Sobreexcitados

Poco a poco, las mascarillas van quedando atrás. Descubrimos las sonrisas que se ocultaron tras ellas durante casi dos años de pandemia. En este contexto, el autor describe al nuevo ciudadano sobreexcitado, para el que este mundo se le queda pequeño

Portada disco 'Cowboys and angels' de George Michael. Portada disco 'Cowboys and angels' de George Michael.

Portada disco 'Cowboys and angels' de George Michael.

Cuando el presente incomoda, vivimos de recuerdos, esperando que el blanco y negro del pasado se torne arcoíris en tiempo real. Como al final de casi todo se sale, tras recobrar cierta normalidad, el entusiasmo va reactivándose y aspiramos a que nuestro día a día se convierta en un frenesí de pasiones desatadas. El objetivo será comerse el mundo, como mínimo. En esa órbita 'policromática' parece que vamos situándonos con la eliminación de restricciones y confinamientos, después de casi dos años sumidos en una pandemia que elevó exageradamente el número de 'hikikomoris' por metro cuadrado. Ahora, afortunadamente, vemos cómo las calles van cambiando su fisonomía, mutan del silencio al bullicio ensordecedor. La sociedad se aleja del ostracismo obligatorio y busca reencuentros o descubrimientos. Porque ha sido tan duro el aislamiento, que nadie quiere perder ni un segundo en recuperar el tiempo perdido.

Las limitaciones padecidas por el terrible virus nos pasan factura, no solo en lo físico, también de forma especial a nivel psicológico. Por ello nadie se extraña viendo que la gente sale de nuevo de sus casas como si no hubiese un mañana. Se busca interactuar y la diversión sin medida, o viajes paradisíacos sin billete de retorno, e incluso cambios radicales en el estilo de la vida llevada hasta finales de 2019. Así, tal cual, ha irrumpido en escena el nuevo ciudadano sobreexcitado. Entendemos por sobreexcitar aquello que, mediante un estímulo, produce un exceso de actividad en una célula, órgano u organismo. Y la sobreexcitación es, por extensión, una excitación excesiva en alguien o algo. Ello me recuerda la experiencia que viví hace 28 años en el restaurante giratorio del Hotel Mandarin Oriental de Hong Kong. Mi mesa se iba moviendo como un reloj y podía elegir comidas distintas de todos los países en cada parada. No tenía apetito, pero quería probarlo todo. Ese día otorgué más importancia a una frase de Edgar Allan Poe: "Cuando un loco parece completamente sensato es ya el momento, en efecto, de ponerle la camisa de fuerzas".

Este escritor y poeta norteamericano nos sirve también en bandeja la mejor reflexión del momento sobreexcitado que vivimos: "Para nada me asusta el peligro, pero sí la consecuencia ultima: el terror"…

(*) Jesús Benítez, periodista y escritor, fue Editor Jefe del Diario Marca y, durante más de una década, siguió todos los grandes premios del Mundial de Motociclismo. A comienzos de los 90, ejerció varios años como Jefe de Prensa del Circuito de Jerez.

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