Sordidez 'minimal'

Manuel J. Lombardo

14 de agosto 2011 - 05:00

Drama, México, 2010, 87 min. Dirección: Michae Rowe. Guión: M. Rowe y Lucía Carreras. Fotografía: Juan Manuel Sepúlveda. Intérpretes: Mónica del Carmen, Gustavo Sánchez Parra, Armando Hernández.

En la línea de sus compatriotas Carlos Reygadas (Batalla en el cielo), Amat Escalante (Sangre) o Enrique Rivero (Parque vía), el australiano afincado en Méjico Michael Rowe se apunta con éste su primer largometraje a la estética minimalista y silenciosa y al retrato de la sordidez íntima que tan buena suerte ha corrido de un tiempo a esta parte en el ámbito de cierto cine de autor festivalero. No en vano, su película obtuvo la Cámara de Oro en el Festival de Cannes de 2010.

Se trata aquí de explorar un espacio, unos ritmos cotidianos y las posibilidades de una férrea puesta en escena (en largos planos fijos) a propósito del retrato desafectado de una joven de rasgos indígenas a la que observamos siempre en su apartamento de Ciudad de México: trabajando en el ordenador, hablando por teléfono con su familia, viendo la televisión, espiando al vecindario, masturbándose junto a la ventana o en los regulares y fríos encuentros sexuales, cada vez más intensos y sadomasoquistas, que entabla con hombres desconocidos, de largo lo mejor y más valiente del filme.

Crónica de una autodegradación anunciada, justificada in extremis por el inevitable trauma de infancia de turno, bajo la que puede leerse una crítica a las lacras y anacronismos de la sociedad patriarcal mejicana, Año bisiesto encuentra en la rigidez de sus formas y en su mecánica narrativa elíptica el modus operandi para un retrato sobre la soledad, la excentricidad y la incomunicación que se deleita tal vez demasiado en una sordidez de diseño que denota cierta impostura.

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