Tras el cristal distorsionante de la vida
DiarioDelasartes

Quizás esta exposición haya pasado de puntillas en los encorsetados ambientes del Arte, quizás el nombre de Ocaña esté muy al margen del paisaje artístico actual; quizás este mundo del Arte nuestro transcurra por otros derroteros; quizás la plástica oficial promueva otros intereses o, quizás, Ocaña siga siendo, todavía, un extraño, uno de los raros y personaje al margen. El Arte, ahora, como siempre, es madrastra, cainita y veleidoso. A mí, la muestra me ha hecho mucha ilusión, me ha emocionado y me ha hecho recuperar la memoria un artista especial, maltratado por la vida y escasamente valorado por los propios ambientes artísticos.
Ocaña no formó parte de la Historia del Arte canónica; no participó de los discursos que eran habituales en la creación de nuestro país; muchos pseudo intelectuales de lo artístico, o no lo consideraron o, como mucho, lo vieron como una curiosa anécdota; además, no tuvo un mínimo reconocimiento en vida y, cuando empezaron a acordarse de su existencia, fue tras su muerte.
José Pérez Ocaña había nacido en Cantillana, una pequeña población sevillana cuyo patrimonio espiritual y, si se quiere, cultural, pasaba - y pasa - por los fervores, casi fanáticos y extrarreligiosos, del amor hacia La Pastora y La Asunción; fervores muy arraigados en el alma de Ocaña.. En ese ambiente pueblerino, inquisidor y absorbente vivió una juventud marcada por una inclinación sexual mal aceptada por una inmensa mayoría deshonrosa e injusta. Sus horizontes existenciales comenzaron a abrirse cuando recaló en una Barcelona con perspectivas menos coercitivas. Allí se libera de las imposiciones localistas y vive una libertad compartida por aquellos que conocían, de primerísima mano, la cruda realidad de un joven necesitado de horizontes diáfanos y clarificadores. El nombre de Nazario fue fundamental en aquel discurrir barcelonés. En la Ciudad Condal empieza una carrera artística que pasaba por una dedicación, autodidacta, natural y espontánea, a una pintura ilustradora, sin cortapisas plásticas y estéticas, de un mundo que pretendía desentrañar tanto su realidad inmediata como aquella otra poblada de intimismos, particularidades y hasta de fantasmas emocionales. Su vida se truncó en un desgraciado accidente cuando pasaba una temporada en su pueblo natal, junto a su madre y su hermana. En una fiesta de disfraces, Ocaña, tan amante de situaciones travestidas, se enfundó un barroco disfraz dedicado al sol. El mismo, que llevaba adherido bengalas, se incendió provocándole importantes quemaduras. Su recuperación fue imposible debido a complicaciones con una antigua hepatitis que le provocó la muerte un 18 de septiembre de 1983.
La vida y la obra de Ocaña no pasaron desapercibidas en los ambientes contraculturales de Barcelona. En 1978, rodó la película "Ocaña, retrato intermitente", dirigida por el Ventura Pons que pronto se convirtió en todo un icono por su visión sobre la homosexualidad.
Ahora, el Instituto de Cultura y las Artes de Sevilla - ICAS - organiza esta exposición en la Sala Atín Aya, lo que era el antiguo Teatro Álvarez Quintero de Sevilla. La misma está comisariada por Joaquín Recio y José Naranjo Ferrari y recoge una parte de la producción última de Ocaña, aquella que transcurre entre 1975 y 1983 y en ella se nos presenta esa pintura, a la vez, transgresora e ingenua, festiva y descarnada, real y travestida; una pintura abierta, sin complejos, directa y felizmente primitiva. En su obra se relatan historias de su vida, se retratan a los amigos del pintor, se describen escenas divertidas y punzantes, irónicas y excesivas; se plantea esa iconografía personal e íntima que hace transitar por su universo tanto mediato como inmediato.
Después de varios años sin Ocaña nos encontramos con una feliz pintura que transcribe un paisaje donde los fantasmas conviven con los actores de su existencia, con las imágenes de su religiosidad particular, con los ídolos de su mundo a contracorriente. Es el horizonte travestido de un pintor que necesitó mucho más de lo que la vida le llegó a ofrecer.
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