José Miguel Merino Aranda Javier E. Jiménez López De Eguileta

De la unión de las Hermandades Sacramental y de Penitencia de San Miguel a la coronación litúrgica de María Santísima de la Encarnación

28 de marzo 2024 - 00:00

La Hermandad Sacramental del Santo Crucifijo de la Salud se encuentra inmersa en una década de conmemoración de numerosas efemérides: 375º aniversario de la hechura y encarnadura de la bendita imagen del Santo Crucifijo (2022), 450º aniversario de la erección de la Hermandad penitencial del Santo Crucifijo (2023-2024), 500º aniversario de la erección de la Hermandad de Dios, la Sacramental de San Miguel (a celebrar en 2025, tras la reciente certificación documental de sus orígenes en 1512) y, por último, el centenario de la reorganización de la Hermandad de Penitencia (2028) y el de la hechura de María Santísima de la Encarnación (2029).

Todos estos acontecimientos son los que dieron pie a otros dos hechos singulares acaecidos el pasado siglo XX en la historia de nuestra Hermandad: la unión de dos de las hermandades de nuestra parroquia de San Miguel, la Sacramental y la de Penitencia, que tuvo lugar en 1956, y la coronación litúrgica de la bendita imagen de María Santísima de la Encarnación el 25 de marzo de 1965 por Excmo. y Rvdmo. Sr. D. José María Cirarda Lachiondo, obispo auxiliar de la Archidiócesis de Sevilla, vicario en Jerez.

Comenzando por el primero que nos ocupa, habría que decir que la Hermandad Sacramental se encontraba a mediados del siglo XX en serio riesgo de desaparición, pues su último hermano, D. Juan Fadríquez de Lassaleta y Salazar, había fallecido en 1945. El Código de Derecho Canónico de 1917 establecía que las distintas instituciones de la Iglesia quedaban completamente extinguidas al pasar cien años de la muerte de su último miembro. Por esta razón, el párroco de San Miguel, D. Rafael Rodríguez González, percatándose de la posible e irreparable pérdida y viendo el vigor que por entonces tenía la Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud, acudió a su hermano mayor, D. Pedro Domecq Rivero, marqués de Domecq d’Usquain, para proponerle la fusión de ambas corporaciones, con el santo deseo de que, a partir de entonces, caminasen juntas y uniesen su historia y su patrimonio ad futurum.

De este modo, el 12 de enero de 1955 la Vicaría General del Arzobispado de Sevilla aceptaba en principio la iniciativa de unir ambas hermandades, para cuya efectividad tan solo restaba el envío de ciertos documentos de índole histórica, por un lado, y de acuerdos con la parroquia, por otro. Cumplimentados, pues, estos requisitos documentales, el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. José María Bueno Monreal, arzobispo coadjutor de Sevilla, aprobó finalmente la unión por decreto de 5 de octubre de 1956. De él también se emanaría la aprobación de las nuevas reglas, por las que se rigió a partir de entonces la Hermandad surgida de la fusión de la Sacramental y la Penitencial.

Poco tiempo después, la buena relación existente entre esta nueva corporación y el párroco de San Miguel hizo posible la firma de un acuerdo entre ambas partes acerca del reconocimiento de la propiedad de las piezas del patrimonio de la Hermandad Sacramental por parte de D. Rafael Rodríguez en nombre de la parroquia y del usufructo de las mismas indistintamente por ella y por la hermandad, lo que, en efecto, sigue ocurriendo hasta el día de hoy.

En otro orden de cosas y en cuanto al segundo tema que queremos tratar, situamos la narración en el lunes de Pascua 1 de abril de 1929, cuando, tras haber realizado su primera estación de penitencia el Viernes Santo 29 de marzo, se celebró el primer Cabildo General de la recién reorganizada Hermandad del Santo Crucifijo, con fecha de autorización de 6 de marzo, refrendada por el Arzobispado Hispalense.

En dicho cabildo, junto con la constitución de la primera junta de gobierno, a propuesta del vocal Sr. Díaz Delgado, se acordó iniciar una suscripción para encargar la talla de una imagen de la Santísima Virgen bajo la advocación de la Encarnación, puesto que al no disponer de ella la Hermandad, había precisado la cesión de la imagen de Nuestra Señora de las Lágrimas de la antigua Hermandad de la Vera-Cruz, en la fecha en postración, que se hallaba depositada en el vecino convento de Franciscanas Descalzas, Clarisas de la calle Barja, para su primera estación penitencial.

