Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Andamos con un romanticismo caluroso de otoño que nos hace vivir entre nubes y sol, a no ser que lo del Titanic sea redundante, lo del Calvario, histórico y lo de la bahía el mejor ejemplo de un tranvía llamado deseo. Hay que saber de historia, igual que hay que recordar para avanzar. La desaparición de diferentes edificios señeros de lo que era la fantasía y el celuloide como el Delicias nos ha devuelto a la memoria la enorme veleidad de una ciudad de cine. Eran otros tiempos. Parece como si de una película fantasmagórica se tratara porque los edificios del Jerezano, del Lealas, del Riba, del Valeria o del mismo Delicias andaban encariñados con la ciudad tanto como inversamente proporcional a los dueños de los solares por sus negocios y directamente con el cariño de todos los que lo frecuentaban.

Ahí andan tras el paso del tiempo ya edificados o a la espera de proyectos que les haga resucitar sea en forma de pisos o de oficinas. Eso sí, siempre hacia otros muy alejados de la cultura. Una ciudad que ha tenido a bien ser sede de miles de películas, de series y de una plataforma en la que se ha trabajado a destajo para que la Film Comisión sirviera para dar frutos, anda dando bandazos y en los huesos como si jerezanos de Halloween se tratara.

Con la única excepción del Villamarta, que intenta no hundirse para salir siempre a flote, y con las salas alternativas de festivales y las grandes superficies a su manera, resulta poco edificante el poco recorrido del cine en esta y muchas otras ciudades. Como las películas, una ciudad que se precie debe tener un buen guión, un buen casting, una buena dirección, una buena producción, efectos especiales y música de calidad y buenos profesionales técnicos. Claro que como en los títulos de crédito todo el mundo figura aunque no haya movido una pestaña, resulta que el público se aburre y se va antes del the end.

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