Análisis

Gumersindo Ruiz

'Mujercitas' y la buena educación

No parece razonable que los padres puedan excluir a sus hijos de materias escolares, pues aunque según nuestra Constitución (artículo 27) tienen derecho a que reciban una formación religiosa y moral según sus convicciones, se condiciona a respetar principios éticos de convivencia, a una programación general de la enseñanza, y autonomía de los centros para que los consejos consensúen las enseñanzas. Paradójicamente, en la Comunidad de Murcia, donde ha prendido la llama del celo por preservar a niños y niñas de determinadas materias, la normativa (BORM de 3.9.2015) impone competencias a alcanzar en matemáticas y lenguaje gramatical y digital, pero también en formación social y cívica, iniciativa y espíritu emprendedor, madurez intelectual y humana, y hasta conciencia en las expresiones culturales; y se entiende que "todas las materias deben contribuir al desarrollo competencial", por lo que excluir alguna iría en contra de este trabado sistema que la propia Comunidad ha creado.

Pienso que la formación social que se imparte en la escuela tiene una importancia relativa; a nosotros nos daban una "Formación del espíritu nacional", que se convirtió en Política económica, libro magnífico que escribieron los profesores Fuentes Quintana y Velarde Fuertes en 1959. Velarde es un intelectual que siempre ha sido fiel a los principios socializantes del franquismo, Fuentes consideraba a la Economía como una ciencia moral para el progreso humano, y ambos han estado siempre comprometidos con reformas sociales. De una enseñanza común hemos salido personas con ideas distintas sobre Economía, de la misma forma que la enseñanza religiosa de décadas no ha hecho al país más practicante, y amigos independentistas catalanes, que pasan de 75 años, recibieron una educación que no iba precisamente en ese sentido. Creo que son más bien los pequeños contextos sociales, incluso más que el familiar, lo que influye.

El poder de los padres no es absoluto, y la Fiscalía protege a menores frente al trato por sus padres, que tampoco son dueños de sus hijos para decidir si estudian o no, y qué estudian. Las separaciones matrimoniales son también fuente de conflicto, y me imagino a los que se llevan siempre la contraria, discutiendo sobre vetar o no una asignatura complementaria. Podemos ponerle imagen con Charlie (Adam Driver) y Nicole (Scarlett Johansson) en Mariage Story, manipulando en su divorcio la educación de su hijo de 8 años. Y, en el polo opuesto, la preciosa película de Greta Gerwig, Little Women, la cuarta sobre la novela de Louisa May Alcott, que trae radicalmente a la actualidad la educación sobre unos principios de generosidad y búsqueda del equilibrio en las emociones, donde los padres son referencia y ejemplo. Marmee (Laura Dern) le dice a Jo (Saoirse Ronan), en un momento de ternura: "Me recuerdas a mí misma". "Pero -le responde la hija- tú nunca estás enfadada". "Estoy enfada casi cada día de mi vida -dice la madre-, y espero que tú puedas llevarlo mejor que yo". Esto sí que es educación en estado puro, intentando evitar en las hijas nuestros propios defectos, y no andar dando vueltas a temas sobre los que los alumnos seguro que saben más por lo que aprenden de compañeros, y el teléfono, que en el propio colegio.

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