La talla, realizada por el prestigioso imaginero sevillano D. Antonio Castillo Lastrucci y entregada en junio del mismo año, fue bendecida por el Emno. y Rvdmo. Sr. D. Eustaquio Ilundáin y Esteban, Cardenal Arzobispo de Sevilla, el 20 de septiembre de 1929.

Pasados los años, en el seno de la hermandad venía gestándose la idea de coronar eclesiásticamente a María Santísima de la Encarnación con una presea de oro purísimo como expresión del inmenso amor de sus hijos, hermanos todos del Santo Crucifijo de la Salud.

Todas estas iniciativas culminaron con la consecución de una magnífica corona el 24 de febrero de 1965, obra del orfebre sevillano D. Fernando Marmolejo, con la que el 25 de marzo, en la festividad de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo, advocación de nuestra titular, tuvo lugar la coronación litúrgica de nuestra bendita titular por el referido D. José María Cirarda Lachiondo, obispo auxiliar. El acto tuvo lugar durante la Función Principal de Instituto, que se celebró como culminación del quinario de cultos de la Hermandad que establecen sus estatutos y en el altar mayor de la Iglesia parroquial de San Miguel, ante un magnifico altar de cultos montado por el prestigioso vestidor sevillano D. José Espino, al tiempo que lo presidía el Santo Crucifijo bajo su imponente dosel, descansando en un altar conformado por el frontal y el manifestador ambos de plata pertenecientes al tesoro de la Hermandad Sacramental y exornado con numerosos blandones y centros de flores.

A los pies del presbiterio se colocó la bendita imagen de María Santísima de la Encarnación, en un trono cubierto con dosel granate y luciendo sus galas procesionales para la ocasión. En el lado de la epístola se situó en un lugar destacado a la madrina de la ceremonia Dña. Josefa Luisa Bohórquez López de Meneses, esposa de D. Joaquín Díez Hidalgo. La mesa de hermandad estuvo constituida por el predicador del Quinario de aquel año, el célebre Padre D. Ramón Cué Romano, S.J., D. Pedro Domecq Rivero, Marqués de Domecq, hermano mayor, y demás miembros de la junta de gobierno.

Asimismo, asistieron representaciones de las hermandades del Cristo de la Expiración, Ntro. Padre Jesús de la Sentencia, Cinco Llagas de Ntro. Señor.

La ceremonia dio comienzo a las 9:30 h. de la mañana, cuando hizo su entrada por la puerta principal el Sr. Obispo Vicario, recibido por el clero parroquial y la junta de gobierno, atravesando la nave central bajo palio, para tras orar unos breves momentos en el sagrario dirigirse a su sitial en el presbiterio.

El prelado una vez revestido de pontifical, procedió a la bendición de la corona, que le fue presentada sobre un cojín granate por el Sr. Marqués de Domecq, hermano mayor, y la madrina del acto.

Monseñor Cirarda, una vez bendecida la corona y tras pronunciar unas sentidas palabras, procedió a coronar la sagrada cabeza de la Santísima Virgen en emotiva ceremonia.

Acto seguido comenzó el solemne pontifical, oficiando el señor obispo vicario de Jerez, asistido por el cura párroco D. Manuel López Rodríguez, y actuando de maestro de ceremonia el beneficiado de la Colegiata D. Lino Muñoz, con asistencia de ceroferarios, turiferarios, servidores y acólitos.

Tras la sentida homilía de S.E.R. y al ofertorio de la misa los hermanos fueron subiendo al presbiterio para la renovación de su juramento en una numerosa concurrencia.

Poco después de las 11 terminaba el pontifical, abandonando Monseñor Cirarda el templo con iguales honores que a su entrada.

Los cultos finalizarían por la noche, cuando tras una grandilocuente predicación del P. Cué, se procedió a la tradicional procesión eucarística por las naves del templo de San Miguel con la que se culminan habitualmente los solemnes cultos en nuestra Hermandad Sacramental.

De esta forma quedó coronada litúrgicamente la bendita imagen de María Santísima de la Encarnación, titular de nuestra Hermandad Sacramental del Santo Crucifijo de la Salud.

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