La edad de oro de la zambomba

Guitarra y dirección: Antonio Higuero. Guitarra: Javier Ibáñez. Cante y baile: Tamara Tañé, Anabel Rosado, Carmen del Cantarote, Gema la Cantarota. Zambomba y cante: Israel López. Lugar: Sala Cajasol. Feca: 23 y 24 de diciembre. Aforo: Lleno.

El género vive una auténtica edad de oro y desde hace un mes zambombas jerezanas y gaditanas invaden los locales flamencos de toda España. Tanto es así que los villancicos modernos están casi a la par con los tradicionales en el repertorio de estos conjuntos. El grupo de Antonio Higuero alternó canciones populares como Debajo de la hoja de la lechuga, Porque es navidad, los cantos de quintos y los villancicos del Gloria con nuevas composiciones como Nochebuena, que Israel López dedicó a la memoria de su hermano, Sentencia, que dijo Tamara Tañé con mucha solemnidad o María tiende su ropa. Estas nuevas composiciones glosan, con una sensibilidad contemporánea, el nacimiento y primeros años de vida de Jesús, con episodios apócrifos, naturalmente. La música tradicional alterna lo religioso con los cantos de comunidad como las coplas de quintos en las que se cantaba jocosamente la tragedia de una juventud destinada a la guerra de África. La característica de la zambomba jerezana es el compás ya que buena parte de los villancicos tradicionales se dicen a ritmo de bulería. Además, la segunda parte de la función es una larga fiesta donde todos los intérpretes, incluido el de la zambomba, se cantan y se bailan una pataíta. Israel López lo hizo con mucho arte y con una voz corta pero muy sentimental. Fue sin duda el intérprete que mejor conectó con el patio de butacas ya que, más que un músico, es un auténtico animador de la fiesta. Gema la Cantarota dijo su parte de una manera pastueña, demorada, amable, dulce. Mientras que Carmen la del Cantarote derramó poderío y compás en el escenario con un estilo telúrico y arrollador. Anabel Rosado ofreció el cante más afinado y profesional de la noche en una interpretación emotiva y de mucha entrega. Antonio Higuero y Javier Ibánez tejieron una red de seguridad de fino soniquete.