el ciclo de las Artes y concluía con los mismos alumnos el de Teología. Sin embargo, con seguridad debió existir en el colegio jerezano un buen grupo de pasantes y sustitutos que aliviaban ya sea al rector, al maestro o a los lectores. La vida en comunidad aminoraba considerablemente los gastos de sostenimiento del profesorado y de los alumnos internos. Existió una buena dosis vocacional y mucha abnegación en todo el personal, lo que permitió su funcionamiento, a pesar de los escasos ingresos: es el caso del mencionado Gaspar López, regente de la Santa Cruz muchos años, del que nos consta su honda preocupación, y en esos términos lo comunica al Cabildo municipal.

San Juan de Ávila planea la fundación, lo saca de cimientos y pone el colegio de la Santa Cruz en marcha. Su cometido acaba muy pronto, pues en el mismo año 1541 su dirección pasa a Gaspar López. En este sentido, el decenio que llega hasta 1550 es el que nos indica los buenos cimientos de esta obra educativa: local adecuado, profesores doctos, copioso alumnado y favor popular.

El mencionado maestro López uno de los discípulos del Santo de Almodóvar del Campo, con sólida preparación universitaria, buen teólogo y filósofo, con aficiones literarias y relaciones con humanistas sevillanos. Sin embargo, bien poco sabemos de su biografía, su procedencia y su ingreso en la Compañía de Jesús. Su labor al frente del colegio de la Santa Cruz fue de cinco lustros, de muy grata memoria, que casi eclipsa el papel del fundador.

Su llegada al colegio debió producirse en 1540, y ocho años después señala en una carta a San Ignacio de Loyola sus reticencias acerca de los frutos cosechados, su desaliento y dificultades, y su deseo de pertenecer a los jesuitas. Se documenta su dirección en el centro jerezano aún en 1553, y bien pudo estar al frente hasta doce años más tarde. En buena medida, tuvo mucho que realizar Gaspar López a partir de la herencia del Santo manchego, para asentar todo aquello que quedaba en el aire: él compró las casas en las que se ubica el colegio, buscó recursos, afrontó la difícil situación, tras la negativa de la Curia romana a anexionarle las rentas de los beneficios simples, y fue el que consiguió cargar con pensiones para su sostenimiento. Sus demandas de auxilio al Cabildo, y los recursos de los padres de alumnos a la Corona, posibilitaron una asignación anual sobre los propios de Jerez.

En 1548 se le asigna como regente un salario de veinte mil maravedíes anuales y dos cahíces de trigo, pagaderos sobre las rentas comunales. El veinticuatro Nuño Ponce de León recordaba en 1573 la labor de Gaspar Núñez y llegaba a olvidar la figura del fundador del colegio.

Fco. Antonio García Romero

Eugenio J. Vega Geán

Centro de Estudios Históricos Jerezanos www.cehj.org

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