A. Salido

Los plomos

01 de mayo 2025 - 03:05

Los más jóvenes no sabrán de qué hablo cuando me refiero a los plomos. Alguno pensará en ese amigo pesado que te cae encima como un auténtico plomo. Pero hay que peinar canas para recordar que en todas las casas había una cajita de porcelana con tapadera, próxima al contador de la luz, en la que vivían los plomos.

Estos plomos no eran cansinos como los amigos sofocantes, sino dos hilos de cable de cobre que servían de fusibles o cortacircuitos en la instalación eléctrica de la vivienda. Al enchufar un electrodoméstico averiado o por cualquier sobrecarga del fluido los plomos saltaban, la luz se apagaba y había que buscar un trozo de cable, sacarle unos pelos y, como por arte de magia, la luz volvía. Los plomos debían tener su justa medida. Ni demasiado finos porque saltaban con cualquier incidencia insignificante. Ni demasiado bastos porque el cortocircuito no se producía y la caja de porcelana ardía.

El pasado lunes saltaron los plomos de España. Este acontecimiento resulta frecuente en países tercermundistas como Cuba o Venezuela, pero resulta inaudito en un país europeo del primer mundo, en el que militábamos hasta no hace mucho. Ya no.

No entra en la cabeza que todo el país dependa de una sola caja de plomos. Quizás si se instalara una docena, la luz se iría por partes y no al completo. Pero aún resulta más inexplicable que lo único unido en España sea la luz. En esta pobre España en la que mandan los separatistas: ¿Por qué no se ha impuesto la independencia eléctrica? La única explicación lógica es que la España boba le esté pagando la luz a vascos y catalanes.

Tenemos un gobierno de plomos endebles que debía haber saltado hace mucho tiempo y convocar elecciones. Pero, por tal de aguantar en la poltrona, se han religado con otros pelos bastos que quieren la ruptura de España y el cortocircuito no se produce. Pero cuando no saltan los plomos, la instalación termina ardiendo.

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