Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

En tiempos de frío, hasta la conexión entre las neuronas se hiela. Es cuando más observamos que la diferencia entre hombres y mujeres sigue siendo tremenda y que encierran en sus estatutos muchos siglos de historia machista y recalcitrante. Las encuestas del CIS ahora dicen que la desigualdad entre géneros sigue siendo muy clara, e incluso podríamos afirmar que mucho más acentuada que la de hace décadas, siendo la más parecida a una lectura partidista del tema y del sistema.

Quedan muchos lustros para que el génito-centrismo varonil y casposo deje de ser lo que es: una maraña de cultura de testosterona y de neurona perdida que, parapetada en el estigma mágico religioso de la edad Media, y sin ninguna base neurofisiológica que lo demuestre, se hizo con el báculo y no lo suelta ni con aceite hirviendo. Tanto en las civilizaciones ancestrales como en las más cercanas como las occidentales.

Grupos de poder que no quieren perder la capacidad de ordenar en base a la energía de la reacción química muscular que permite que la potencia de la fuerza tenga más predicamento que la armonía y la serenidad de cualquier hembra, que desde la capacidad de engendrar sustenta la dulzura y el sentido común como artífices de la verdadera razón de existir. Hasta que las generaciones no inculquen esa igualdad real estaremos predicando en el desierto.

Hasta que los más jóvenes no se den cuenta que están retrocediendo en contra de la evolución igualitaria de la especie no estaremos en la buena línea. Mientras tanto, los machotes siguen dando besos contra la voluntad, suben a los naranjos a tirar naranjas al suelo y ellas, las recogen, escoba en mano como sumisas jornaleras, siguen matando a sus propios hijos para hacer daño a la madre o siguen tratando a la mujer como objeto inferior.

Lo dicho, que lo de la celebración de San Antón debería servir para otra especie.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios