Navidad 2019

Por siempre Terremoto

Por siempre Terremoto

Por siempre Terremoto / Juan Luis Monge

Cuando se contienen tantas emociones y recuerdos, es normal que en algún momento todo aflore, y en el caso de la peña Terremoto no puede ser de otra manera que artísticamente.

Sí, porque a lo largo de las dos horas y veinte minutos que duró la tradicional propuesta navideña de las peñas de Jerez, hubo sobre todo sentimientos encontrados, de alegría y de nostalgia, sentimientos que en más de una ocasión levantaron el vello al público que llenaba el teatro.

No es tarea fácil llevar la bandera de esta entidad y más si cabe en el clásico acto de la Federación Local de Peñas de Villamarta, simplemente porque en sus dos apariciones anteriores, 2000 y 2005, el nivel quedó tan alto que era casi imposible superar. Por eso mismo, María Terremoto, encargada de dar forma al montaje junto con la dirección escénica de Hugo Pérez, se quiso rodear de muchos de los que ya saben lo que es saborear el triunfo, voces como Esther y Encarni Benítez, Luisa Peña, Juan Flores, Rosario ‘La Reina Gitana’, Anabel Rosado o Pedro Garrido Niño de la Fragua. Quizás se echó en falta a alguno más, pero ya sabe, la vida evoluciona, las cosas cambia y todo es irrepetible.

Sea como fuere la abanderada de la Casa Terremoto, que asumió especial protagonismo al final, puso en liza un espectáculo consistente en el que recurrió a los villancicos de su padre, esas verdaderas obras de arte, que han perdurado en el tiempo como si un romance del siglo XV se tratasen, para armar una noche que si bien en el tramo final, con la aparición de los artistas invitados, pareció más una gala homenaje que el tradicional acto navideño de las peñas, dejó un gran sabor de boca a un público entregado y que se encendió con momentos mágicos.

A lo largo de más de dos horas, los villancicos ‘made in Terremoto’ sonaron en Villamarta, villancicos que alcanzaron el cénit en algunos momentos pero que en otros fueron simplemente un relleno fácilmente prescindible. La eterna condición humana de comparar, hace que a los que hemos tenido la suerte de haberlos visto antes, en otras voces, nos choque verlos en otra versión, no por nada, sino porque es difícil superar el listón.

Bajo el iluminado busto del patriarca Fernando y con el emblema de la peña como si de una estrella de Belén se tratase, la propuesta escénica la abrió una voz en off que nadie escuchó (el sonido dejó mucho que desear a veces) y la llamativa aparición de María Terremoto, que hizo de embajadora de su gente.

Luisa Peña fue la encargada de entonar, con garbo y elegancia, uno de los himnos navideños de Fernando, ‘Venid gitanos’ apoyada, como ocurrió toda la noche, por una orquesta de voces impresionante. Le siguieron Esther y Encarni Benítez, que hicieron a dúo y con buenas dotes ‘Divino Cordero’, y Anabel Rosado, una de las pocas artistas que ha estado en las tres veces que la Peña Terremoto ha pisado Villamarta en Navidad. Anabel es una cantaora minusvalorada, con una voz portentosa que con mucha templanza, regaló una bonita versión del ‘Échale carbón’.

“Olé mi peña”, exclamó Luisa Fernández, la hija de Fernando, desde el patio de butacas. Con ‘Nostalgia’, una pieza a ritmo de tangos, tocó el turno a las jóvenes Irene y María Márquez, para continuar con el personalísimo metal de Manuel de Cantarote, un cantaor que mejora día a día y que obsequió con ‘Cantaba José’, al que le dio un aire propio.

Fueron varios los momentos álgidos de la noche y uno de ellos lo protagonizó Juana Fernández, la otra hija de Fernando. Mirando al cielo dijo: “Se lo dedico a mi hermano que él nos está ayudando”, para entonar seguidamente ‘El peregrino’, donde afloró el gen Terremoto. Es inexplicable pero Juana, haciéndolo fácil, puso un auténtico aura de arte sobre este villancico.

