Las fórmulas de un arte comprometido
Diario de las Artes
Indra Monrové / Espacio Abierto (Jerez)
¡Dios mío, cómo pasa el tiempo!. Discurrir tan vertiginoso que casi borra las referencias y te hacen contemplarlo todo en una nebulosa desvirtuante que diluye los contornos de lo que te parece inmediato y que no lo es. Parece que fue ayer mismo cuando una joven entusiasta me llamó anunciando que abría un espacio expositivo en Jerez. Fue alegría enorme pues, sólo las salas institucionales y la del Diario, estaban operativas en un momento desilusionante donde había muy poca infraestructura. Algo totalmente ilógico en una ciudad donde el arte, en general y la pintura, muy en particular, está al cabo de la calle, con artistas de primerísima categoría; muy buenos, buenísimos, hacedores; sin contar a los muchos aficionados sensatos, inteligentes y abnegados; claro que, también existen algunos tóxicos maledicentes que sólo buscan medrar y aparentar lo que no son en un mundo que les queda, por desconocimiento, ineficacia, desorientación y mala información, con el pie cambiado. Lucía Franco se pone a la cabeza de Espacio Abierto con las ideas claras; sabe lo que quiere y lo hace empoderada en su verdad que me parece, casi siempre, acertada. No le duele prendas en rechazar lo que no siente y posicionarse en una realidad compleja a la que ella le da muchas y buenas vueltas. Empieza en esto, después de que la sala tuviese, tiempos atrás, una efímera pero importante comparecencia con la obra apasionante de Fernando Pemartín. Ocho años ya bien vale dejar atrás los argumentos de la duda y dar sentido a una confianza que, a estas alturas, no tiene vuelta de hoja.
He escrito en numerosas ocasiones la importante significación de esta sala y los muy acertados planteamientos de la directora de la misma. Lucía Franco no ha sucumbido, en estos ocho años, a los muchos males que aqueja a la plástica actuante: la alharaca, el divismo, la apariencia, el excesivo apego a lo nuevo, el dejarse manipular por las modas y por los intereses espurios de los que manipulan el arte y que no son más que especuladores de lo artístico, convirtiendo en una mera mercancia al artista y su producción. No ha acogido en su recinto expositivo de la calle Alvár López a los que todos consideran los importantes; eso sería lo fácil; ha apostado, con una sapiencia desmedida, por los artistas cercanos a su ideario, a aquellos que tienen algo que decir, a los que están en medio de esos comienzos complejos con puertas cerradas y ojos demasiados escrutadores; ha acogido a creadores con conceptos nuevos, con desarrollos y desenlaces inteligentes tangentes a lo estrictamente canónico y eso es muy importante en un arte donde todo lo tienen establecido los factores interesados de algunos. En estos años, hemos conocido en Espacio Abierto a artistas que van a ser importantes con toda seguridad, a nuevos realizadores con almas vírgenes y deseos sólo infectados por la verdad artística. También, Lucía Franco ha trabajado para los artistas; para los intereses de ellos; algo que no es lo habitual en un universo expositivo donde los esforzados artistas ejercen su trabajo para el beneficio material y social del galerista estrella. Espacio Abierto ha llenado un hueco que era muy difícil de cubrir porque los planteamientos que priman mayoritariamente en el arte actual son las búsquedas altisonantes aunque tengan pocas argumentaciones que manifestar. En Espacio Abierto tienen cabida, sin reserva, los jóvenes muy jóvenes con ansias desmedidas y algo en su decir; los veteranos abandonados por un sistema arbitrario o por las veleidades de sus propias arbitrarias disposiciones; los activos apasionados que no se dejan manipular por los la estulticia de los que de esto saben poco; los hacedores valientes y sin prejuicios; l los que, hacen lo que quieren y tienen juicio, actitudes y solvencia para hacerlo; en definitiva, los artistas que son y serán activos actuantes de un arte que debe tener, sobre todas las cosas, verdad y trascendencia.
No podía dejar pasar la primera exposición de esta octava temporada para rendir homenaje, en nombre del gran arte, a la labor continua y constante de una Sala que, hoy en día, se ha convertido en el referente casi único para una inmensa mayoría. Felicidades y es tiempo de seguir avanzando.
El curso lo comienza Indra Monrové, artista jerezana que cuenta con todos los planteamientos para ser autora de Espacio Abierto, pues no forma parte de ese estamento expositivo canónico de difíciles estructuras y por donde transcurre una oficialidad cuestionable; es artista de ideas claras y a contracorriente; lo que le supone ser autora cabal para los postulados que se rigen desde la calle Alvar López. Su trabajo es personal; no pretende parecerse a nadie y formula esquemas hacia dentro, donde lo íntimo e, incluso, lo espiritual, juega un papel decisivo; su profesión de psicóloga le hace posicionarse en un estamento diferente donde se desentraña un universo a contracorriente, lleno de emoción, sentimiento y hasta espiritualidad; domina el dibujo y el grabado que es tanto como decir que está al cabo de una experiencia plástica poderosa; sabe distribuir los espacios, conjugando los vacíos con superficies que acentúan los esquemas de la expresión.
Es, por tanto, artista que sabe lo que hace y que, también, redestribuye la esencia pictórica para que por ella circulen fórmulas críticas que avanzan una idea y un compromiso social con todos aquellos que lo necesitan. Su obra parte de un grabado convincente y portador de los mejores y más estrictos argumentos plásticos; esos que sustraen la mirada para llevarla a posiciones más íntimas, más mediatas, allá donde lo emocional juega un papel preponderante. Estamos ante una pintura que marca diferentes postulados conceptuales; ahonda en lo emotivo, en lo mediato, en una conciencia humana de infinitos perfiles donde los recovecos de la mente son zonas de especialísima actuación.
Indra Monrové es una artista de compromiso con la sociedad, con aquellos que necesitan un punto de apoyo para seguir actuando. Y eso, el arte, sabedor de las necesidades, puede ser un modo y un medio para conquistar situaciones donde lo bueno no sólo está en lo que se hace visible.
Lucía Franco con su trabajo desde Espacio Abierto, nos introduce en un medio que es necesario para la vida, para avanzar en una sociedad sin complejos; con lo artístico asumiendo nuevos postulaos y abriéndose a unos esquemas llenos de sutileza, emoción, compromiso y desenlaces artísticos para un bien en común.
Se inicia, por tanto, una nueva etapa en una carrera que lleva, ya, ocho años apostando por un arte consciente y de conciencia. Enhorabuena.
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