Hay palabras que se ponen de moda. ¿Recuerdan aquel término denominado obsoleto que se puso de moda en los tiempos en que Felipe González era presidente del Gobierno? Al igual que los calificativos, como es el caso, también hay insultos que se prodigan. Es innegable que la política es un caldo de cultivo idóneo. Obsoleto sigue utilizándose con asiduidad, especialmente cuando la obsolescencia programada nos deja sin la tele o el secador de pelo. Últimamente la palabra fascista se ha erigido en un insulto muy recurrido, pero con una singularidad: quienes lo utilizan suelen ser precisamente los más intransigentes, sectarios y, por consiguiente, fascistas del lugar. Los utiliza la izquierda con verdadero fervor, pero es que la derecha también tira del 'fascio' para darle leña a los rivales. Lo que creo a este respecto es que si muchos de los que utilizan esta palabra hubieran conocido un régimen fascista en toda regla no tendrían las agallas -ni la vergüenza- suficientes para endosárselo al contrincante de turno.