Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

El tiempo y la vida no se detiene, aunque la nostalgia de tiempos pasados siempre esté presente y la ilusión de un futuro mejor sea nuestra mejor aliada. Lo de los vehículos es un ejemplo.

Parece ser que necesitamos artefactos para hacernos fuertes. Es cierto que, de bielas, tanques de gasolina o frenos de disco tenemos que conocer bastante por nuestra propia supervivencia. Montados en artilugios y consiguiendo entrar al trapo de las empresas de automoción tenemos asegurado un apoyo fundamental en nuestra nueva forma de vida. Los negocios y las estadísticas semanales lo demuestran.

Hay que echarle mucho ingenio, aprender a meter las marchas, hacer lo posible para que la caja de cambios no se atore, intentar que los pinchazos no supongan un problema y hacer que lo del cambio climático o el aumento de la temperatura del planeta sea una quimera en comparación con la verdadera importancia de unos tubos de escape que son dioses. No se trata de conducir un fórmula-uno. Ni un patinete. Con tractores o narcolanchas nos conformamos. Le damos sentido a que existan carreteras y caminos que cortar y puertos pesqueros a los que bautizar como lugares del crimen. No en vano, la velocidad no está reñida con el tocino. Ni la vida con la muerte. Al contrario, cuando los objetos inanimados se convierten en protagonistas de una letanía de valores escondidos es cuando más aceptamos que no es suficiente que creamos en la verdadera importancia del ser humano como protagonista de su propio devenir.

Cuando aceptamos que maquinarias, necesarias, retorcidas o despiadadas, llegan a ser nuestras mejores coartadas es cuando ponemos nuestras miserias en el ojo del huracán. Un auténtico sunami de incertidumbre y de falta de criterio que define a la perfección la falacia del denominado homo sapiens que demuestra que ni tiene sapiencia ni se le espera, que no tiene capacidad de diálogo con el arma del lenguaje y tiene que buscar en lo frenético la escasez de argumentos y la pobreza humanitaria a la hora de arreglar los problemas como seres civilizados.

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