Los otros llegaron con el recuerdo a María Márquez, a la que María Terremoto le dedicó unas palabras en off (que tampoco se apreciaron con claridad debido al sonido) mientras se proyectaban imágenes de la zambomba de 2005 haciendo ‘La vecinita’ y una foto de su añorada abuela. El homenaje fue con ese ramillete de flores en la cabeza que se pusieron todas las integrantes del coro mientras entonaban ‘Dame una copita de anís bueno’ que María interpretaba como nadie.

Pero sin duda, el punto de inflexión corrió a cargo de María al ejecutar ‘Diciembre’ bajo los sones del piano de Rosario La Reina Gitana y el violín de Sandra Raña, levantando al público y haciendo sonar las palmas por bulerías en todo el teatro.

Encarni y Esther Benítez, durante su actuación. Encarni y Esther Benítez, durante su actuación.

Encarni y Esther Benítez, durante su actuación. / Vanesa Lobo

El cambio generacional en el cante fue cosa de Manuel de la Nina, al que se le ve mucho más curtido y convencido en todo lo que hace. Interpretó ‘Al de Galilea’ con muchísima enjundia, peleándose con el cante hasta ganar la batalla.

El sonido de anteriores espectáculos volvió con algunas falsetas, donde Nono Jero, Fernando Carrasco y El Madriles estuvieron colosales toda la noche, como lo estuvo Manuel de la Fragua bordando aquel ‘La Nochebuena’, una pieza que recordamos por la gran interpretación de Luis Lara pero que Manuel la defendió al mismo nivel. Antes, Dolores de Perikín y Manuela Fernández recuperaron otro de los himnos de la Navidad de Terremoto: ‘Ya llegó la Nochebuena’.

“Viva Jerez en grandes cantidades”, gritó El Bo. Juan Flores aportó su pincelada con ‘Te traigo’ al igual que José El Pechuguita, recordando a Fernando, con guitarra y cante, y su ‘Patriarca Manué’, mientras Pedro Garrido ‘Niño de la Fragua’ se empleó a fondo con el ‘Sirva tu cuna’, una creación que en su día ‘Terre’ hizo para él y cuya letra es una maravilla. Pedro, perfecto conocedor del villancico, lo clavó.

Anabel Valencia, con ese metal tan suyo, añadió el aroma flamenco con ‘Navidad gitana’ en clara contraposición a la nana ‘Te canto’ (con el violín de Raña y la guitarra de Madriles) de Estefanía Zarzana, un ejemplo de dulzura y melodía que tiene su voz.

Anabel Rosado, en un momento de su aparición en solitario. Anabel Rosado, en un momento de su aparición en solitario.

Anabel Rosado, en un momento de su aparición en solitario. / Vanesa Lobo

El último arreón llegó con María Terremoto asumiendo el protagonismo, primero con un villancico que interpretó a dúo con José Valencia, donde la conectividad de ambos encantó al público, posteriormente con Miguel Poveda, con el que hizo el ‘Arcángel San Gabriel’ de Parrilla (una pena que Poveda no se supiera el villancico y estuviese tan incómodo), y finalmente con Diego Carrasco. María llevó en todo momento el peso y evidenció una vez más que no tiene techo.

El colofón tuvo el sello de Manuel Soto Barea ‘El Bo’, con un catálogo de gracia y recursos para cantar y bailar, con una pataíta señera de Jesús El Berza pero sobre todo con el baile de Soraya Clavijo, temperamental como siempre, y Angelita Gómez. Angelita completaba su histórica trilogía (ha bailado a Fernando padre, Fernando hijo y ahora a María) con un ejemplo de cómo se tiene que bailar, acompasando el tempo, braceando como los ángeles y escuchando el cante. Una maravilla. El último grano lo agregó por bulerías Juan Vargas, en representación d la peña Terremoto y con aire ‘Sordera’, y una pataíta del pequeño Manuel Monge que levantó los aplausos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios